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Células para el cerebro

1989/01/01 Etxeberria, E. Iturria: Elhuyar aldizkaria

Hemos escuchado muchas veces a personas que han trasplantado el riñón, hígado o corazón de otra persona y estamos acostumbrados a ello. ¿Pero qué decir del trasplante de cerebro?
En Suecia Olle Lindvalle, Anders Björklund y Patrik Brundin han introducido células fetales humanas en las ratas.

Hablar de trasplante cerebral completo es, claro. Reconectar todas las entradas al cerebro y todas las salidas desde el cerebro es sin duda algo que hoy en día está fuera de nuestra capacidad. Pero el cerebro no es una caja negra. Está dividida en sistemas, definidos en función de su anatomía o de las sustancias químicas o ambas, y tienen diferentes funciones. Los científicos dedicados al estudio del cerebro humano han dado un gran paso en las investigaciones sobre la comprensión e interacción entre estos sistemas. La solución de estos sistemas mediante el trasplante de células procedentes de otros seres humanos no es hoy un sueño.

El año pasado más de uno de los países de China, Suecia y México fue trasplantado células del cerebro humano para reparar los daños causados por la enfermedad de Parkinson. Pero hasta ahora se han realizado pocas operaciones y la información sobre ellas está bastante dispersa. De hecho, si dijéramos que la técnica tiene algún beneficio para los seres humanos o que todavía no se conoce, la mayoría de los científicos estaría de acuerdo con esta afirmación.



A) De embriones humanos a ratas: mediante la extracción de un trozo de tejido del embrión humano, los investigadores separan las células antes de su implantación en el cerebro. B) Coloreado para localizar la dopamina, la vacunación aparece con una parte oscura del cerebro. C) Las fibras de las células que se incorporan se alargan mucho en el cerebro del receptor.

Por parte de las personas con enfermedades neurológicas intratables por otros métodos, existe una enorme demanda de probar cualquier cosa que les ofrezca un espíritu de esperanza.

Según los investigadores científicos, una vez analizada esta técnica en el laboratorio con animales, la consecuencia lógica sería su aplicación en humanos. Los resultados obtenidos en este tipo de investigaciones han trastocado una serie de mitos sobre la capacidad del cerebro para curar.

Los principales obstáculos para que se materialicen avances en esta materia son los éticos. Además de probar nuevos procedimientos en las operaciones que se realizan a los seres humanos, hay un problema de quién será el donante. Las células necesarias han sido tomadas del feto humano abortado en los recientes trasplantes.

¿Por qué son tan especiales las células embrionadas? Esto es, no sobrevivir si las células del cerebro (en el caso de las personas adultas) se desconectan, ya sea de forma individual o colectiva. Y para cuando nace el niño, sus células cerebrales son maduras, es decir, no se van a dividir más y ya tienen asumidas funciones de especialización. Parece que estas células cerebrales tienen la flexibilidad necesaria para hacer frente al golpe que sufren al ser trasplantadas a otro cerebro sólo en los primeros estadios de su desarrollo.

En la década de los mil novecientos sesenta y principios de los ochenta, las investigaciones llevadas a cabo por varios pioneros en Gran Bretaña, Suecia y EEUU obligaron, de alguna manera, a imponer la condición de que las células trasplantadas al cerebro continúen creciendo. Esto significa, por ejemplo, que en las ratas se pueden trasplantar células de embriones de 13 a 18 días.

Cuando los científicos demostraron que las células podían sobrevivir, no perdieron la esperanza de hacer algo. Grupos suecos y americanos iniciaron el sistema de dopamina, que se ve afectado por la enfermedad de Parkinson. Las personas que padecen esta enfermedad tienen una gran dificultad para controlar sus movimientos. Esto se debe a que uno de los centros que controla el movimiento, el “striatum”, no funciona correctamente. Para que el striatum funcione correctamente es necesario aumentar los niveles de dopamina en el cerebro. La técnica desarrollada por los científicos fue el trasplante de células dopaminadas en el cerebro de pacientes afectados por este sistema de dopamina para restaurar la sustancia dañada.

Debido a los resultados obtenidos en los experimentos realizados en ratas, se consideró que se había encontrado una salvación para los afectados por el mal de Parkinson. En la época en que comenzaron a despegar los problemas éticos, los doctores suecos utilizaron una fuente celular que en sus primeras operaciones no se había convertido en tan explosiva. Entre las sustancias químicas que segrega la parte central de la glándula suprarrenal (denominada médula) se encuentra la dopamina. Los experimentos realizados en ratas han demostrado que el trasplante de estas células al cerebro puede solucionar los problemas derivados de la escasez de dopamina. Esta técnica tiene además la ventaja de que los pacientes pueden proporcionar sus glándulas suprarrenales.

Ignacio Madrazo, de México, reivindica que ha tratado con éxito la enfermedad de Parkinson incorporando células procedentes de las glándulas suprarrenales y de los fetos humanos.

En 1982 y 1983 el neurocirujano Erik-Oloj Backlund de Estoholm introdujo células suprarrenales en dos pacientes humanos. A la vista de que los resultados fueron desesperables, Anders Björklund y sus compañeros iniciaron un programa de investigación dirigido a la implantación de células embrionarias en humanos por primera vez.

El primer paso fue establecer criterios éticos para la utilización del tejido fetal humano abortado en los experimentos, hecho en 1985. Brundin, uno de los miembros del citado científico, comenzó a trabajar inmediatamente. Para afianzar los criterios de éxito de la vacunación, estableció células de embriones de entre 6 y 19 semanas en el cerebro de las ratas, cuyos sistemas de dopamina fueron dañados lateralmente. El único problema que podía aparecer en estas operaciones era que el sistema inmunitario no permitiera estas células. Brundin utiliza la droga A ciclosporina para eliminar la respuesta inmune a las ratas experimentales.

Los embriones de más de nueve semanas no se pegaron, pero los que tenían menos semanas se pegaron todos. Tras la operación, los efectos beneficiosos aparecieron en dos o tres meses. En el caso de células de rata, éstas se desarrollaban mucho más rápido, y una vez implantadas las células, al cabo de un día o de la vuelta se empieza a fluir la dopamina.

David Marsden.

A la hora de valorar los efectos de este tipo de operaciones sobre los seres humanos, encontramos que casi todo el conocimiento sobre los trasplantes y su funcionamiento está basado en ratas. Sería lógico que no se aplicara en humanos hasta obtener buenos resultados en especies próximas. Pero sólo unos pocos simios han sufrido el trasplante de la médula suprarrenal.

En Gran Bretaña, David Marsden, profesor de neurología de la Universidad de Londres, es el personaje más experto en la enfermedad de Parkinson. Guía de un programa cuyo objetivo último es el trasplante de células embrionarias en humanos, siempre que no se produzcan molestias. Pero con sus palabras “ antes de justificar estas vacunaciones en este país, debemos demostrar la viabilidad de introducir células humanas en los monos”.

Para finalizar este artículo, resulta inevitable plantear tres grandes preguntas a la hora de aplicar estas técnicas en humanos: ¿Es seguro? ¿funciona? ¿y está moralmente justificado? Teniendo en cuenta la situación actual de los conocimientos, parece que no es nada fácil saber cuáles serían las respuestas.

El déficit de dopamina en el caudado (Ca) y en el putame (Pu) provoca los síntomas de la enfermedad de Parkinson. ¿El trasplante de células cerebrales puede ayudar a reparar el daño?

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