MICORRIZAS: ¿Son salvadores del ecosistema terrestre?
1995/12/01 Duñabeitia, Miren Karmele | Salcedo Larralde, Isabel Iturria: Elhuyar aldizkaria
En el momento en que se produce esta asociación, ambos componentes pueden beneficiarse de ciertos beneficios; la planta proporciona al hongo compuestos carbonosos post-fotosíntesis y facilita, entre otras cosas, la obtención de elementos minerales y agua.
Estrellas de las últimas décadas
La mayoría de las plantas corpóreas (95%) tienen sus raíces asociadas a uno o varios tipos de hongos (figura 5). Estas raíces pavimentadas se conocen como micorrizas. La palabra proviene del griego mukes onddo y rhiza sustrai.
Por los motivos que expondremos más adelante, la sociedad ha puesto los ojos en dos elementos, a veces fomentando la producción del hongo y a veces la de los árboles.
A medida que se profundiza en los estudios sobre las micorrizas, se van añadiendo los tipos de micorrizas que se distinguen por sus características morfológicas y anatómicas, así como la identidad de los hongos que participan en la asociación. Si inicialmente las micorrizas se clasificaban en dos grupos principales, en la actualidad se pueden distinguir siete grupos. En cualquier caso, siguen siendo fundamentales los tres grupos siguientes: micorriza ecotrófica o ectomicorriza, micorriza endotrófica o endomicorriza y micorriza endotrófica o ectendomicorriza
Recordemos el ciclo de vida de estos hongos para conocer la función de cada estructura. Los hongos son seres vivos heterótrofos, por lo que se aprovechan de otros seres vivos para obtener compuestos de carbono; los hongos micorrícicos, gracias a su estructura micorrídica, obtendrán compuestos a partir de las plantas; los hongos son utilizados como fuente de energía para el crecimiento de sus cuerpos vegetativos, el micelio. Sólo se convertirán en carpóforos ante ciertas condiciones especiales que liberarán las meiosporas, es decir, las unidades de dispersión.
Morfología y anatomía
Es relativamente fácil diferenciar la morfología de ciertas raíces micorrizadas de la raíz secundaria no micorrizada. Sin embargo, para diferenciar a otros es obligatorio el uso del microscopio. La clasificación antes mencionada se basa en la ubicación de los hifas transversales a la raíz.
Las ectomicorrizas son fácilmente separables. El hongo desarrolla una llamativa capa llamada “casquillo” alrededor de las raíces secundarias. Asimismo, los hifas de los hongos se introducen en la corteza de la raíz y sólo se desarrollan entre las células. La red que desarrollan los hifs se denomina Hartig (Figuras 2 y 3). Sólo un 3% o 5% de las plantas conocidas desarrollan ectomicorriza, aunque juegan un papel destacado en la actividad forestal.
La endomicorriza puede tener una malla fina en el exterior de la raíz, pero es evidente a lo largo de los tejidos de la misma; generalmente forman intracelularmente vexículas y arbustos (Figura 2). Este tipo de micorriza es el más extendido entre las plantas y el 90% de las plantas que conocemos tienen endomicorrizas. Su papel en la agricultura es de suma importancia.
La ectendomicorriza reúne las características de los dos grupos anteriores: además de la funda, se introduce en las células de las raíces, donde se separan las espirales hifas (Figura 2). Este tipo de micorriza se ha observado en varios árboles y arbustos y se han elaborado subgrupos en función de la vaina y red Hartig.
Para la clasificación, además de la morfología y la anatomía, el grupo de hongos es un criterio importante. La forma dicotomía de Mikorriz es la más indicada. Una micorriza o ectomicorriza, en particular, tomará sus características morfológicas y anatómicas por la especie de hongos o de árboles. En función de ello se pueden diferenciar las formas micorrídicas. Las formas más comunes son el dicotomo, no ramificado, pinar-monopodio, irregularmente pinnada y coralina (4., 5º, Figuras 6 y 7).
En general, el cuerpo básico de los hongos es una estructura rígida. Por otro lado, su organización es muy importante para completar la clasificación de micorrizas. Estas estructuras firmes se organizan en pseudotejidos y son dos las básicas: el plektenquima, es decir, cuando los hifas están tranquilos cruzados, y el pseudoparenqueno, cuando los hifas están muy cohesionados (no hay que olvidar que también se dan situaciones intermedias). (Figura 8).
Como se ha dicho, las ectomicorrizas son por sí mismas menos endomicorrizas que la endomicorriza, pero tienen una gran importancia en nuestros territorios, que micorrizan las plantas boscosas de las regiones templadas como Betuláceos, Fagáceos, Pináceos, Salicáceos, Fabáceos, Rosáceos, etc. Por otra parte, los que forman este tipo de unión desarrollan en nuestra sociedad, y especialmente entre los setas, cuerpos fructíferos tan apreciados como Amanita, Russula, Lactarius, Boletus, Suillus, Rhizopogon, Scleroderma, etc., muchos de los géneros de la subdivisión Ascotysexyedad de la División de Género Ascotyetón.
Aunque la presencia de endomicorrices está más extendida, su incidencia en los bosques de las regiones templadas es menor, aunque predomina en el resto de ecosistemas. Este último tipo de micorriza está relacionado con los géneros de la subdivisión Zygomycotina. Por el contrario, las ectendomicorrizas son géneros de la subdivisión Basidiomycotina, pero se forman con algunos arbustos y herbáceas.
Beneficios y usos de Mikorriz
Las simbiosis micorrídicas cumplen una importante función ecofisiológica en los ecosistemas terrestres. Las micorrizas son elementos absorbentes eficientes que aumentan la absorción de agua y alimentos minerales. La mejora de la absorción de los alimentos consiste en aumentar la superficie de absorción del sistema radicular, que llega lejos; por otra parte, mediante la eliminación de algunas exoenzimas, el hongo puede obtener compuestos orgánicos o inorgánicos que pudieran ser inaccesibles para la planta (Figura 9).
El hongo micorrícico proporciona a la planta un cierto control biológico frente a ciertos patógenos ( Rhizoctonia, Fusarium, Phytophthora ). Los mecanismos de la función protectora pueden ser, entre otros, la barrera física o la producción de metabolitos antibióticos y fungistáticos.
Además de estas funciones, el hongo puede producir reguladores de crecimiento de la planta que pueden influir en el desarrollo y fisiología de las raíces micorrizadas. Por todo ello, en los últimos años el uso de micorrizas se ha generalizado en las numerosas labores forestales. Por ejemplo, se ha constatado que las especies exóticas necesitan una asociación de micorrecas.
Entre los usos destacan la recuperación y conservación de los suelos. El uso de plantas micorrizadas es imprescindible para la recuperación, entre otros, de terrenos utilizados en la agricultura y posteriormente abandonados, zonas desforestadas y terrenos de pastos. Sin embargo, hay que tener en cuenta la ausencia de hongos micorrícicos en estos suelos, ya que no se puede asegurar el éxito de la revegetación.
Las micorrizas son muy utilizadas en zonas degradadas y en revegetaciones estresadas. La utilización de plantas micorrizadas ha permitido el avance de las plantaciones en los territorios afectados por la contaminación.
Y por último, se han convertido en una herramienta fundamental en la mejora de las producciones antiguas. Es el campo más utilizado por ectomikorriza. De hecho, la ectomicorriza engloba los otros usos mencionados, y es en este momento la esperanza de revegetación en tierras estériles. Para que la esperanza se haga realidad, en los viveros se fomenta la producción de plantas micorrizadas mejor adaptadas a las diferentes zonas (Figura 10).
Aunque hemos destacado la importancia de las micorrizas en el sector forestal, también pueden ser una buena alternativa a la agricultura, ya que puede alterar el uso de fertilizantes convencionales. Las endomicorrizas facilitan la absorción de los alimentos y su coste ecológico y económico es muy bajo. También son muy importantes en el reciclaje de las zonas agrícolas abandonadas, ya que permiten la producción de árboles y carpóforos.
En los cultivos vegetales in vitro de las nuevas investigaciones se ha observado que el uso de micorrizas es cada vez mayor y que se está mejorando el arraigo y la supervivencia en la replantación de las plantillas obtenidas.
Sin embargo, además de la mejora de la planta (sin olvidar los notables efectos ecológicos y económicos que hemos mencionado), en los últimos años se está potenciando la producción de hongos carpóforos. Ya hemos mencionado anteriormente los hongos ectomicorrícicos, de los que muchos géneros son muy conocidos. Algunas tienen un alto valor comercial, como el hongo Boletus, la nata Lactarius y la Tuber grisola. Por ello, el fomento de la producción de carpóforos y la obtención de nuevas cosechas son un reto actual.
Creemos que el uso de la micorriza va a ser imprescindible y deberíamos aprovechar los dos grupos de beneficios a la vez: el primero es imprescindible para la recuperación de nuestros bosques, bosques y territorios y el segundo a medio plazo puede convertirse en una fuente de ingresos directa.
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