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Motivos de sumisión

2019/01/21 Galarraga Aiestaran, Ana - Elhuyar Zientzia Iturria: Elhuyar aldizkaria

¿Es obvio? ¿Harías siempre lo que se le indique, incluso si alguien sufriera daños? Es difícil imaginar cómo se comportaría cada uno hasta que se ajuste la situación.

En 1961, el psicólogo estadounidense Stanley Milgram realizó un experimento para verlo. En aquella época se iniciaban los primeros juicios contra criminales nazis y se discute el grado de culpabilidad. Al fin y al cabo, muchos de ellos sólo cumplieron las órdenes. ¿O qué?

Para analizar el núcleo de la obediencia, Milgram diseñó el siguiente experimento: unos (voluntarios) serían profesores y otros alumnos complices de Milgram. El voluntario tenía que dar una descarga eléctrica a quien hacía de alumno, cada vez que respondía mal. El director del experimento destacó la importancia de hacer lo dicho.

A medida que el alumno iba acumulando errores, la fuerza de la descarga iba aumentando. Desde 15 voltios hasta 450 voltios. El profesor no podía ver al alumno, pero sí escuchar sus gritos de dolor. No sabía que los gritos y las descargas eran falsos.

El resultado fue significativo: 26 de cada 40 voluntarios que asumieron el rol de profesores (65%) llegaron a dar una descarga de 450 voltios.

Desde entonces, el experimento ha recibido muchas críticas: su diseño inadecuado, la manipulación de los resultados… Posteriormente, se han realizado otras con criterios estrictos y los resultados no han variado mucho.

La última se ha publicado ahora en la revista PLOS. La tecnología avanza con el tiempo gracias a la realidad virtual, pero el experimento es básicamente el mismo. El objetivo, sin embargo, no ha sido sólo conocer cómo actuamos, sino también aclarar el porqué de ello.

De hecho, Milgram sugirió que tal vez los profesores voluntarios estaban tan preocupados por el buen cumplimiento de las órdenes que no se percataban de los perjuicios que causaban a los alumnos.

Para aclararlo, por lo tanto, con los alumnos voluntarios de la Universidad de Londres se ha rehecho el experimento de Milgram, y las conclusiones son claras: por un lado, han confirmado que la gente tiende a obedecer las órdenes, aunque con ello duele el agua, y, por otro lado, han visto que no es consciente de la influencia que tiene su comportamiento. La conclusión es más terrorífica: a pesar de perjudicar, priorizan la sumisión a su jefe por mantener su máximo objetivo.

Quizá más nos gustaría creer que no somos tan obedientes, pero lo cierto es que el experimento es bastante útil para comprender mejor algunos comportamientos que vemos a nuestro alrededor.

 

Publicado en el diario Berria.

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