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Sophie Germain, matemática oculta

2011/02/01 Etxebeste Aduriz, Egoitz - Elhuyar Zientzia Iturria: Elhuyar aldizkaria

Ed. Manu Ortega

París, 1789. Mientras la revolución estalla en las calles, la joven Sophie de 13 años lleva días sin salir de su casa. Está en la biblioteca de su padre, leyendo un libro.

Cuando llegó el soldado romano, Arquímedes se centraba en un problema con un diagrama dibujado en la arena. El soldado le pidió que rendara, pero Arquímedes no le hizo caso, el problema era más importante. "No estropee mis círculos", dijo. Entonces el soldado mató a Arquímedes con espada.

Sophie quedó fascinada por el relato de la muerte de Arquímedes. Si la matemática suscitó tal pasión en Arquímedes, hasta olvidar la realidad de su entorno, debía ser realmente interesante. Desde entonces, Sophie Germain comenzó a tragar todos los libros de matemáticas que encontraba.

A los padres no les gustó nada la nueva afición de su hija. Una niña aprendiendo matemáticas, no era adecuada. Y a su hija le prohibieron leer estos libros. Pero ya tenía el hilo de las matemáticas dentro. Intentando huir de la prohibición de sus padres empezó a leer por la noche. Cuando se enteraron de ello, tras meter al joven en la cama, comenzaron a quitar la ropa y la luz para que no se levantara. También se enfrentó a ello; al acostar a sus padres, a la luz de unas velitas que guardaba con mantas y escondidas, Sophie siguió saciando su pasión.

Una mañana, cuando encontraron a su hija dormida en su escritorio, envueltos en la manta, con la tinta congelada en el tintero y el cuaderno lleno de cálculos, se dieron cuenta de que la pasión de su hija era real y comenzaron a ceder.

En 1794, cuando Mademoiselle Germain tenía 18 años, abrieron en París la École Polytechnique. Para Germain hubiera sido un lugar perfecto para estudiar matemáticas, pero por supuesto era sólo para hombres. En aquella academia se podía pedir apuntes sin tener que ir a clase y enviar por escrito los resultados de los problemas, etc. Germain toma el nombre de un alumno que abandonó la academia: Monsieur Antoine-August Le Blanc. Obtuvo apuntes y escribía a École Polytechnique firmando con el nombre de Monsieur Le Blanc.

Uno de los profesores de la Academia, Joseph Louis Lagrange, se apropió del trabajo brillante de Le Blanc y quiso conocer a aquel joven. Germain no pudo ocultar su verdadera identidad. Lagrange se quedó sorprendida al enterarse de que era una mujer, pero no la acogió mal, más aún, le ayudaría a Germain a avanzar en el mundo de las matemáticas.

Poco a poco, Germain pasó de los problemas escolares a la investigación real. Le interesó la teoría de los números y empezó a trabajar con el último teorema de Fermat. Después de varios años, necesitaba mostrar su trabajo a alguien experto en teoría de números. Y decidió escribir a lo mejor, el alemán Carl Friedrich Gauss.

Por miedo a que Gauss no tomara en serio a una mujer, volvió a firmar la carta con el nombre de Le Blanc. En la misma carta se puede ver el respeto que hizo a Gaus: "Desgraciadamente mi mente no iguala mi enorme apetito, y siento una especie de temor por molestar a un genio, cuando no tengo nada que atraer su atención, más que una admiración que comparto con todos sus lectores". Pero de hecho tenía mucho más que admiración para ofrecérsela y Gauss le respondió: "Me alegro de que la aritmética haya encontrado en ti a un amigo tan hábil". Continuaron escribiendo cartas.

Hacia 1807 las tropas napoleónicas estaban ocupando la ciudad alemana de Braunschweig, donde vivía Gauss. Germain, pensando que Gauss podía acabar como Arquímedes, escribió al general Pernety, amigo de la familia, para pedirle que asegurase la seguridad del matemático. Así lo hizo el general y le contó a Gauss que vivía gracias a Sophie Germain. Gauss se sorprendió porque nunca había oído el nombre.

En la siguiente carta, Germain le confiesa la verdad a Gauss con recelo. Gauss quedó fascinado: "Cómo describir mi admiración y fascinación al ver la metamorfosis de mi estimado Monsieur Le Blanc... El fascinante encanto de esta ciencia supremo sólo aparece para aquellos que tienen el ánimo de sumergirse a fondo en ella. Pero cuando una mujer, por ser de este sexo, por nuestras costumbres y prejuicios, tiene millones de dificultades para formarse en estas investigaciones espinosas que los hombres, consigue superar esas barreras y llegar a las partes más ocultas, entonces no hay duda de que tiene el coraje más noble y el talento único; y que estamos ante un gran genio."

Germain hizo importantes aportaciones al último teorema de Fermat. Y luego abandonó la matemática pura y se acercó a la física. Tuvo mucho que ver en ello una exhibición del físico alemán Ernst Chladni en 1808 en París. Chladnik, una lámina de metal que contenía un poco de arena, fue accionada por un arco de violín, y las resonancias así generadas hacían que los restos fueran figuras extrañas. Ante este fenómeno, la Academia de Ciencias de París puso un premio especial a quien "proporcionaba la teoría matemática de la vibración de las superficies elásticas y comparaba la teoría con las evidencias experimentales".

Sólo Germain presentó un trabajo. No ganó el premio porque tenía algunos errores, era evidente que no tuvo formación formal. Pero la aproximación era directa. Y con la ayuda de Lagrange, corrigió errores y tras presentar otros dos trabajos, finalmente obtuvo el premio.

La parte más importante de ganar este premio fue abrir el círculo de los mejores matemáticos. Sin embargo, al principio no le permitieron asistir a las sesiones de la Academia, ya que las mujeres tenían prohibida la entrada si no eran las mujeres de sus compañeros. Siete años después se rompió esta tradición: Germain se hizo amigo de Joseph Fourier y como secretario de la Academia Fourier consiguió abrir esas puertas a Germain.

Germain siguió trabajando en matemáticas y en filosofía hasta que en junio de 1831 murió afectado por el cáncer de mama. En su certificado de defunción le pusieron rentière, no matemático o científico, rentista.

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