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¿Por qué algunas personas se enterraban en dólmenes y otras en cuevas?

2017/09/27 Agirre Ruiz de Arkaute, Aitziber - Elhuyar Zientzia Iturria: Elhuyar aldizkaria

Ed. Teresa Fernández-Crespo/UPV

Investigadores de la UPV-EHU y de la Universidad de Oxford han realizado un estudio para conocer mejor los hábitos funerarios neolíticos en diferentes lugares de la Rioja Alavesa. Y es que todavía no saben por qué enterraban a personas en dólmenes y cuevas. A pesar de que tienen que investigar más, hay evidencias de que en el Neolítico pueden existir ya desigualdades socioeconómicas entre las personas que podrían ser la causa de las diferentes inhumaciones. Así lo dice el trabajo publicado en la revista científica PLOS ONE.

La investigadora de la UPV-EHU Teresa Fernández-Crespo inició la investigación en los alrededores de la Sierra de Cantabria. Estudió 166 esqueletos humanos del neolítico tardío para detectar posibles diferencias en la dieta de unos y otros. “Comer es una necesidad fisiológica, pero a la vez la dieta está condicionada por la sociedad y la cultura. Por eso pensamos que estudiar la dieta nos daría pistas para saber quiénes eran esas personas” –ha señalado la investigadora–.

Los resultados de los isótopos de nitrógeno y carbono indican que las dietas de ambos grupos eran similares, principalmente consumiendo cereales (trigo y cebada) y ganado (vacuno y ovino). Pero hay una diferencia llamativa: los enterrados en cuevas presentan un menor valor del isótopo del carbono.

Teresa Fernández-Crespo ha relacionado esta diferencia con la ubicación de cuevas y dólmenes. “Las cuevas se encuentran en las laderas de la sierra de Cantabria y los dólmenes en el valle. Estas zonas de la sierra son más boscosas que las del valle, por lo que los valores de carbono de las plantas son más pobres. También serán más pobres en carbono los animales que se alimentan de estas plantas y las personas que se alimentan de ellas”.

Ed. Teresa Fernández-Crespo/UPV

La diferencia de carbono que se ha observado en los huesos del Neolítico puede ser el reflejo de dos situaciones: una alternativa es la de ser dos comunidades con hábitos de enterramiento y economías diferentes, y la otra, formar parte de una misma comunidad pero con estatus socioeconómico diferente. “Es posible que los enterrados en las cuevas tengan menos estatus y, por tanto, no puedan acceder a los fértiles terrenos del valle, y que los enterrados en los megalitos, como la construcción del sepulcro suponía una gran inversión de trabajo, fueran de mayor estatus y podían acceder a las tierras más ricas para la agricultura” –dice Fernández-Crespo.

A partir de ahora se investigarán los isótopos dentales para determinar si esta última hipótesis es correcta. “Los dientes, a diferencia de los huesos, son estables y no se modifican con los años. Por ello, son una muestra de la dieta de la infancia en la época en la que se estaban produciendo los dientes”, explica la investigadora. “De este modo, aclararemos si estas diferencias son congénitas y, por tanto, si son dos comunidades diferentes, o si son diferencias que se producen al llegar a la edad adulta y, por tanto, si son miembros de los dólmenes que con los años han adquirido un estatus social mayor”.

Fernández-Crespo empezó a investigarlas en su tesis doctoral y ya vio que en los dólmenes se enterraban más hombres adultos, y en las cuevas más mujeres y niños.

A pesar de las dudas, el trabajo publicado ha puesto sobre la mesa una nueva forma de entender los hábitos funerarios del Neolítico. No sólo eso, sino que ha lanzado una nueva pregunta en la comunidad científica: ¿Se puede situar el inicio de las desigualdades socioeconómicas en la Europa occidental, en el Neolítico?

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