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Un mar de plástico

2015/12/01 Galarraga Aiestaran, Ana - Elhuyar Zientzia Iturria: Elhuyar aldizkaria

Este año la Unión Europea ha aprobado una ley que impedirá el uso de fundas de plástico. Mientras tanto, se han publicado varios estudios que muestran que el mar se está convirtiendo en un almacén de plásticos. Otros estudios han puesto de manifiesto los efectos nocivos de los plásticos sobre los seres vivos marinos y los ecosistemas. Y sin embargo, advierten de que sólo conocemos la cima del izeberg. Los investigadores intentan desentrañar lo oculto en todo el mundo, incluso en Euskal Herria.
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Según Manu Soto López, subdirector de la Estación Marítima de Plentzia, “los que no se ven son más preocupantes que los que se ven”. La Estación Marítima de Plentzia es el centro de investigación de la UPV/EHU en Biología Marina y Biotecnología Experimental, cuyo principal objetivo es investigar la interacción entre el mar y los ecosistemas y la salud humana. Dentro de ella, se está investigando sobre los microplásticos marinos, a los que se refiere lo que Soto dijo al principio.

Explica que en la Estación Marítima se investigan los contaminantes marinos: “En los últimos años hemos estado investigando metales, hidrocarburos, nanopartículas... y ahora hemos empezado con los microplásticos. De hecho, cada vez generan más preocupación y aprovechando que la Unión Europea ofrece ayudas para investigar su impacto, nos hemos dirigido al mundo de los plásticos”.

Es conocida la presencia de una gigantesca isla de plástico en el norte del Pacífico. “Y no es la única”, dice Soto. “Hay al menos cinco grandes islas, justo en los lugares donde las corrientes confluyen y giran. Además del Pacífico Norte, en el Sur hay otro, otro en el Atlántico Norte y Sur, y el quinto en el Índico, entre Australia y África”.

La expedición Malaspina dio a conocer estas islas mediante un artículo publicado el año pasado en la revista PNAS ( Plastic debris in the open ocean ). Los principales plásticos encontrados durante la expedición eran el polietileno y el polipropileno, los polímeros más utilizados en el día a día. Y advirtieron que el plástico acumulado en estas cinco zonas es sólo parte de lo que sale a la mar. Es decir, que hay mucho más de lo que han visto.

De hecho, además de las islas de plástico, los investigadores observaron los microplásticos y descubrieron indicios de que los microplásticos están pasando a la cadena trófica y al fondo del océano.

En la expedición Malaspina se identificaron las principales áreas de residuos plásticos. Ed. CSIC

Un artículo publicado por investigadores de Gran Bretaña y Catalunya en 2014 en la Royal Society refuerza la sospecha de los malaspinos. Según él, el fondo marino es uno de los principales yacimientos de microplásticos ( The deep sea is a major sink for microplastic debris ). De hecho, en los estudios realizados en el Océano Atlántico, el Mediterráneo y el Océano Índico, las fibras de microplástico eran cuatro veces más abundantes en los sedimentos del fondo marino que en las aguas superficiales contaminadas.

De tierra a mar

En cuanto al origen del plástico, Soto no tiene ninguna duda: “el plástico que aparece en el mar es el que usamos y tiramos todos”. El pasado mes de febrero se publicó en la revista Science el primer estudio realizado para calcular la cantidad de plástico que sale a la mar (Plastic waste inputs from land into the ocean). Elaborado por un grupo internacional, según el cual, en 2010, entre tierra y mar llegaron 4,8-12,7 millones de toneladas de plástico.

Este cálculo se ha realizado relacionando la cantidad, densidad de población y nivel económico de los residuos sólidos en todo el mundo y ha calculado que en 192 países costeros se generaron 275 millones de toneladas de residuos plásticos en 2010. La conclusión es que el 1,75-4,6% de esta cantidad llega al mar, debido principalmente a que la gestión de los residuos no es adecuada ni suficiente.

El artículo recoge la lista de los 20 países que más plásticos vierten, encabezada por China. A continuación se encuentran Indonesia, Filipinas, Vietnam y Sri Lanka, y más tarde otros países africanos como Egipto, Nigeria o la República de Sudáfrica. El último lugar de la lista es Estados Unidos.

Manu Soto López. Subdirector de la Estación Marítima de Plentzia.

De cara al futuro, si no se mejora la gestión de los residuos, los autores han anunciado que en 2025 la cantidad de plástico que se arroja será 10 veces mayor que en 2010. Es más, creen que hasta 2100 se irá incrementando, especialmente en África y en las ciudades.

Ante ello, proponen soluciones a largo plazo al final del artículo. Según ellos, “es fundamental mejorar la infraestructura de gestión de residuos en los países en vías de desarrollo, lo que requerirá muchos recursos y tiempos. Mientras se desarrolla esta infraestructura, los países industrializados pueden comenzar a tomar [medidas] rápidamente, reduciendo los residuos y el crecimiento de plásticos de un solo uso”.

Sin embargo, según datos de la Asociación Europea de Productores de Plásticos del informe 2014-2015, en Europa, a pesar de la disminución de la producción debida a la crisis, se mantiene (57 millones de toneladas en 2013, al igual que en 2012). La producción mundial es cada vez mayor (299 millones de toneladas en 2013, 288 en 2012).

De hecho, el plástico se utiliza en todo, incluso en productos que no son conscientes del consumidor, como la pasta de dientes y otros cosméticos. Investigadores de universidades estadounidenses han advertido que los plásticos utilizados en los cosméticos son del mismo tamaño que el plancton. Así, al llegar al mar, los animales que se alimentan del plancton se alimentan y pasan a la cadena trófica. Ante ello, se ha solicitado que para el año 2020 se prohíba el uso de partículas menores de 5 milímetros en los cosméticos.

Conclusiones visibles

Ed. Chris Jordan (Servicio de Pesca y Salvamento de Estados Unidos)/CC BY 2.0

El sótano coincide con el establecimiento de normas de delimitación de plásticos: “Cada uno puede hacer mucho, pero eso no es suficiente. Necesitamos políticas efectivas y rigurosas. Habría que actuar en dos direcciones: de abajo a arriba y de arriba a abajo”. Porque el daño que generan es evidente: “Con el tiempo el plástico se va degradando creando una especie de gel de micro y nanoplásticos. Algunas especies de peces comen esta materia que se encuentra en el agua y mueren mucho porque el plástico se acumula en el aparato digestivo o en las branquias o es tóxico”.

Los peces no son los únicos perjudicados. El CSIRO de Australia y el Imperial College de Londres han estudiado la influencia de los residuos plásticos en las aves marinas y han calculado que en la actualidad cerca del 90% de las aves marinas de todas las especies tienen residuos plásticos en el estómago y que en 2050 casi todos (99%) los tendrán.

Precisamente, el equipo de Soto, en colaboración con el Museo de Historia Natural de Suecia (Universidad de Estocolmo), está investigando las consecuencias de los micro- nanoplásticos en los animales marinos. De hecho, disponen de una colección o banco de especies (ESB) de Estocolmo con muestras recogidas durante 30 años. Esto permite realizar análisis retrospectivos y comparar los de un lugar con otros. “Por eso estamos con ellos”, ha señalado Soto, “porque nosotros también tenemos nuestro banco (BBEB)”.

Ahora se está investigando en la cantidad y distribución de microplásticos, en las células y tejidos de los mejillones, y viendo las consecuencias de este material invisible en su salud. Según ha explicado Soto, “el objetivo es crear herramientas adecuadas para estas investigaciones. Por ejemplo, utilizamos microscopios con luz polarizada, gracias a los cuales son visibles algunas cosas invisibles con luz visible”. Una vez preparado este equipo, se procederá a la investigación de las muestras bancarias de Estocolmo, con el fin de poder retroceder en el tiempo y comprobar cuándo los microplásticos comenzaron a aparecer en animales marinos.

Según Soto, en la actualidad en Europa existe un gran interés por conocer la influencia de los microplásticos, y prueba de ello es impulsar este tipo de investigaciones. De cara al futuro, considera que las conclusiones de estos estudios deberían servir para crear e implantar políticas regulatorias. “Si hace falta soy muy optimista, pero creo que es mi deseo”, ha confesado Soto.

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