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Aplicaciones en dispositivos móviles en detrimento de la web

2011/10/01 Leturia Azkarate, Igor - Informatikaria eta ikertzaileaElhuyar Hizkuntza eta Teknologia Iturria: Elhuyar aldizkaria

Los teléfonos móviles y tablets actuales permiten el acceso a Internet, pero normalmente no se utiliza un navegador como en los ordenadores. Prácticamente todos los sitios web o servicios web han desarrollado aplicaciones para estos dispositivos móviles, a través de las cuales se accede al contenido de los mismos. Esta tendencia se contrapone a los estándares de la web y a los principios de apertura y publicidad y es perjudicial para la web.
Ed. © Frank Mitchell/350RF

Piensa por un momento lo que haces normalmente en tu ordenador de casa o de trabajo cuando estás en Internet: seguramente mirarás el correo electrónico, en un servicio web como Hotmail, Gmail, etc., igual accederás a Facebook o incluso a Twitter; si tienes la costumbre de seguir blogs o sitios de noticias a través de RSS, también podrás acceder a Google Reader, Alest o a algún sitio web de este tipo; Todo ello desde el navegador, Firefox, Chrome, Opera, Safari o Explorer.

Por el contrario, si lo haces desde tu Tablet o Smartphone, seguramente no abrirás el navegador: para cada uno de estos servicios web tendrás instalada una aplicación que te permitirá acceder al contenido de dichas webs.

Esta tendencia a sustituir los navegadores por Internet en dispositivos móviles por aplicaciones para cada web no es anecdótica: la agencia Flurry, que realiza análisis de audiencia de aplicaciones en dispositivos móviles, asegura que en EEUU la gente ya está dedicando más tiempo al uso de aplicaciones móviles que a la navegación a través del navegador, y que cuando los dispositivos móviles se expanden tanto como allí, es de esperar que esta tendencia se produzca.

En detrimento de la web

Pero Sir Tim Berners-Lee, inventor de la web y director de la organización W3C que marca las directrices de la web, ha afirmado en la revista Scientific American que esta tendencia va en detrimento de la web por muchos motivos. Una de ellas es que las aplicaciones utilizan frecuentemente protocolos de comunicación propietarios y ocultos en lugar de HTTP, REST, SOAP y similares abiertos y estándar. Los daños son múltiples: por un lado, el navegador no es capaz de acceder a estos recursos, ya que el protocolo es desconocido; por otro, el protocolo puede no estar suficientemente optimizado (han visto que la aplicación oficial de acceso a Twitter genera el doble de tráfico de datos que otros realizados por terceros); por último, lo que ocurre en esta comunicación no es posible.

Otro motivo es que los recursos que se acceden a través de las aplicaciones no son vinculantes, ya que no están en la web. No se podrían enlazar, los buscadores tampoco podrían indexarse... Esto nos lleva de nuevo al mundo de los “jardines cercados”, a las islas aisladas, dirigiendo una de las principales ventajas que aporta la web a la picota, la única red universal de un montón de páginas que se hacen referencia y enlazan. Es cierto que por el momento estos servicios que se acceden a través de la aplicación incluyen también la versión web, pero en un futuro sólo se utilizarían aplicaciones si desaparecieran esas versiones web...

Por último, cada aplicación sólo funciona en una plataforma (Apple, Android, Nokia, Blackberry…) y si el autor de una web no desarrolla las aplicaciones para todas las plataformas, algunos usuarios no podrán acceder a la web si no hay versión web.

Hay casos en los que las aplicaciones tienen sentido. Por ejemplo, cuando hay que utilizar el hardware del dispositivo (cámara, GPS, etc.), hacerlo a través de la web no es fácil, o en algunos casos es imposible; o cuando los datos que se quieren consultar no son muy variables (por ejemplo, diccionarios), las aplicaciones permiten operar sin conexión a Internet. Pero cuando las aplicaciones necesitan consultar datos actualizados online...

Y, siendo en general contraproducente, ¿por qué hay esa tendencia? Bueno, en lo que respecta a los usuarios, es lógico utilizar las aplicaciones, ya que los dispositivos móviles vienen preparados específicamente para facilitar la descarga e instalación de las aplicaciones. Además, muchos sitios web no están preparados para verlos bien en dispositivos móviles. Y se dice que hay servicios web que funcionan más rápido desde las aplicaciones que desde el navegador, intencionadamente del propietario del servicio.

En el caso de los prestadores de servicios web, no es fácil entender la razón, si antes no era tan fácil crear webs de gran interacción. Sin embargo, hoy en día, gracias a tecnologías estándar como HTML5 y AJAX, se pueden construir webs muy interactivas adaptadas a dispositivos móviles. Y una vez hecho, se puede acceder desde cualquier dispositivo sin tener que hacer una aplicación para cada plataforma. A la vista de todo ello, las únicas razones posibles que se nos ocurren son el desconocimiento (difícil creencia) o el eterno deseo de dominio y control por parte de las empresas, más fácil de conseguir en una Internet de aplicaciones y aisladas islas.

¿Ha empezado a cambiar la tendencia?

En los últimos tiempos, sin embargo, ha habido movimientos importantes en la dirección contraria a esta tendencia, que han venido de donde menos se podía esperar: gracias a Apple, que defiende el control y la cerrazón (no por su voluntad).

Debido al éxito del iPad de Apple, iPada se convirtió en la gran esperanza de muchos medios de comunicación y revistas que estaban viendo cómo las ventas en papel se iban abajo. Con las suscripciones a la edición digital a través de las aplicaciones de iPad veían la posibilidad de reactivar las entradas, su última opción. Pero Apple, consciente de ello, imponía condiciones muy duras a los medios de comunicación que querían realizar una aplicación de iPad para poder suscribirse a sus contenidos: el 30% de las entradas de suscripción debe ser para Apple; los datos de los suscriptores son gestionados por Apple y no puede acceder a los medios de comunicación; si el medio de comunicación también ofrece la suscripción a través de su página web o de otras plataformas, su precio no puede ser más barato y la aplicación no puede tener acceso al sitio web.

Pues bien, la cuestión es que Financial Times no ha respetado estas condiciones y no ha desarrollado ninguna aplicación para el iPad, sino que ha desarrollado la web interactiva de html5 para ofrecer suscripciones y contenidos. Más tarde, Amazon también ha desarrollado su web HTML5 para comprar y leer libros y revistas en el mismo, estando en el dispositivo en el que estamos y sin necesidad de aplicaciones, desde el navegador.

Ante los movimientos de estos dos importantes agentes, Apple ha suavizado sus condiciones. Pero, seguramente, esta cuestión habría hecho ver a muchas empresas de la web que las aplicaciones suponen una dependencia de los productores de la plataforma. Esto permite que HTML5 y los estándares abiertos vayan imponiéndose y que prevalezcan los principios de apertura y universalidad de la web.

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