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XIX. El ambiente científico e intelectual del siglo XX, adaptador de Abbadia

1993/08/01 Martinez Lizarduikoa, Alfontso Iturria: Elhuyar aldizkaria

Revolución francesa

A corto plazo se puede afirmar que la influencia de la Revolución Francesa en Antoine Abbadia fue contraproducente, ya que por ello el padre de Antoine se exilió, lo que hizo que nuestro hombre naciera en Irlanda en 1810. Pero la Revolución también tuvo una influencia positiva en la ciencia, y desde esta perspectiva, aunque a largo plazo, la ciencia francesa de la época se desarrolló de forma espectacular. Y llegó hasta la época de Abbadia, con gran influencia en la vida de Abbadia, ya que una de las mayores pasiones de Abbadia fue la misma ciencia.

Revolución francesa. Toma de bastille (1789). J. Acuarela de Hovel.

La Revolución Francesa eliminó las últimas huellas del feudalismo medieval y dio mucha importancia a la ciencia. La consecuencia directa de este ambiente es Lazare Carnot, famoso padre de la termodinámica, o Lavoisier, el impulsor más famoso de la química moderna. En este ambiente se llevó a cabo también la normalización de Pesos y Medidas tan importantes en el mundo industrializado actual mediante la implantación de un sistema métrico decimal. De la mano de la Revolución nacen las nuevas Instituciones de Educación, de las que salieron el químico Gay Lussac o el físico Fresnel, tan conocidos.

Posteriormente, en la época napoleónica, continuó el nuevo estatus alcanzado por la ciencia. Durante la guerra con Inglaterra, Francia sufrió un duro asedio, y la consecuencia directa del bloqueo provocado fue la enorme falta de sosa y azúcar. Pero esto dio un gran impulso a la Química en Francia, que empezó a producir artificialmente lo que negaba el bloqueo. Así, se impulsó especialmente la Química, que durante treinta años fue la rama científica más avanzada del continente europeo.

Después, la contínua guerra iba a causar grandes perjuicios para el sistema social y científico, pero en el segundo caso la ciencia encontró un poderoso compañero en la industria y han estado juntos hasta hoy.

La revolución industrial y los viajes de Abbadia

Zona y castillo de Abbadia.
P. Gascouat

El fracaso de la “Era de la razón” creada por la Revolución Francesa comenzó con las primeras instituciones y acciones del capitalismo moderno. Entre 1830-1870 la productividad creció muchísimo. Los mercados se expandieron constantemente, y en ese ambiente tuvieron gran importancia los viajes geográficos y geológicos para llevar a cabo las colonizaciones de nuevas tierras. Nuestra Abbadia participó en uno de ellos acudiendo a Brasil a realizar estudios de “Geografía física” y con su hermano a Etiopía y Egipto Garai, donde pasó 11 años. Estos viajes abarcaron la mayor parte de la juventud de Abbadia. Francia fue galardonada con la Gran Medalla de Oro otorgada por la Sociedad Geográfica “Societé Geographique de France”.

En el ambiente dinámico de aquella época se dieron avances que hoy consideramos importantes. Inventaron el telégrafo, creando la aplicación industrial de la nueva ciencia eléctrica. Los inventos como el ferrocarril, el barco de vapor, etc. provocaron una nueva clase: Ingenieros y Escuelas Técnicas de Formación de Ingenieros. La ciencia empezó a institucionalizarse con todas sus consecuencias. Esta institucionalización fue muy conocida por Abbadia, al ser elegido socio de París para la “Académie des Sciences”, o cuando la propia academia participó en la geografía de “Bureau des Longitudes”, para luego ser director de ambas.

XIX. Últimos años del siglo XX: ciencia y sociedad

En 1870 Abbadia tenía 60 años y no veía el nuevo siglo que murió en 1897. Durante este tiempo el capitalismo aparece como un sistema maduro pero contradictorio. Las fuerzas productivas las desarrollaron enormemente, pero el paro no cesó de crecer. Se extendió por todos los territorios, pero fue una guerra constante.

Maxwell, James Clerk. XIX. Investigador en electricidad y magnetismo en el siglo XX. A él se debe el gran paso dado para el modelo matemático del campo electromagnético.

XIX. En el último cuarto del siglo XX, a nivel científico, se estaba desarrollando una revolución oculta. Los fenómenos eléctricos y magnéticos, incompatibles con la teoría atomística de Newton, tuvieron cada vez más importancia, provocando una crisis inédita en la ciencia. La solución a esta crisis se dio en 1905 a través de la llamada Teoría de la Relatividad de Albert Einstein. Estos tiempos eran los de las hornos de fabricación de acero y acero, y los de los avances del Electromagnetismo y de las tecnologías aplicadas que de ella se derivan.

En estos temas se podía apreciar la abundancia de laboratorios científicos en cualquier lugar. Alemania dirigía todos los campos científicos y el alemán se convirtió en lengua científica. Fue entonces cuando la ciencia se convirtió en la herramienta del capitalismo. El comportamiento de los científicos románticos (si la ciencia iba a ser liberadora de una ciencia que iba unida a las consecuencias sociales de la ciencia) se descartó, quedando subordinado a la producción industrial. A partir de ahora, la ciencia se convirtió en un oficio “neutro”, aunque todos sabemos que se utilizaba para la ciencia, la explotación y la guerra. Terminó la época de científicos románticos y sabios y comenzó la de tecnócratas. Antoine Abbadia se puede situar entre las románticas.

Al parecer, para él, la ciencia fue una herramienta para observar y conocer mejor la Naturaleza. Cuando murió Abbadia, su forma de entender la ciencia se puede decir que se enterró con él.

Al ser un científico romántico, estuvo interesado y hablaremos de los diferentes campos del conocimiento. Algunas de las áreas que estudió Abbadia son: Magnetismo, Astronomía y Geografía. Como ya hemos mencionado los viajes geográficos, vamos a exponer sus experiencias en otros ámbitos.

Antoine Abbadia y XIX. Fin de siglo: época del magnetismo

XIX. En el siglo XX se conocieron las relaciones entre la electricidad y el magnetismo. El magnetismo fue uno de los campos en los que trabajó Abbadia.

Faraday explicó la relación entre Magnética y Eléctrica mediante la experimentación realizada. Faraday definió por primera vez en occidente el concepto de zona (ente que ocupa todas las rendijas del espacio). A su muerte (1867) toma el testigo el físico escocés James Clerk Maxwell. Esto, el campo electromagnético que teorizó Faraday, lo explicó matemáticamente, convirtiendo el campo que antes era misterioso en útil y manipulable. En pocos años el físico Hertz descubrió la forma de producir artificialmente las vibraciones del campo electromagnético y se abrió el camino a las comunicaciones inalámbricas.

Llegó la época de la onda electromagnética y el dominio de la mecánica de Newton decayó en favor de la nueva física. La tecnología electromagnética basada en el concepto de zona se extendió por todo el mundo. Pero había un problema que surgió con tanta fuerza en la nueva física. Si el campo electromagnético es un conjunto de ondas electromagnéticas que vibran, ¿cuál es el medio en el que se producen estas vibraciones?. La mecánica es muy limpia al respecto: si hay vibraciones es porque un soporte está vibrando. ¿Cuál es el medio que vibra en el electromagnetismo? Nadie sabía qué era ese misterioso entorno, porque nunca se detectó. Ese fantasma fue llamado “etere”. Para responder a este problema, Albert Einstein escribió más tarde la Teoría de la Relatividad.

Nuestra Antoine Abbadia fue testigo de aquella nueva Física. Fue alumno del prestigioso físico Arago, durante el estudio de su identidad ondulatoria sobre la luz. Estos estudios se verían más tarde relacionados con el descubrimiento del éter. Con 26 años, cuando Faraday tenía 45 años y el concepto de zona era recién nacido, Abbadia se fascinó por el magnetismo, cayendo en pura metafísica. No es de extrañar, por tanto, que Abbadia considere el magnetismo como un recurso para predecir la vida.

La afición de Abbadia aparece en la carta publicada en la revista “Le Courrier de Bayonne” (27-III-1897). En dicho escrito se explica la fe de Abbadia en el magnetismo y se explica cómo se cumplió lo que un sonámbulo le predijo dos años antes. Sin embargo, desde el punto de vista científico hay que valorar su viaje a Brasil para aprender magnetismo.

Sin embargo, aunque Abbadia gustaba de todas las ciencias, el que más amó, junto con el euskera, fue la astronomía.

Abbadia y astronomía

Para identificar a la abbadia con una rama de la ciencia, sin duda, hay que ser con la astronomía.

XIX. A principios del siglo XX, gracias al trabajo de Herschel, el Sol de nuestro Sistema Solar, que era uno más de los miles de millones de estrellas normales, estaba ya extendido entre los eruditos. Incluso sabían que todas las estrellas formaban un gran universo de forma elipsoidal. Cuando Abbadia tenía 30 años, las distancias entre las estrellas alrededor del Sistema Solar ya estaban calculadas con gran precisión mediante la parálisis.

En 1870 Abbadia instala un precioso telescopio en el castillo de Hendaia. Para entonces el universo se consideraba que podía estar compuesto por 300.000 millones de estrellas, y que el tamaño de este universo gigante era de 8.000 años luz en el eje más largo y de 1.500 años luz en el eje más corto. Para calcular este tamaño era imprescindible calcular las distancias exactas a las estrellas que nos rodean, para lo cual las estrellas debían situarse en posición exacta en el amasado. Este tipo de trabajo se podía realizar, aunque en menor medida, con el utillaje que tenía en la casa de Hendaia.

Aunque no hay ningún documento escrito, podría pensarse que en el País Vasco de la época (en la segunda Guerra Carlista y entre mil sufrimientos y enfrentamientos) había un vasco que miraba hacia el oro, tratando de encontrar en el cosmos respuestas que no encontraba en la tierra. Sabiendo que aquel vasco era consciente de cómo valoraba Euskal Herria la historia que vivió en aquellos tiempos me parece un desastre. Todavía hoy, nuestro querido Pueblo, que a menudo sigue mirando su ombligo, porque en la galaxia llamada Vía Láctea, compuesta por 300.000 millones de mundos, nosotros seríamos nosotros mismos centros. Con Abbadia, pionera en la mentalidad del cosmos, tenemos la deuda intelectual los que hoy nos ocupamos de la astrofísica y de la cosmología, que en los momentos más difíciles hizo posible actuar en la mentalidad del pensamiento.

Abbadia XX. desde la perspectiva del siglo

La vida y las actividades de Abbadia, XX. Desde el siglo XX nos llevan a unas conclusiones. Por un lado, Abbadia no fue un científico profundo. Quiero decir que, pese a ser un material científico, no se destacó en ningún ámbito: ni en astronomía, ni en geografía ni en física. En lugar de ser analítica y especialista, parece que la ciencia le interesaba como cultura. Recurrió a los estudios sintéticos en lugar de a los analíticos. Es decir, las últimas noticias de la ciencia atraían especialmente su interés.

Mirador del Castillo de Abbadia. La astronomía tuvo un lugar muy importante en la vida de Abbadia.
P. Gascouat

Otra pregunta que surge es por qué, siendo un científico y vascófilo apasionado, no vinculó estos dos campos? ¿Por qué no trabajó la ciencia en euskara para poder extender vuestro conocimiento científico al pueblo?.

Por otra parte, no debemos olvidar que en aquella época el euskera se utilizaba principalmente para hablar y no para escribir. El euskera unificado no estaba todavía sustanciado y en nuestro País el euskera no tenía tradición en temas científicos. ¿Cómo escribir artículos o libros científicos sin lectores? Es más, ¿cómo escribir si no había normas y costumbres para escribir?. Todavía hoy en día, no hay más que ver las dificultades que tiene la escritura y la lectura científica para detectar los obstáculos con los que se encontraría.

Tercera idea para terminar. La vida y la obra de Abbadia nos han marcado un camino interesante. Este camino supone un mensaje moderno, es decir, es posible ser euskaldun (con euskera) y estar formado y vestido en temas punteros (desde el punto de vista científico) en cada época histórica. Abbadia amó mucho a su Pueblo, pero también a la ciencia de la época. Ambas tendencias le llevaron a vivir por la mitad. Culturalmente (en lo que se refiere a la cultura de la ciencia) vivía en un País atrasado y alineado con la ciencia más avanzada (pero muy alejada de la práctica diaria del País Vasco). ¿Cómo compaginar ambos aspectos?

En la historia de Euskal Herria la lucha entre estos dos aspectos ha sido siempre dura. Muchos de los pueblos han tenido que elegir una de las dos, y muchas veces esa dicotomía ha llegado a la política y a la vida cotidiana. ¿Modernidad o vasquismo? ¿Cultura popular o científica? A través de estas líneas, quienes no creemos en esta dicotomía debemos reivindicar el papel precursor de Abbadia. Es posible ser vascófilo, amar a este pueblo y ser progresista, sabio y amante de la ciencia. La semilla que sembró Abbadia nos corresponde.

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