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Cómo hemos llegado hasta aquí

2020/08/18 Galarraga Aiestaran, Ana - Elhuyar Zientzia

Publicado en Berria el 11 de agosto de 2020

Ed. Pixabay

Hace un mes se celebraron elecciones en el País Vasco. Según Iñigo Urkullu Renteria y sus compañeros, la situación del covid-19 permitía a la gente llamar a los votos sin demasiado riesgo de infección. Parecía que el virus estaba bajo control, o al menos pareció que era así. Para entonces, sin embargo, había habido reinvenciones allí y aquí, por lo que cerca de doscientas personas no pudieron donar. Había, por tanto, grietas en un supuesto estado de control.

Desde entonces, en el marco de las actividades estivales, las reapariciones han aumentado considerablemente en el conjunto de Hego Euskal Herria. Tanto que la consejera de Salud del Gobierno Vasco, Nekane Murga Eizagaetxebarria, anunció la semana pasada que estamos ante la segunda ola.

Pocas horas después de la predicción, Fernando Simon Soria, portavoz del Centro Español para la Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, negó a MMurga, argumentando que el aumento de casos sólo se produjo en dos de los tres territorios y que la mayoría de los infectados era asintomática.

Pero discutir si es la segunda ola es estéril. No existe una definición técnica unificada de la segunda ola, y las discusiones, rebrotes demuestran que el virus sigue entre nosotros.

El sistema de seguimiento de casos permite realizar más pruebas de diagnóstico, lo que favorece la detección de más infectados en relación al periodo de marzo a junio. Esto ha supuesto un aumento porcentual de los asintomáticos, y en base a ello, algunos señalan que el virus se ha debilitado. Sin embargo, no es así: ha pasado demasiado tiempo para que se produzca una mutación que debilite el virus y se asuma y amplíe el resto de variantes.

Es muy probable que esto ocurra, es decir, que el virus se adapte a nosotros y que, junto con la inmunidad grupal, deje de ser tan grave. Esta es la tendencia de los patógenos similares, tal y como anuncian los modelos del covid-19. Así, al igual que la gripe, se volvería de temporada. Pero esto tampoco sería una buena noticia, ya que la unión entre la gripe y el covid-19 correría el riesgo de que el sistema sanitario se desborde durante unos meses.

Mientras todo esto ocurre, el virus puede golpearse tan fuerte como en primavera y no es posible paliar sus golpes sin tomar medidas efectivas. En la sokatira entre la protección de la actividad económica y el cuidado de la salud, la salud está perdiendo. Y la responsabilidad no es exclusiva de la gente, aunque las autoridades lo digan. Es de ellos, o sobre todo de ellos.

Es imprescindible tener en cuenta el comportamiento de la gente a la hora de establecer las normas. Somos animales sociales, hay comportamientos que coinciden con nuestra estrella y es muy difícil cambiarlos. Aún más difícil, si no se hace pedagogía, si no se adoptan medidas razonables, eficaces y coherentes y no se previenen actitudes contrarias.

 

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