En la frontera entre sexos
2004/07/01 Lexartza Artza, Irantzu - Elhuyar Zientziaren Komunikazioa Iturria: Elhuyar aldizkaria
Definir el sexo de las personas no es tan simple como parece. Los científicos se están definiendo cada vez más al respecto, pero si nos limitamos a dos opciones, no es fácil dar una respuesta circular.
Está generalmente aceptado que el sexo biológico está marcado por un par de cromosomas. Los seres humanos normalmente tenemos cuarenta y seis cromosomas, veintitrés de padres y otros tantos de madres, organizados en parejas. Veintidós de estas parejas carecen de funciones de determinación de sexo. Este trabajo lo realiza el par 26 mediante cromosomas X e Y.
Para crear mujer, padre y madre dan un cromosoma X para formar el par XX. Para la creación del hombre se forma el par XY con el cromosoma X por la madre y el cromosoma Y por el padre.
Aunque la imagen cromosómica completa o cariotipo está definida desde la creación, en todos los embriones humanos hay tejidos para desarrollar ambos sexos en las primeras semanas. Cuando el embrión tiene unas ocho semanas, comienza una cadena de eventos bioquímicos para desarrollar caracteres sexuales según cromosomas.
En embriones con cromosoma XY este proceso es iniciado por el gen SRY del cromosoma Y. Este gen es similar a un interruptor general. Cuando está en marcha, enciende otros genes, como el SOX-9, para comenzar a formar la gónada macho o los testículos. Al mismo tiempo, los tejidos femeninos presentes en el embrión empiezan a desaparecer, ya que no reciben órdenes de desarrollo.
En los embriones XX no hay SRY. No hay, pues, su señal y otros genes inician el desarrollo de las gonadas femeninas u ovarios. En esta situación, los tejidos masculinos son los que empiezan a desaparecer.
Una vez desarrolladas las glándulas sexuales, éstas fluyen hormonas en la sangre y llegan a todas las células del embrión. Son sustancias químicas potentes que provocan, entre otras cosas, el desarrollo de los genitales externos e internos.
Los andrógenos, por ejemplo, controlan el desarrollo de caracteres sexuales secundarios masculinos. En las mujeres predominan las hormonas estrógena y progesterona. Las hormonas femeninas y masculinas, en cualquier caso, aparecen tanto en hombres como en mujeres, siendo la cantidad la que limita su influencia.
Todos estos procesos dan lugar a la formación de caracteres sexuales femeninos o masculinos: gonadas, genitales, caracteres sexuales secundarios... y cuando el bebé nace la sociedad lo sitúa en uno de los dos lados de la frontera: la chica o el chico.
Incidencias cromosomas y genes
Sin embargo, los casos que no cumplen este modelo son menos frecuentes. En el desarrollo de cromosomas, genes y caracteres sexuales pueden existir numerosas variaciones, muchas veces alejadas de divisiones rígidas y limitadas.
Muchos creen que los cromosomas no dejan lugar a dudas. En ocasiones, el sexo según los cromosomas no se corresponde con los órganos sexuales. Por diferentes motivos, XX son hombres y XY mujeres, así como personas con combinaciones cromosómicas más complejas.
Además, si no aparecen problemas clínicos, muchas de estas personas nunca sabrán que sus cromosomas y su sexo fisiológico no coinciden.
Si hay una mutación en el gen SRY, que inicia el desarrollo de la gónada macho, u otro gen que influye por su orden, por ejemplo, se pueden crear mujeres con cromosomas XY. En estas circunstancias, la persona parece ser mujer, pero si se realizan pruebas cromosómicas se explicaría que es hombre.
Las mujeres XY también pueden estar afectadas por el síndrome de no sensibilidad al andrógeno (AIS). Uno de cada 10.000 padece este síndrome, en cuyo caso no hay daño o mutación en los cromosomas sexuales, sino en el receptor de andrógenos (AR).
Tras la formación de los testículos comienza la producción de esta hormona, pero las células no reaccionan ante ella y no desarrollan las características de los hombres. La falta de sensibilidad puede ser total o parcial. Cuando es completo predomina la influencia de las hormonas femeninas y las características externas son totalmente femeninas.
Uno de cada 20.000 hombres tiene XX cromosomas. Tienen cariotipo femenino y ovarios. Los genitales externos son ambiguos o masculinos. Una de las causas es el exceso de andrógenos durante el embarazo.
Otro motivo puede ser la transferencia del gen SRY del cromosoma Y a X. Esto puede deberse a que algunos genes presentes en X e Y son muy similares. En estos casos, el espermatozoide que se une al óvulo puede dar al embrión el cromosoma X y formar una mujer cromosómicamente, pero las órdenes de la SRY provocarán el desarrollo de los órganos masculinos.
El número de cromosomas también varía en algunas personas. Aunque normalmente son 46 cromosomas, pueden producirse monosomía (un solo cromosoma) o trisomía (tres cromosomas) en los que se necesitaría un par de cromosomas. Cuando ocurre en cromosomas sexuales es imposible indicar sexo con la norma XX y XY.
La monosomía X, o síndrome de Turner, aparece en una de cada 2.000 chicas. En total sólo tienen 45 cromosomas y a menudo tienen problemas de desarrollo.
Por otro lado, una de cada mil mujeres tiene cromosomas XXX (Trisomía X) y una de cada mil hombres tiene cromosomas XXY (Síndrome de Klinefelter).
En el caso de estos últimos se puede ver cómo se puede mezclar la cuestión de los cromosomas. El cromosoma Y representa la masculinidad y el hecho de que X sean dos representa la femenino. Por otro lado, tienen órganos masculinos de reproducción, pero también desarrollan rasgos sexuales secundarios femeninos.
También se ha producido la presencia de cromosomas 4 y 5, o la modificación del número de cromosomas de unas células a otras. Cada caso tiene una influencia diferente en el desarrollo de los caracteres sexuales.
El sexo en cuestión
Por cromosomas o por otras razones, hay personas con gonadas o órganos sexuales externos mezclados. A pesar de su rareza (1 de cada 100.000), existen casos clínicamente denominados “hermafroditas reales”. Están dotados de ovarios y de tejidos para desarrollar testículos, y muchas veces tienen un ovario en un lateral y un testículo en el otro, o obotestis, una gonada que une ambos.
Por otro lado, se estima que en dos de cada 10.000 nacimientos también es difícil fisiológicamente decir cuál es el sexo. Estos niños tienen genitales ambiguos, y sus características externas no son masculinas o femeninas, sino una mezcla. Son los llamados recién nacidos intersexuales, y en estas situaciones lo más habitual es que los padres elijan uno u otro.
Para potenciar esta alternativa se toman las medidas necesarias, incluida la cirugía. Sin embargo, algunos expertos consideran que esta solución es peligrosa, ya que no es fácil tomar la decisión adecuada.
Por tanto, el sexo de varias personas es diferente en cromosomas, genes o aspecto externo. En otras ocasiones, por sus características, es difícil de decir.
Si los seres humanos tienen que ser necesariamente machos o hembras, los científicos tendrán que convencer a qué dar importancia cuando todos los caracteres sexuales no coinciden o están mezclados. A esto hay que añadir los casos de personas con sexo biológico claramente definido pero con una identidad sexual incompatible.
Sexo variable
No todas las especies con dimorfismo sexual establecen lo mismo.
Hay quien tiene cromosomas sexuales, pero no siempre tienen el mismo significado. Un individuo (XX) que tiene los mismos cromosomas en el ser humano es una mujer y otro hombre (XY) diferente. En los pájaros ocurre lo contrario. Sus cromosomas sexuales se denominan M y N. MM es un pollito macho que nace con cromosomas y MN es una hembra.
Por otra parte, algunos reptiles, anfibios y peces carecen de cromosomas sexuales. En la mayoría de los casos, el ser macho o hembra está marcado por el medio y, en ocasiones, el sexo depende de la temperatura de los huevos.
Algunos tipos de peces varían de adulto según la población. Si hay demasiados machos, algunos se convierten en hembras y viceversa.
Verificación sexual en Juegos Olímpicos
En los Juegos Olímpicos se realizaron tests sexuales a todas las mujeres que quisieran participar durante treinta años. A través de estas pruebas el deportista tenía que demostrar que era mujer para no tener ventajas con los demás.
En la historia de los juegos modernos se han conocido algunos casos de hombres que participaron en pruebas femeninas, por lo que se establecieron tests de verificación de sexo. Estas pruebas, sin embargo, han sido muy discutidas. Por un lado, muchos consideraban que vulneraban los derechos de las mujeres. Por otro lado, también se ha criticado el valor científico de los tipos de pruebas.
Aunque inicialmente se utilizaron observaciones directas, pronto fueron sustituidas por un test de cromosoma. Para ello se analizaban las células de la mucosa bucal para detectar la presencia de cromosomas XX.
En estos test, sin embargo, las mujeres con un único cromosoma X o XY con falta de sensibilidad al andrógeno (AIS) tenían un resultado negativo. A pesar de no tener ventajas con otras mujeres, perdían el derecho a participar. Por otra parte, los hombres con Síndrome de Klinefelter (XXY) darían positivo al tener dos X.
Para evitar este tipo de problemas se estableció un test genético en la década de los 90 para sustituir el test de cromosoma. Test de detección de gen SRY masculino. Sin embargo, los falsos positivos eran posibles. Hay mujeres con genes teóricamente masculinos.
En el debate de la necesidad de pruebas, en el que se cuestiona la eficacia, y ante la cantidad de dinero a gastar, se suspendieron las pruebas antes de los juegos del año 2000. Se decidió que las ventajas ilegales se podían detectar en los controles de doping.
En los Juegos de Atenas, por primera vez, los transexuales también tendrán derecho a participar oficialmente si han transcurrido al menos dos años desde el cambio de sexo, se ha realizado tratamiento hormonal y el cambio está legalmente reconocido.
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