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XXI. "epidemia" del siglo XX

1993/03/01 Agirre, Jabier - Medikua eta OEEko kidea Iturria: Elhuyar aldizkaria

Así se ha dicho a la enfermedad de Alzheimer, aunque en sentido estricto no puede ser considerada como una epidemia o una epidemia, ya que de origen no es infecciosa.

¿Qué es la enfermedad de Alzheimer?

La enfermedad neurodegenerativa (por tanto, una degeneración del sistema nervioso), pero a partir de ahí es un misterio, tanto para los enfermos como para sus familiares y el médico.

Durante la autopsia de una mujer demente, fallecida a los 51 años, Alois Alzheimer (1864-1915) encontró en 1907 unas estructuras especiales en el cerebro (placas neuróticas y tramas neurofibrilares). Y son estas estructuras las que aparecen en el cerebro de las personas que llevan su nombre desde entonces y siguen padeciendo enfermedades de las que aún se desconoce.

Todavía no está claro por qué se produce esta enfermedad. Sin embargo, se han mencionado muchos factores de riesgo que facilitan la aparición de la enfermedad de Alzheimer:

  • Ruinas familiares.
  • Tener una vida intelectual pasiva.
  • Pérdida patológica y precoz de la memoria.
  • También ha habido casos en personas que han sufrido un fuerte golpe en la cabeza.

¿Quiénes son las personas que padecen enfermedades del Alzheimer? Sobre todo las personas mayores, pero no sólo esas. Hoy en día, después de 65 años, podemos decir que entramos en la zona de riesgo de esta enfermedad. En el caso de las personas mayores de 65 años la incidencia es del 1-2% y el porcentaje presenta una progresión geométrica a medida que avanza la edad: 3% a los 70 años, 10% a los 75 años y casi 30% a los 80. Por lo tanto, en las personas que llegan a esas edades, casi uno de cada tres estará afectado por la enfermedad, y la sociedad tendrá que estar dispuesta a responder sanitaria y socialmente a un número cada vez mayor de personas afectadas por esta lacra mucho más grave y dura que para los familiares.

En la actualidad, la enfermedad de Alzheimer ocupa el cuarto lugar como causa de muerte entre las personas mayores, tras las enfermedades del corazón, el cáncer y el ictus. Según las estadísticas, la esperanza de vida de una persona enferma de Alzheimer es más corta que la de cualquier persona mayor.

Síntomas y evolución de la enfermedad

Los fallos en la memoria, la falta de atención al entorno más cercano y la desorientación personal, espacial y temporal son los síntomas más espectaculares de la enfermedad. Aunque la gravedad de los síntomas varía de un paciente a otro, en todos los pacientes la situación física y mental se deteriora lentamente a lo largo de un proceso que puede durar alrededor de setecientos años. Y ese proceso termina con la muerte.

La progresión de la enfermedad de Alzheimer se divide en cuatro estadios: En una primera fase, el paciente tiene pequeños “lapsus” de memoria. En el segundo estadio, la enfermedad sigue siendo leve, aunque los errores de memo sean notorios. En el tercer estadio la identidad del paciente está totalmente desintegrada. En el último estadio, el desastre es mental, físico y muy notorio.

El diagnóstico no es nada fácil

No es tan fácil diferenciarse de otras enfermedades que producen demencia. Por otra parte, en la actualidad no existe ninguna prueba de laboratorio para diagnosticar la enfermedad de Alzheimer (aunque para el neurólogo, a partir de su experiencia, no parece tan difícil determinar si el paciente está afectado por el Alzheimer).

La enfermedad en sí misma no produce ningún daño al paciente. Si aparece con mal humor o mezquita, tomar con paciencia.

Siempre es necesario realizar un seguimiento del paciente para asegurar el diagnóstico. Hace unos años, muchos de los afectados por el Alzheimer podían ser diagnosticados como casos demenciales en la vejez. Hoy en día, sin embargo, sabemos que a veces se diagnosticó el Alzheimer a pacientes que no habían estudiado en profundidad y que en un 20% tenían una demencia recuperable (según los datos obtenidos en las autopsias). Hace 15 años, a las personas mayores que perdían la memoria se les decía “falta de riña”, pensando que su enfermedad era vascular. En pocos años el concepto ha cambiado y hoy sabemos que el origen de la enfermedad de Alzheimer no es vascular.

A los 84 años de su primer diagnóstico, la forma más fiable de diagnosticar la enfermedad de Alzheimer sigue siendo la misma que la utilizada por su descubridor, ya que en las autopsias, con técnicas histológicas muy sencillas, las placas neuróticas amiloides y tramas neurofibrilares, normales en personas mayores, son mucho más abundantes en pacientes con enfermedad de Alzheimer. Pero, claro, eso se puede hacer en autopsias. ¿Y mientras la persona está viva, qué?

Estado actual del tratamiento

Desgraciadamente, hoy en día esta enfermedad es como la lotería: no hay forma de prevenirla, y peor aún no tenemos medicamentos eficaces.

Periódicamente aparecen en la prensa, con gran propaganda, noticias de que medicamentos o tratamientos de este tipo “curan” la enfermedad de Alzheimer. A principios de 1991 el último milagro era el denominado THA (tetrahidro-acrimina). Un año después no parece que sus resultados sean tan buenos y espectaculares.

Síntomas y evolución de la enfermedad

  1. En una primera fase, el paciente tiene “lapsus” de memoria pequeños y relativamente ligeros. Muchas veces no se puede encontrar la palabra adecuada para denominar algo. Por ejemplo, para decir cuajo dirá “pasaidazu hori”. Cada vez tendrá menos interés por su entorno cercano y por sus cosas personales.
  2. En el segundo estadio, la enfermedad sigue siendo leve. Los errores a Memo son tan notorios que la familia se da cuenta inmediatamente. Sin embargo, la capacidad de la persona para recordar acontecimientos de pasado lejano (es decir, de su infancia, por ejemplo) prácticamente se mantiene. En esta fase el paciente tiene grandes incertidumbres para dar respuestas. En cuanto al tiempo, se desorienta, se olvida mucho de citas y cumpleaños familiares.
  3. Cuando el paciente entra en el tercer estadio, la desintegración de su personalidad es total. Está prácticamente desorientada hacia las personas, el tiempo y el espacio. Mantener una conversación normal con él es casi imposible. En esta fase puede tomar la costumbre de desplazarse. Suele deambular, especialmente hacia el atardecer.
  4. En el último estadio, el desastre es mental, físico y muy notorio. El paciente tampoco es capaz de caminar. Pérdida total de la capacidad comunicativa. Tampoco conoce a sus familiares. También pierde frecuentemente el control intestinal y vesical. Y si se llega a este estadio hay que dar al paciente la comida a la boca.

Recomendaciones para ayudar al paciente con Alzheimer

  1. La enfermedad de Alzheimer es hoy incurable. Pero algunos de sus síntomas mejoran con un tratamiento adecuado.
  2. La enfermedad en sí misma no produce ningún daño al paciente.
  3. Conviene que el paciente represente la realidad que le rodea: ¿Quién soy?, ¿Dónde estás?, ¿Qué día es hoy?, etc.
  4. Si están nerviosos o agresivos puede ser por enfermedad o por otro motivo. Consultar al médico.
  5. Si el paciente aparece con mal humor o desprecio, tomarlo con paciencia. Serán tratadas con amor y más felices.
  6. Evitar que se queden en la cama o aislados. Mantener una relación positiva y cálida que mejore su calidad de vida.
  7. Tratadlas con el mismo respeto y cariño que les gustaría a vosotros. Os ayudáis a vivir mejor.

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