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Pingüino de Magallanes bajo la pesca de anchoa

2007/02/04 Galarraga Aiestaran, Ana - Elhuyar Zientzia

Cada verano se reúne la mayor colonia de pingüinos de la Punta Tombon Magallanes de la Patagonia. Primero llegan los machos. Seleccionan y adecuan los nidos y luego llegan las hembras. Mientras las hembras ponen los huevos y los pollos, los machos salen a pescar. Hasta 500 km se adentran en el mar y vuelven dos o tres semanas después. Cuando nacen los pollos, son cuidados alternativamente entre ambos. Y cuando crecen bastante, dejan el nido. Entonces los pingüinos abandonan Punta Tomás hasta el próximo verano.

Punta Tombon acoge la mayor colonia de pingüinos de Magallanes.
(Foto: L. Cancio)

El pingüino de Magallanes, por el momento, no está en peligro de extinción. Sin embargo, según un trabajo publicado en la revista Science, es posible que la pesquería de anchoas ponga en peligro a la especie.

De hecho, las anchoas son un alimento básico tanto para los pingüinos como para otros animales que viven en su entorno: leones marinos, delfines, cormoranes... Pero en 2003, cerca de Punta Tomás, Argentina autorizó la pesca experimental de la anchoa del sudeste atlántico.

Según la ecologista Elizabeth Skewgar, sin embargo, el Gobierno argentino concedió la autorización sin estudiar la influencia de la pesca de la anchoa en la población de pingüinos. El trabajo de Science explica que por el momento no se ha detectado la influencia de la pesca, ya que no ha habido sobrepesca (unas 30.000 t en 2004 y otras tantas en 2005). Pero teme que en el futuro vayan a pescar mucho más, ya que la demanda sigue creciendo. Y advierte Skewgar que si la pesca crece, la anchoa estaría pequeña para los pingüinos.

Ejemplo pasado

Para ver qué consecuencias tiene la sobrepesca no hace falta ir lejos: Los pescadores y pescadores vascos están muy preocupados por la evolución de la anchoa y otras especies. Sin embargo, en Argentina hay un claro ejemplo.

Las anchoas son básicas en la alimentación de los pingüinos.
(Foto: L. Cancio)

Hace veinte años, los pescadores argentinos pescaban en el futuro la merluza de Merluccius hubbsi. Había mucha merluza y la mayor parte de las capturas se exportaban. Sin embargo, en la década de los 90 se descubrió que la merluza estaba disminuyendo y en 1999 el Gobierno argentino declaró que la pesca de la merluza estaba en una situación de emergencia. Ante la cada vez menor presencia de merluza, se intentó aplicar medidas para reducir la pesca.

Sin embargo, se dieron cuenta de que era extremadamente difícil volcar la tendencia. Estas medidas acabaron con el oficio de mucha gente. Mientras tanto, la población de merluza se hundió y el Gobierno prohibió totalmente las zonas que antes eran preciosas pesquerías. La crisis social se agudizó y los esfuerzos por implantar un sistema de cuotas no tuvieron éxito.

Antes que tarde

El futuro del pingüino de Magallanes está ligado a la anchoa.
(Foto: L. Cancio)

Skewgar cree que puede ocurrir algo parecido con la anchoa del sudeste atlántico. Una pérdida tan grande en la población de anchoa como la de la merluza, afectaría mucho, no sólo a los pescadores, sino también a los pingüinos. De paso, la industria turística también sufriría pérdidas debido a la afluencia de turistas atraídos por los pingüinos.

Para Skewgar, ahora es el momento de limitar la pesca de anchoas. Es hora de realizar los estudios necesarios para decidir dónde poner el límite y de elaborar modelos para prever la evolución de la anchoa. Antes de ser tarde.

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