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La capacidad de investigación del trasplante de médula ósea para eliminar el VIH

2018/04/16 Galarraga Aiestaran, Ana - Elhuyar Zientzia Iturria: Elhuyar aldizkaria

Tras recibir un trasplante de médula ósea para tratar la leucemia, el VIH se ha convertido en indetectable en pacientes. El objetivo de Jon Badiola González es aclarar los mecanismos que están detrás de esta conclusión, con la esperanza de que algún día sean aplicables a la terapia anti-VIH. Recientemente ha sido galardonado con el Best Young Abstract Award, otorgado por la asociación europea de trasplantes de sangre y médula ósea.
El hematólogo e investigador Jon Badiola. Ed. Irsi Caixa

Al hablar de su trabajo, Badiola recuerda en primer lugar al “paciente de Berlín”: “Es el caso de una persona que sufrió una curación del sida como consecuencia del trasplante de médula ósea. Ambos padecían leucemia y SIDA y en 2008, ante la inexistencia de otra alternativa, decidieron realizar un trasplante de médula ósea para curar la leucemia. Se encontraron 10 donantes compatibles entre los que había una mutación que impedía el acceso a las células al VIH: Mutación CCR5 Delta32. Se le trasplantó la médula ósea de este donante y el resultado fue óptimo: además de curar la leucemia, lograron eliminar el VIH”.

Badiola explica que esta mutación se documentó por primera vez en algunas prostitutas africanas y que, aproximadamente, el 1% de la población la padece. Es uno de los receptores que utiliza el VIH para acceder al interior de las células: al estar mutado, el virus no puede entrar en la célula, por lo que no puede reproducirse.

Linfocito T infectado por virus VIH Ed. NIAID

En el Hospital Universitario Virgen de las Nieves (Granada) investigan a dos pacientes similares a Badiola Berlingoa, pero tienen la característica de que su médula ósea no tiene esa mutación y, sin embargo, el VIH no se ha podido detectar.

“En el caso del berlingo se puede decir que está curado ya que no toma medicamentos y no se le puede detectar el virus. Tampoco podemos detectar a los pacientes de Granada, pero de momento siguen tomando retrovirales”, ha precisado Badiola.

Tampoco en depósitos

En pacientes que reciben retrovirales es normal que no aparezcan virus en la sangre. Sin embargo, se oculta en depósitos, por lo que no pueden interrumpir el tratamiento. Sin embargo, en estos dos pacientes que han recibido un trasplante de médula ósea, además de en la sangre, también han comprobado los depósitos del virus: leucocitos, médula ósea, líquido cefarlaideo, ileona y glándulas. Ni en sangre ni en depósitos han detectado virus.

Además, de estos pacientes se han inyectado 100 millones de linfocitos a los ratones del laboratorio (ratones modificados genéticamente para la investigación del sida) que tampoco han desarrollado el sida. Parece que el VIH ha desaparecido.

“El siguiente paso es dejar de tomar retrovirales y analizar qué pasa”, adelanta Badiola. Ambos pacientes recibieron el trasplante en 2009 y 2013 y Badiola lleva dos años investigando su caso. Su objetivo final es conocer cómo el trasplante de médula ósea consigue la desaparición del VIH.

Y es que, según Badiola, no es una mera cuestión de mutación de los receptores: La metodología del paciente de Berlín fue probada en otra ocasión y no se completó porque el virus utilizó otro coreceptor, el CXCR4. Por tanto, otros factores influyen en la desaparición del VIH. Estos son los objetivos de la investigación.

Badiola ha querido dejar claro que el trasplante de médula ósea no puede ser un tratamiento contra el VIH: “Estos trasplantes tienen un alto riesgo y con los antiretrovirales hemos conseguido convertir el sida en una enfermedad crónica. Por tanto, en la actualidad, las antirretrovirales son la mejor opción”. Sin embargo, conociendo bien la influencia del trasplante, es posible que en el futuro surjan terapias para imitarlo y para ello está trabajando.

La investigación forma parte del proyecto internacional IciStem. Está dirigido por el Instituto de Investigación del Sida IrsiCaixa (Barcelona) y el Centro Médico de la Universidad de Utretch (Holanda) y financiado por la Fundación anfAR (EEUU).

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