}

Móviles nocivos

2000/05/14 Carton Virto, Eider - Elhuyar Zientzia

Los teléfonos móviles han crecido más rápido que los hongos en los últimos años y hoy los podemos ver en cualquier rincón. Los móviles generan filis y fobias, pero también tienen efectos sobre la salud

Casi cualquiera lleva en el bolsillo, en la bolsa o al descubierto el teléfono móvil, y muchos lo tienen pegado al oído durante todo el día, ya que sería una extensión natural del oído. En poco tiempo han pasado de ser unos individuos a ser plagas y han suscitado numerosas controversias sociales relacionadas con el uso y la salud. Dónde, cuándo y cómo usar el teléfono móvil depende del respeto de cada uno a su prójimo, pero este no es nuestro debate. Hoy queremos aclarar si los teléfonos móviles que son epidemias son o no peligrosos para la salud.

Sin respuesta

Sin embargo, no se puede aclarar lo que todavía no saben los investigadores. Porque en este momento en que estás leyendo estas líneas no se puede afirmar ni una ni otra. Es decir, todavía está por demostrar que los teléfonos móviles dañan la salud, pero tampoco se puede decir que no lo dañen. No se han encontrado indicios de que los teléfonos móviles provocan y agravan enfermedades como el cáncer, ni de que las ondas emitidas por los móviles "cuecen" el cerebro.

No podemos negar que la televisión, la radio, los ordenadores, los radares, las microondas y otros muchos instrumentos que se utilizan en la industria, la telecomunicación y la medicina no nos han facilitado la vida. Por ejemplo, viajar en avión gracias a los radares es mucho más seguro. Sin embargo, algunos informes científicos han sugerido que los campos electromagnéticos creados por estos aparatos pueden causar cáncer, aumentar las pérdidas de fecundidad y memoria y perturbar el crecimiento de los niños. La sociedad ha respondido con preocupación a los informes.

Sin embargo, no se ha comprobado lo dicho en estos informes, y si bien es conocido que los campos electromagnéticos tienen efectos biológicos, el nivel de radiación que recibimos en casa o en la calle puede ser demasiado bajo para notarlo. Sin embargo, es necesaria la verificación de todos ellos, por lo que la Organización Mundial de la Salud puso en marcha en 1996 un ambicioso proyecto que analizará los efectos de los campos electromagnéticos sobre la salud y el medio ambiente. 40 países participan en el Proyecto Internacional de Campo Electromagnético y las investigaciones concluirán en 2005. Hasta ese momento, por tanto, no podremos saber si los teléfonos móviles son nocivos para la salud.

Espacios por doquier

La longitud de onda y la frecuencia (siendo inversamente proporcionales) son las principales magnitudes que definen los campos electromagnéticos. Se trata de magnitudes muy importantes, ya que áreas de distinta frecuencia afectan de forma diferente al cuerpo.

El campo electromagnético está formado por ondas muy regulares que se desplazan a la velocidad de la luz. La frecuencia es el número de oscilaciones por segundo. La longitud de onda sería la distancia entre una onda y la siguiente. Si el cuerpo fuera una playa y las ondas electromagnéticas fueran olas que llegan a la playa, el número de olas que llega por segundo sería la frecuencia del campo y la distancia de onda entre una ola y la siguiente. Las olas que llegan a la playa son muchas o pocas, no es lo mismo, ya que la costa no se adapta igual. Estas dos magnitudes están relacionadas con la energía de la zona, ya que a la alta frecuencia corresponde una energía elevada y a la baja una energía menor. Dependiendo de la energía que tenga, afectará al cuerpo de una manera u otra.

La frecuencia de los campos electromagnéticos que recibimos los seres humanos del entorno no es siempre la misma. De la red eléctrica y de los aparatos eléctricos recogemos una zona de muy baja frecuencia, algo mayor de las pantallas y sistemas de seguridad de los ordenadores y una zona de mayor frecuencia de radio, televisión, microondas, radar y teléfonos móviles. Tenemos alrededor once fuentes de campos electromagnéticos, pero eso no quiere decir que todos sean nocivos. Y es que, dependiendo de la distancia, los campos electromagnéticos pierden fuerza muy rápidamente y alejarse unos centímetros de la fuente es suficiente para reducir considerablemente la radiación recibida. A 30 centímetros, por ejemplo, la radiación es 100 veces más débil.

Calentando la cabeza

Como ya se ha indicado, los teléfonos móviles emiten una zona de gran energía y además los tenemos muy cerca del cuerpo. Por ello, podrían ser más peligrosos que otras fuentes. En este caso hay dos fuentes de radiación: el teléfono y la antena terrestre y las estaciones. Las antenas suelen colocarse en los tejados o en la torre de los edificios, a una altura de entre 15 y 50 metros. Estas antenas emiten ondas que se desplazan paralelas a la tierra, pero en la superficie terrestre y en zonas accesibles al público, el nivel de radiación está por debajo del nivel de riesgo.

La radiación emitida por las antenas depende, además, del número de llamadas que se estén realizando y de su distancia. No obstante, se considera peligroso que se encuentre a una distancia igual o inferior a un metro a la altura de la antena. Las principales fuentes de radiación eran las estaciones que emitían ondas de radio y televisión antes de que proliferaran los teléfonos móviles, y las antenas para teléfonos siguen aumentando poco la radiación que recibíamos. Y es que las señales telefónicas están al mismo nivel o por debajo de las señales de radio y televisión.

Sin embargo, el usuario del teléfono móvil recibe niveles de radiación mucho mayores, ya que tiene el teléfono muy cerca de la cabeza y la cabeza absorbe mucha energía de la pequeña antena del teléfono. La absorción de energía calienta la cabeza. Pero no sólo eso, si la antena se coloca contra la cabeza, la cabeza también absorbe las ondas emitidas por la antena del teléfono. Las ondas no llegan a la estación y la estación ordena al teléfono que envíe una señal de mayor fuerza. En consecuencia, la cabeza absorberá más energía y se calentará más. En todas las investigaciones realizadas se ha detectado el siguiente aumento de temperatura localizado. Sin embargo, los investigadores consideran que el cambio de temperatura no es perturbador, ya que la temperatura que se da en el cuerpo a lo largo del día equivale a variaciones normales.

Respecto a otros efectos de los teléfonos móviles, nada está claro. Aunque se ha sugerido que pueden causar cáncer cerebral o confundir el funcionamiento del cerebro y las neuronas, no hay evidencia científica que pueda confirmar estas hipótesis. Tampoco se puede decir que puede provocar pérdidas de memoria. Sin embargo, y por si acaso, no estaría de más ser prudente.

Evitar las llamadas de media hora desde el teléfono móvil y, si se desea, utilizar auriculares. De hecho, a 30 centímetros de su origen la fuerza del campo electromagnético es 100 veces menor. Yo, por lo menos, tomaré una moneda de 25 pesetas y llamaré desde la cabina la próxima vez.

Publicado en el suplemento Natura de Gara

Gai honi buruzko eduki gehiago

Elhuyarrek garatutako teknologia