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Rey del ecosistema extraño

2000/08/13 Carton Virto, Eider - Elhuyar Zientzia

Las
especies que originariamente pertenecen a una región pero se extienden en otra se denominan especies invasoras. Su proliferación y adaptación a la nueva residencia son factores que a menudo ponen en peligro las especies originarias del "ecosistema de acogida". Este tipo de invasiones, además de constituir un grave problema para preservar la biodiversidad mundial, son difíciles de resolver.


Cualquier ecosistema está basado en un equilibrio complejo y frágil. Si la población de liebres aumenta, por ejemplo, los lobos que se alimentan de ellas también aumentarán, debido al aumento de la comida. Pero cuando la población de liebre comienza a disminuir, la de lobo también baja rápidamente, ya que no tendrán comida. Supongamos que ahora el hombre mata a los lobos y pone a la especie en peligro de extinción. Las liebres, por tanto, no tendrán depredadores en el entorno y la población se incrementará espectacularmente como si de una explosión demográfica se tratara. Con este sencillo ejemplo se ha tratado de explicar lo que ocurre cuando una especie concreta se coloca en un ecosistema sin depredadores. Es el caso de las especies invasoras.


A cada viviente le corresponden los predadores o mecanismos de control que mantienen su población estable en el tiempo. Estos últimos son la lluvia, la temperatura, el viento, etc. pueden ser. Sin embargo, cuando un organismo se traslada a un ecosistema extraño que no dispone de estos mecanismos de control, surgen problemas. Puede ocurrir que el organismo extraño no se adapte bien al nuevo ecosistema y se adapte sin que desaparezca o produzca grandes desequilibrios, pero también es muy habitual lo contrario. Es decir, sin ningún tipo de control, la especie extraña se reproduce y se multiplica con facilidad, pudiendo predominar sobre especies propias, y las deja sin lugar, alimento y agua.


Capaz de vivir en Edonon

En
general, los invasores biológicos son especies con un rápido crecimiento y ciclos de reproducción cortos. Al mismo tiempo, tienen una gran capacidad de vivir en entornos diferentes, es decir, no requieren condiciones de vida estrictas para el hábitat. Diversos estudios indican que los ecosistemas que han sufrido degradación o cambios son los preferidos por los invasores biológicos, en los que se aplican de forma firme.

Las
especies invasoras pueden comer plantas y animales de origen, reproducirse con ellas y reducir la diversidad genética de las especies propias. Si a su vez transportan nuevos patógenos y parásitos al ecosistema de acogida pueden poner en peligro las especies originales. Llevando las cosas hasta el extremo, los invasores biológicos pueden revolucionar el ecosistema de acogida y alterar totalmente su composición.

Los
invasores biológicos son, por tanto, un problema muy importante, ya que la segunda causa de pérdida de biodiversidad –la primera es la destrucción del hábitat– son estas especies.


Llegada humana


La mayoría de las especies invasoras se han desplazado como consecuencia de la actividad humana, en la mayoría de los casos por motivos económicos. Para que la productividad sea máxima, en muchos lugares se ha potenciado la agricultura industrial, es decir, en la zona rural extensa se siembra un único cultivo. Estos usos industriales acaban provocando una disminución de la diversidad y una pérdida de flexibilidad. Cuando se realiza este tipo de cultivos, la diversidad desciende de cientos a una sola especie. Muchas de las especies utilizadas en el monocultivo son, además, exóticas, es decir, son originalmente diferentes. Cuando estas especies se "escapan" de las tierras de cultivo y del control de los agricultores y se extienden por tierras cercanas se producen invasiones.

En
general se distinguen dos categorías de invasores: los invasores intencionados y los invasores intencionados. Los que han entrado intencionadamente son, por ejemplo, los monocultivos antes mencionados. Lo ocurrido en el lago Victoria de Kenia es también significativo en este sentido. En ella vivían más de 200 especies de peces endémicos a finales de los años 50. Pero en 1958 la perca del Nilo, un magnífico depredador que habita en el río Nilo, fue trasladada a la laguna y en 1962 y 63 la población aumentó. Un año después, la perca del Nilo se encontró en Uganda y para 1970 estaba completamente ubicada en Kenia. Efectos biológicos de la invasión: Las especies de peces endémicas del Lago Victoria han desaparecido prácticamente y ha evolucionado hasta el punto de que la red alimentaria es inreconocible. Otras conclusiones: por un lado, la perca del Nilo es una excelente fuente de alimento para los habitantes del entorno del lago Victoria, y por otro, es la base de una pequeña industria en rápido desarrollo. Lo que ha sido un desastre para la fauna original se ha convertido en un activo económico importante para sus habitantes.

Los
invasores que se han filtrado accidentalmente son especies que entran en el ecosistema extraño sin que nadie se dé cuenta. Estos también viajan muchas veces gracias a los seres humanos. En los Grandes Lagos entre Canadá y Estados Unidos se ha observado que algunas de las especies de mejillones, peces y pulgas implantadas llegaron junto a los barcos. Los cargueros que viajan vacíos utilizan agua como lastre para aumentar la estabilidad y liberan el agua cuando reciben el cargamento. Junto con el agua captada en origen, los barcos capturan gran cantidad de especies vivas que, una vez vertidas en destino, también son liberadas. Numerosas especies extrañas de los Grandes Lagos han llegado por esta vía y, posteriormente, se han extendido a todo el continente a través de pequeños barcos de pasajeros. Los insectos también se mueven gracias a los seres humanos, como el agua y el agua en las ruedas de nuestro automóvil.


Un problema creciente


Aunque las invasiones de especies extrañas se conocen en la naturaleza, los movimientos humanos que se han producido en los últimos siglos han agravado mucho el problema. El sistema económico que hemos construido ha prestado especial atención a las invasiones y, lo mismo, a la globalización. Y para redondear todo, no se conoce bien el mecanismo ecológico de las invasiones. Existe al menos un trabajo a tiempo.

Control biológico

No
permitir que se implante la mejor forma de combatir a los invasores biológicos, es decir, tomar medidas para que no se transporten de un lado a otro. La Organización Marítima Internacional, por ejemplo, ha recomendado a los cargueros el cambio de agua de lastre en alta mar. Debido a que las diferencias entre este medio y el de las flechas de agua son relativamente grandes, las especies procedentes del mar no se adaptarán al ecosistema de destino ni se producirán invasiones. Por otro lado, se ha pedido a los propietarios de los motores que revisen correctamente los recipientes antes de moverse.

Una
opción cuando la invasión es una realidad es el uso de pesticidas y herbicidas. Sin embargo, la mayoría son tóxicas y peligrosas, por lo que sólo se utilizan en casos muy concretos.


En ocasiones pueden ser eliminados (recogidos uno a uno) del ecosistema vegetal y animal. Otras veces se utilizan incendios o inundaciones controladas contra invasiones. También es habitual el control biológico.

En el inicio
del artículo se ha mencionado uno de los factores para la propagación de especies invasoras: la ausencia de depredadores naturales. El control biológico consiste en la introducción de los predadores de las especies invasoras en el ecosistema invadido, es decir, la extinción de una especie extraña por otra extraña. El depredador extraño no causa tanto daño al ecosistema como la especie invasora y puede restablecer el equilibrio ecológico. Sin embargo, este camino genera muchos debates. Ecologistas y grupos de conservación preguntan si el control biológico es seguro, racional y necesario, ya que no son fieles. A pesar del éxito de varios proyectos, el control biológico no es una panacea anti-invasión y si no se utiliza adecuadamente puede causar más perjuicios que beneficios.

Publicado en el suplemento Natura de Gara

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