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Etiquetas pequeñas de alta capacidad: tecnología RFID

2006/05/01 Asurmendi Sainz, Jabier - Informatika-ingeniaria eta Bitarlan-en sortzailea Iturria: Elhuyar aldizkaria

Levantarse, tirar perezosos, ir a la cocina y que el propio frigorífico nos informe de los alimentos que están a punto de terminar o de cumplir la fecha de caducidad; ir de compras en coche y avisar de una holografía al parabrisas en caso de tener curvas peligrosas cerca o ir a más velocidad de la permitida; llenar el carrito de la compra en el supermercado, evitar la tremenda cola de gente una pasarela y pagar automáticamente sin sacar la tarjeta de compra. Estas son algunas de las posibilidades que nos ofrece la tecnología RFID y las tendremos en un futuro no muy lejano.
Etiquetas pequeñas de alta capacidad: Tecnología RFID
01/05/2006 | Asurmendi Sainz, Jabier | Ingeniero Informático y Asesor Independiente de Comunicación y Tecnologías de la Información
(Foto: Texas Instruments Inc.)

RFID: Radio Frequency Identification en inglés, identificación por radiofrecuencia en euskera. El propio nombre hace que cualquier tipo de objeto se identifique con radiofrecuencia, mediante ondas, es decir, sin contacto directo.

Este sistema consta de dos componentes principales: La misma etiqueta RFID, con chip y antena, y el RFID emisor-receptor o lector RFID. El lector se encarga de recoger, tratar y procesar la información que envía la etiqueta. La etiqueta puede ser como una pegatina. Se puede colocar en animales, en personas o en diferentes cajas y productos, y puede dar muchos datos: nombre, características, colores, costumbres, fechas... Es un sistema de transmisión de datos portátil y potente.

La idea surgió en la década de 1980, cuando investigadores norteamericanos trataron de desarrollar sistemas de reconocimiento y análisis de objetos. Sin embargo, se dieron cuenta de que esto entrañaba más problemas y dificultades de las que se esperaba, y pensaron que era mejor que los propios objetos se identificaran. De esta forma, el RFID pronto se convirtió en realidad por su capacidad para seguir con objetos móviles.

Tipos de etiquetas RFID

Existen dos tipos de etiquetas RFID en general: etiquetas pasivas y activas. Las etiquetas pasivas son muy especiales, ya que no necesitan ninguna fuente de alimentación, por lo que no utilizan batería ni pila alguna. Por lo tanto, para obtener la energía necesaria para la respuesta y la transmisión de datos, se utilizan las pequeñas señales de lectura que envía el emisor receptor RFID. Esa es la esencia de la forma espiral de la etiqueta RFID.

Las etiquetas RFID en los paquetes facilitan la gestión de los mismos.
Siemens

Las etiquetas pasivas, al carecer de fuente de alimentación propia, tienen la capacidad de enviar un número reducido de datos y no pueden enviarlos a grandes distancias: Desde 10 milímetros hasta 5 metros. Por el contrario, la ausencia de fuentes de alimentación propias permite desarrollar etiquetas muy pequeñas. Por ello, se pueden colocar bajo cubierta, en cajas de cartón o en billetes. De hecho, la etiqueta RFID más pequeña que estaba a la venta en 2005 era de 0,40x0,40 milímetros y más fina que una hoja de papel, en una lentilla cabían cuatro. Con este tamaño pueden ser invisibles.

Las etiquetas activas, por su parte, tienen su propia fuente de alimentación y son capaces de emitir más y más lejos datos. Los más fuertes pueden alcanzar los 10 kilómetros. También se incrementa la capacidad de almacenamiento de memoria y datos. Además, las etiquetas activas son más seguras en ciertos ambientes, por ejemplo, a temperaturas muy altas y bajas o cerca del agua.

Pero también tienen desventajas. Debido a la fuente de alimentación, son más grandes que los pasivos, pero en la actualidad también se pueden encontrar monedas de tamaño. Asimismo, las baterías se terminan y entonces es necesario cambiar la propia etiqueta o la batería (algunas baterías pueden durar varios años). Por otro lado, las tarjetas pasivas son más baratas, por lo que en la actualidad la mayoría son de este tipo.

Múltiples aplicaciones

El reducido tamaño de las tarjetas permite colocarlas en los lugares más ocultos y son portátiles. Por lo tanto, tienen muchas aplicaciones y son muy prácticas, a veces son inmejorables y otras bastante discutibles y poco justas.

Gracias a su pequeño tamaño, las etiquetas RFID se pueden colocar bajo cubierta, en cajas, billetes, etc.
Texas Instruments Inc.

Un ejemplo claro puede encontrarse en supermercados. Si se acude a cualquier centro comercial de Euskal Herria, cualquiera puede salir con un producto que ha comprado y pagado y empezar a chistonar los detectores de puerta. Esto no significa que hayamos robado algo, sino que el cajero ha eliminado o eliminado mal la etiqueta RFID del producto. De hecho, son muchos los productos que han comenzado a incorporar RFID en los centros comerciales, no sólo para denunciar los robos, sino también para los stocks automáticos de productos, el control de las ventas o la disponibilidad de estanterías y almacenes. Por lo tanto, la etiqueta RFID puede sustituir el sistema de códigos de barras en los próximos años, aunque por el momento resulte algo más caro.

Además, la inclusión de la etiqueta RFID en las tarjetas de crédito nos permitirá realizar un pago automático y ligero a través de un detector sin tener que esperar colas. En Hong-Kong, por ejemplo, en el tipo de tarjeta Octopus, este sistema ya está disponible. La Unión Europea también tiene intención de introducir en los billetes chips RFID --los rumores ya lo dicen -. Ello se debe, al parecer, al conteo, seguimiento y facilidad de pago de los billetes. El RFID es un sistema enorme para este fin. Sin embargo, el sistema puede ser enorme también para facilitar el trabajo de los ladrones, a través de un lector RFID, ya que un ladrón puede saber en todo momento cuánto dinero tiene una persona.

Con los sistemas RFID es posible realizar investigaciones comerciales, realizar el seguimiento de los compradores y analizar los hábitos de los consumidores sin el consentimiento del cliente.

Otras aplicaciones de interés son las señales inteligentes de tráfico. Según los pronósticos, en los próximos años se instalarán chips RFID en señales de tráfico y balizas, y los vehículos dispondrán de lectores RFID. Los lectores detectarán, comprenderán y alertarán al conductor mediante voz o imágenes holográficas proyectadas en el parabrisas.

La privacidad en peligro

El sistema RFID ofrece numerosas ventajas prácticas, pero en algunos casos puede comprometer la privacidad y la libertad.
1. Siemens; 2-3. Texas Instruments Inc.

Si uno de los temas anteriores parece sacado de un libro de ciencia ficción, no es una excepción: las vacunaciones. Los chips RFID insertables estaban inicialmente pensados para su implantación en animales, pero no se excluye la posibilidad de su incorporación a las personas. A través de ellos se podrían guardar expedientes médicos, evitar robos de identidad, controlar el acceso a edificios o ordenadores protegidos, etc.

La legitimidad ética de estos proyectos no está clara, pero ya existe en el mercado un chip que se puede insertar en los seres humanos. Una curiosidad relacionada: La Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) de EE.UU. inició en 2004 un estudio para decidir la aprobación del uso de chips RFID en centros hospitalarios. Y esa organización aprobó los primeros chips que se pueden incorporar en humanos: Fabricados por la empresa VeriChip y con una frecuencia de 132,2 kHz.

No se cuestiona que estos usos pueden generar beneficios, pero no debe descartarse la posibilidad de restringir las libertades individuales y de atacar la privacidad. Por ejemplo, en los últimos tiempos los pasaportes digitales están a tope. Pues eso puede ser un caso muy grave y digno de mención, cómo se desarrolla.

Chip VeryChip. Ha sido el primero en recibir permiso de inserción en humanos. En la foto se ve claramente lo pequeño que es.
VeryChip Corp.

Existen dos tipos principales de tecnologías para la realización de pasaportes digitales: RFID y SmartCard. Este último debe introducirse en un lector especial para poder leerlo, como las tarjetas de monedas. Es decir, además del lector, es necesario el contacto físico para leer el chip y obtener los datos del pasaporte.

Sin embargo, el uso del RFID permite la lectura remota de los datos sin autorización ni contacto físico, sólo es necesario un lector de RFID.

En concreto, EE.UU. y otros estados han elegido este segundo para pasaportes digitales. No tienen ventajas técnicas frente a SmartCard. Sin embargo, la privacidad puede suponer un gran riesgo y, además, cualquier persona que pueda beneficiarse de esta tecnología puede cometer robos o ataques selectivos.

Por todo ello, los debates y los boikots que se han generado en torno a este tema no son pocos. Estamos ante un tema conflictivo y lleno de dudas, habrá que ver qué va a pasar.

Sin normativa general
No existe un organismo internacional que regule las frecuencias utilizadas para el RFID. Por tanto, cada Estado puede establecer sus propias normas.
En el caso europeo, por ejemplo, el ETSI (Instituto Europeo de Telecomunicaciones y Estándares) es el encargado de regular las frecuencias. Sin embargo, antes de su utilización, cada Gobierno debería aprobarlas siempre que no sean pequeñas, ya que se pueden utilizar sin ninguna licencia.
Métodos de cancelación del sistema RFID
Como todos los sistemas, esto tampoco es infalible. Existen varias vías de resolución.
La más famosa y 'más científica' es la jaula Faraday. El nombre fue otorgado por el inventor Michel Faraday, y se utiliza para evitar que en una zona se introduzcan o salgan ondas. Es como un blindaje, y así, si metemos la etiqueta RFID en una jaula Faraday, las ondas que emite apenas tendrían fuerza, por lo que serían nulas.
En contra de lo que se cree, la construcción de una jaula Faraday no es nada difícil. De hecho, el recubrimiento de la etiqueta RFID con papel de aluminio es suficiente para aislar sus ondas. Sin embargo, el blindaje se podría reforzar si se introdujera en un recipiente cerrado de hierro.
El efecto Faraday puede verse en diferentes situaciones de la vida cotidiana. Por ejemplo, en ascensores o edificios con estructura de acero no es posible utilizar teléfonos móviles. Del mismo modo, si se mete el teléfono móvil en el microondas y se cierra la puerta --si el horno aislaría las ondas adecuadamente -, aunque llame, no debería dar señal.
Existen otros sistemas de cancelación de RFID, no tan 'metódicos' como el anterior, pero sí muy útiles. Una de ellas es la separación de la antena del chip y otra la rotura de la electrónica del chip mediante una sobrecarga, mediante una fuerza eléctrica alterna fuerte, un imán potente o rayos X.
Una curiosidad: Los billetes de la Unión Europea ya tienen etiquetas RFID. Para comprobarlo, meter en el microondas un vaso con un billete de agua y encender el horno durante un minuto. Si ves un cuadradito muy pequeño ennegrecido, el chip RFID estalla. Si haces la prueba, hazlo con un billete de poco valor --tranquilo, pero el billete queda completo -. También hay que introducir agua, ya que no es conveniente poner en marcha el microondas en vacío.
BIBLIOGRAFÍA
Garaizar Sagarminaga, P.
"Ciber Control Social"
http://www.e-ghost.deusto.es/
docs/2005/conferencias/ gobelab-cibercontrol.sxi
Asurmendi Sainz, Jabier
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