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Seres que han escapado de la evolución

2000/01/01 Dickn, Lynn Iturria: Elhuyar aldizkaria

La duración de vida de una especie pluricelular oscila entre un millón y quince millones de años. El 99,9% de las especies que han vivido en la Tierra han desaparecido. Sin embargo, algunos animales y plantas no han cambiado de los tiempos en los que los dinosaurios eran reyes de la superficie y siguen vivos. ¿Cómo es posible? ¿Qué características extraordinarias tienen estos animales para mantenerse inalterables durante millones de años?

Txissst!! Noticias En el fondo oceánico se aprecia movimiento. De la cueva, situada a 200 m de profundidad sobre la superficie del mar, han salido unos diez peces. Está oscuro, pero si consigues verlo bien, te darías cuenta del color azul del cobalto, de las manchas blancas y del tamaño de una persona. Nadando lentamente pero sin duda, se sumergen en la oscuridad de los fondos oceánicos y desaparecen. Cada uno por su parte, preparado para una noche de caza. Algo parecido se ha repetido cada noche en los últimos 400 millones de años en la costa africana. Porque los peces descritos son celacantos, uno de los seres más antiguos que sobreviven en la Tierra.

En aquella lejana época en la que los primeros vertebrados salieron del agua y colocaron el pie en tierra seca, los celacantos ya habían llenado bien los océanos del mundo; sus vecinos eran los trilobites y algunos moluscos. El grupo de los celacantos vivió su época dorada hace 200 millones de años, cuando podíamos encontrarla en todo tipo de entornos. Pero desde el Triásico (periodo anterior al Jurásico, que comenzó hace unos 245 millones de años y duró 37 millones de años) la población ha ido disminuyendo y en la actualidad sólo podemos encontrarla en dos lugares: Alrededor de las islas Komore situadas junto a Madagascar y en el mar de Sulawesi o Celebes en Indonesia.

Darwin bautizó fósiles vivos a seres que, como los celacantos, han sobrevivido durante millones de años sin cambiar. Son seres que forman un grupo reducido. Los árboles de Ginkgo (el tipo de árbol que crece en China, utilizado como ornamental) compartían la Tierra con dinosaurios hace 125 millones de años. Los cocodrilos no han cambiado en los últimos 140 millones de años. Los cangrejos en herradura tienen 200 millones de años. Los especímenes del grupo de braquiópodos llamados Lingula llevan 450 millones de años viviendo en profundos mares. Los moluscos del género Neopilina, entre moluscos y lombrices, siguen siendo como eran hace 500 millones de años. ¿Han encontrado una fórmula especial para sobrevivir o son fruto de casualidades felices?

El 99,9% de las especies que han existido en la Tierra han desaparecido en la actualidad. La duración media de vida de las especies pluricelulares oscila entre 1 y 15 millones de años y tienen una historia de 600 millones de años en los que han aparecido, evolucionado y desaparecido las especies. En ese período de tiempo se produjeron 5 extinciones masivas que desaparecieron del 76 al 96% del total de especies que vivían en el momento. La Tierra ha sufrido, además, importantes cambios en sus condiciones físicas y biológicas.

Sin duda, el azar, o mejor dicho, la felicidad, tiene mucho que decir en la conservación de los fósiles vivos. Pero hay que analizar cada caso individualmente. Las lingulas viven en los fondos marinos y la mayoría de las especies similares a ellas sobrevivieron a las extinciones masivas que las provocaron. La clave de su supervivencia puede ser su capacidad de enterramiento y residencia en la arena.

Pero puede ser un acontecimiento de enhorabuena, la clave de la duración del tuatar. Tuatara, Sphenodon punctatus, es un reptil que vive solo en Nueva Zelanda, más antiguo que muchos dinosaurios. Hace 200 millones de años los esfenodontios (reptiles del mismo grupo que el tuatar) vivían en casi todo el planeta. Más de 120 millones de años después, es decir, hace 80 millones de años, Nueva Zelanda se separó del entonces continente de Gondwanaland y, a voluntad del azar, Nueva Zelanda no tuvo mamíferos. La competencia natural provocada por la presencia de mamíferos provocó la desaparición de los esfenodontios en otros lugares, mientras que en Nueva Zelanda se reprodujeron y expandieron sin ninguna presión.

Pero sólo el azar puede explicar la duración de los reptiles y de otros muchos fósiles vivos. Los biólogos que analizan la evolución buscan una estrategia que pueda estar detrás del éxito de estos seres. Una forma de perpetuarse es vivir en todas partes, como los cucarachas. Los cucarachas no necesitan de un entorno concreto para vivir; son animales oportunistas y con gran capacidad de adaptación a diferentes medios. Gracias a ello llevan 250 millones de años en la Tierra. Cuando se han comparado los fósiles vivos con los de los parientes más cercanos a nuestros días, se ha detectado que a menudo son más especializados ecológicamente. Y, por tanto, con mayor riesgo de extinción.

El impal, por ejemplo, no es una reliquia antigua, pero en los últimos 7 millones de años no ha cambiado. Sin embargo, de otros parientes a este tipo de antílopes, se han formado 32 especies diferentes, la mayoría desaparecidas en la actualidad. El Input es un animal totalmente rígido que puede vivir en muchos ecosistemas de África. En caso de alteración de la vegetación, el impacto comerá algo más, mientras que los otros antílopes no podrán sufrir alteraciones y morirán.

Pero la falta de especialización tampoco explica la duración de todos los fósiles vivos. El celacanto está adaptado a las condiciones de vida de los fondos marinos y sólo vive en cuevas volcánicas. Se trata, por tanto, de un animal especializado que ha mantenido su vida firme durante 400 millones de años. ¿Por qué? El celacanto es el animal que menos oxígeno consume de todos los vertebrados. Como consecuencia, su escasa necesidad de alimentos le permite vivir en regiones con muy pocas presas. Estas características permiten al celacanto residir en las cuevas de los fondos marinos en zonas que apenas han cambiado durante millones de años.

El celacanto no es el único fósil que sobrevive gracias a la estabilidad del medio. Hay una bacteria que vive en lugares cálidos y que apareció hace 3,5 billones de años, cuando la Tierra todavía estaba caliente y la vida estaba en sus inicios. Actualmente vive en el parque de Yellowstone en aguas en punto de ebullición y el hábitat de la bacteria es básicamente el mismo.

Otros fósiles vivos, por su parte, han conseguido conservar su forma primitiva porque responden lentamente a los cambios. Los tuatarras, por ejemplo, viven mucho tiempo. Alcanzan la madurez sexual a los 15 años, siguen creciendo hasta los 30 años y viven más de cien años. También los nautilus, parientes lejanos de los pulpos, la única especie que sobrevive al grupo de las coquillas moluscas, dueñas de los mares hace 300 millones de años, tienen una larga vida y se reproducen lentamente en comparación con sus modernos parientes. La proliferación lenta significa que la selección natural les afectará más lentamente, lo que ayuda a explicar por qué no han cambiado a lo largo del tiempo.

Pero también hay fósiles vivos que tienen una vida muy corta y que se reproducen rápidamente, como los cucarachos o las bacterias mencionadas anteriormente. ¿Qué otras explicaciones se pueden buscar para explicar la inevolución de estos seres? Mientras todos los que les rodean evolucionaban, ¿por qué quedaron con su forma? Algunos creen que los fósiles vivientes no se modificaron debido a los riesgos que los propios cambios podían suponer. La teoría se basa en que el organismo de estos seres es tan complejo que una característica no puede cambiar sin destruir otras características. Pero es muy difícil demostrar esta teoría.

Otro factor que puede frenar la evolución es la propia evolución. Algunos biólogos creen que los fósiles vivos llevan millones de años suspendidos biológicamente porque no tienen genes suficientes para mejorar su diseño. Este es el caso de los anfiodos, animales en forma de pequeños peces que habitan los sedimentos marinos. Son muy similares a las criaturas que precedieron a los vertebrados y no han variado desde el período cámbrico (primer período del Paleozoico, que comenzó hace 750 millones de años y duró unos 60 millones de años). Presentan un grado de complejidad potencial con el número de genes que contienen los anfóxidos.

En aquellos primeros momentos del camino evolutivo desde los seres primitivos hasta los vertebrados se produjo una duplicación del número de genes. Pero los anfilios no sufrieron esta duplicación y en la actualidad aún tienen unos 20.000 genes. Los vertebrados que se han formado a continuación tienen unos 70.000 genes. No duplicar el número de genes de los anfóxidos es un misterio que fue un suceso aleatorio o que esconde alguna razón biológica.

Sin embargo, la incapacidad para evolucionar no puede determinar la duración de todos los fósiles vivos, ya que muchos de ellos provienen de grupos de gran biodiversidad. Los cocodrilos, por ejemplo, no han cambiado en los últimos 140 millones de años, pero proceden de un amplio grupo de antiguos depredadores acuáticos con muchas formas, tamaños y formas de vida diferentes. Antiguamente existían cocodrilos con un extremo muy alto y similar al pico de pato, incluso con sapos. Pero toda esa diversidad se perdió y, por una razón desconocida, todos los cocodrilos actuales son iguales. Sea cual fuere el factor que motivó el empate, no se encontró incapaz de evolucionar y dar especies diferentes, ya que en su día fueron capaces.

¿Y cuál es la consecuencia de todo esto? Que el secreto de la especial supervivencia no es único y puede haber tantas razones como especies se conozcan. General o especializada. Vivir rápido o lentamente. Sea simple o complejo. Estar en el lugar adecuado en el momento. Y si todo esto falla, se convierte en una "superespecie" que puede superar cualquier cosa. Las crías de cangrejos en forma de herradura, por ejemplo, son más resistentes a la contaminación que cualquier otro artrópodo acuático; los ginkos cada vez son más frecuentes en las ciudades, ya que soportan bien la contaminación atmosférica.

En lo que respecta a los seres humanos, quizá nosotros también tenemos lo necesario para convertirse en fósiles vivos. O quizás no.

Vida y estadísticas

La duración media de vida de una especie oscila entre un millón y quince millones de años, a quién preguntas. La duración de la vida es diferente para un tipo u otro de organismo: en general, los seres marinos permanecen más tiempo que los seres terrestres, quizá porque el medio marino cambia menos. Los mamíferos, por su parte, se encuentran en la cima de la pirámide, con las mayores velocidades de creación y desaparición de especies. Los mamíferos tienen un tiempo de generación corto y un alto grado de fecundidad, por lo que también genéticamente cambian rápidamente creando nuevas especies. J

al ser aquina, los seres humanos también somos mamíferos. Pero, ¿cuánto es nuestra vida? J. Universidad Princeton El físico Richard Gott calcula que la especie Homo sapiens, la nuestra, tendrá una vida de entre 0,2 y 8,1 millones de años. El cálculo está basado en el tiempo que llevamos ya en la Tierra. Los científicos calculan habitualmente con un nivel de fiabilidad del 95%. Por eso Richard Gott supone que no estamos en el 2,5% ni en el primer ni en el último intervalo de tiempo que le tocará vivir a nuestra especie. Por lo tanto, si los 200.000 años que han pasado por la Tierra están entre el 2,5% y el 97,5%, nos quedan al menos 5.100 años más. A partir de ahí podemos desaparecer en cualquier momento o vivir 8 millones de años. Sin embargo, todos sabemos lo que se dice de las estadísticas.

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