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Alimentación del bebé (1)

2002/04/01 Lorenzo, Arantza | Uranga, Ane Miren Iturria: Elhuyar aldizkaria

Para conseguir una salud óptima, un crecimiento adecuado y el mejor rendimiento físico e intelectual, es imprescindible una buena alimentación, y conseguir una cantidad adecuada de alimentos es más importante en la infancia que en otras etapas de la vida. Teniendo en cuenta el tamaño corporal, la necesidad de alimentos es mucho mayor en esta época; los efectos del desequilibrio pueden ser más graves, ya que son organismos inmaduros en el proceso de crecimiento y formación.

Durante los seis primeros meses, el niño necesita entre 95 y 145 kcal por kg de peso diario y entre 80 y 135 kcal por kg de peso en el segundo semestre. El 40-50% (entre 50-100 g) de esta energía deben ser hidratos de carbono, las grasas entre 3,8-6 g/kg y las proteínas 2,2 g/kg (los adultos necesitamos entre 0,8-1 g/kg). Además, el recién nacido necesita más vitaminas y sales minerales que los adultos, siempre teniendo en cuenta la proporción de tamaño corporal.

R. Imaz Amiano

En los recién nacidos, el alimento ideal para cubrir todas estas necesidades es sin duda la leche materna. El 87% de la leche materna es agua y tiene 750 kcal/l. Cabe destacar que la leche materna contiene todos los alimentos que el niño necesita y en la proporción que necesita.

Comparando la leche materna con la de vaca encontramos las siguientes diferencias:

  • Ambos tienen una cantidad similar de energía y grasa, pero la leche materna contiene dos ácidos grasos esenciales que no son de vaca: el ácido linoleico y el ácido linolénico.
  • La leche materna tiene más hidratos de carbono.
  • La leche materna tiene menos proteínas y sales minerales, pero son suficientes para las necesidades del niño. Debido a la cantidad de leche de vaca que contiene, puede producirse una sobrecarga en los riñones del niño que puede causar problemas.
  • La proteína de la leche materna es alfa-laktoalbúmina, que no presenta ningún riesgo de alergia. La vaca, por su parte, es beta-laktoalbumina y tiene un alto riesgo de alergias.
  • La leche materna, a diferencia de la de vaca, contiene inmunoglobulinas que contribuyen al desarrollo del sistema inmunológico del niño, así como factores anti-infecciosos. De esta manera, el niño está más protegido contra las enfermedades y infecciones.
  • Además de las ventajas desde el punto de vista nutritivo, se ha comprobado que la lactancia materna tiene un efecto positivo, ya que el niño se siente más unido y cuidado con su madre.

Por todas estas razones, si fuera posible, recomendaríamos que los niños tomaran leche materna durante los cuatro primeros meses de vida. Cuando por cualquier motivo no sea posible, deberemos recurrir a leches artificiales. Hay leches o fórmulas especiales que se venden para los cuatro primeros meses. Para que sean más parecidas a la leche materna, la leche de vaca se adapta. La mayoría son pulverulentos y en 100 ml de agua se emiten 15-16 g.

Es muy importante prepararla siguiendo las indicaciones establecidas por los productores. Todo tiene que ser una cantidad exacta, y si tiramos más polvo, además de engordar demasiado, podemos sobrecargar el riñón del niño. En caso de tirar menos, existe el riesgo de no alimentarse adecuadamente. Asimismo, si la madre no puede amamantar, puede tomar leche al principio desde las primeras horas. La primera toma debe ser pequeña (unos 30 ml), luego en los próximos días iremos aumentando las cantidades y para el cuarto mes tiene que realizar 5 tomas de 180 ml al día. En el próximo número continuaremos con la alimentación de los niños de más de cuatro meses.

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