Zumaia: espacios naturales de interés (III)
1990/09/01 Teres, Jose Luis Iturria: Elhuyar aldizkaria
Desde este rincón de Zumaia quisiéramos dedicar el último artículo a estos espacios naturales de interés. Si os acordáis, cuando empezamos a estudiar estos espacios naturales, os comentábamos los ecosistemas más representativos de la costa: 1. Desembocaduras de ríos, encinares y marismas cantábricos (Bedua). 2. Sistemas dunares de marisma y playa (Santiago de Compostela). 3. Y en esta ocasión, trataremos de estudiar los acantilados y las zonas intermareales, en las que, al igual que el resto, se dan ecosistemas muy ricos, representativos y curiosos.
Este singular rincón de la costa que vamos a estudiar se enmarca dentro de una estructura geológica muy conocida, el flysch costero. Pero quizá se te ocurra la pregunta: ¿qué es el flysch que hemos oído muchas veces? Es fácil decir, alternar rítmicamente calizas y materiales blandos (margas), como en nuestro caso, por la causa de los distintos fenómenos geológicos (sedimentarios), formando la estructura geológica típica que se observa en la imagen adjunta.
Al parecer, esta estructura geológica se definió por primera vez en los Montes de Alpe, aunque allí este fenómeno se produjo entre otros materiales. Todas estas formaciones se conocen como flysch.
Sin duda, como hemos mencionado anteriormente, la importancia paisajística de estos acantilados es evidente, pero ¿tienen otras características?. Por un lado, cuando hablamos de geología parece que es un tema muy especial y seco, y que debe ser un tema de personas muy especializadas. Pero no es así, porque para comprender bien los cambios y fenómenos que se han producido en nuestro planeta a lo largo de los años, estas zonas se convierten en verdaderos museos y laboratorios naturales.
En nuestro caso, en el flysch de Zumaia se encuentran diferentes materiales, indicadores de diferentes épocas geológicas. Si en la cala de Aitzuri, por ejemplo, encontramos calizas blancas de la Edad 2 (de Cretácico, de hace unos 70 millones de años), a partir del este aparecerán nuevos materiales. Los materiales rosa-blancos que aparecen en nuestra zona son los indicadores típicos del final de la Edad 2.
Pero si observamos cómo se levantan las capas formadas con este material, cómo se doblan, cómo se rompen (fallas) o cómo se transportan, se ubican y sedimentan, la zona mencionada se convertiría en una verdadera enciclopedia geológica, y ante un libro en nuestras escuelas lo que a menudo nos resulta tan difícil explicar estos fenómenos, en ella nos resultaría mucho más fácil y rico.
Por eso es tan conocido el flysch de Zumaia, que desde muchos lugares los geólogos vienen a realizar sus investigaciones y tesinas. Muchas veces no valoramos correctamente lo que tenemos los autóctonos en nuestras manos, y es hora de dar un tratamiento merecedor a estas curiosidades ecológicas tan escasas. En beneficio de todos.
Está a la vista que nos encontramos en el paraíso de los geólogos, pero no vamos a hablar sólo de la geología, sino que esta zona tiene otros valores interesantes. Una de ellas es la correspondiente a la vegetación. Recordad en ejemplares anteriores (Elhuyar 33 y 35) la importancia de este grupo en las marismas y sistemas dunares. Pues lo que se sitúa en laderas y acantilados es tan importante como el resto, que para poder vivir en este tipo de lugares ha tenido que desarrollar tratamientos especiales.
Además, en los acantilados aparecen distintas zonas. En algunas zonas la fuerza del oleaje influirá ocasionalmente. En otras ocasiones, teniendo en cuenta la orientación, el efecto del viento será más violento y, por supuesto, el estado del mismo acantilado, es decir, si está erosionado o no, si es de gran pendiente, si aparecen grietas o no, si aparecen o no pisones.
La vegetación autóctona presenta diferentes adaptaciones (sistemas especiales de conservación en alta salinidad, aparatos radicales fuertes, sistemas de adaptación para poder vivir en grietas...) que van a permitir superar las condiciones duras anteriormente mencionadas.
Pero sin extendernos demasiado agarrándonos a nuestra zona (cararrosa y bastante erosionada), sobre todo en los tramos blandos (margatan) aparecen plantas que se ajustan a estas condiciones. Entre ellos destacan: Betizu horia ( Helichrysum stoechas ), Itsas mihilua ( Crithmum maritimum ), Zauri-belarra ( Anthyllis vulneraria ), Itsas plantaina ( Plantago maritima ) y ( Stachys ocymastrum ).
Cabe destacar, aunque no es una especie típica de los acantilados, la rara Veronica orsiniana en el norte, que se encuentra en nuestra zona, por su singularidad. Por otra parte, el efecto del viento suele ser muy violento, por lo que la presencia de árboles resulta bastante difícil. Sin embargo, ocasionalmente se ven artes, obteniendo formas muy especiales gracias a la acción del viento. Destaca también un arbusto, el carrasquillo ( Rhamnus alaternus ). Bastante común en las laderas marinas. A medida que nos alejamos de los acantilados en general, aparece el brezal, que presenta dos especies típicas: la anguila burusoila ( Erica vagans ) y la cesta común ( Genista hispanica subsp occidentalis ).
Como colofón a esta zona, debemos mencionar los espacios intermareales, auténticos museos y laboratorios naturales. Estas zonas han sido explotadas desde hace tiempo, con numerosas especies: quisquillas, pulpos, diez, magurios, algas, lapas...
En estos ecosistemas, a menudo (sobre todo en época estival), los niños adquieren muchas cosas con sus padres, generando diferentes consecuencias. Sin embargo, estos espacios son muy apropiados para realizar actividades didácticas. Por ejemplo, en las programaciones naturales de nuestras escuelas debería aparecer la importancia y la conveniencia de utilizar estos ecosistemas. Pero, claro, a la enseñanza no se le debe acusar de todo, porque será en vano mientras otras personas y entidades no pongan los medios para que así sea.
Sólo hemos mencionado algunos seres vivos, pero en un pequeño pozo podemos encontrar algas diferentes desde el punto de vista botánico, conchas animales (bellotas de mar, quisquillas, distintos cangrejos...), moluscos (pulpo, mejillones, lapas y magurios), equinodermos (estrella y erizo de mar), cnidarios (actinis y peces marinos).
Ver
podemos con todo este material llevar a cabo un estudio didáctico y ecológico de este ecosistema (relaciones entre todos los seres vivos, cadenas alimenticias, murales, etc.) no nos resultaría difícil; por supuesto, teniendo un mínimo respeto a estos lugares de residencia.
Por otra parte, con la ayuda de algunas de las zonas prismáticas mencionadas, también es un lugar idóneo para la observación de aves marinas (gaviotas, zanjas, cormoranes...), limicolos diferentes (micas marinas, pedrisco revolucionario, ...) y, en general, de aves de corral.
Hemos querido finalizar con el vuelo del Cormorán el estudio de estos interesantes espacios naturales de la zona de Zumaia (recordad los publicados en los números 33 y 35 de Elhuyar). Nosotros, sobre todo, destacamos que en la planificación presentada en su día por la Diputación Foral, el entorno de Bedua quedó desprotegido, y en estas líneas señalábamos la necesidad y razones de protegerlo reconociendo que es un ecosistema muy interesante y recuperable.
Por otro lado, está el hecho de que los críticos minimalistas que se quieren utilizar puedan o no reparar el estado de estos ecosistemas. No obstante, dado que nuestros políticos ya han comenzado la campaña, la conservación y ecología del medio volverán a ensalzar. Actúan según lo que dicen. Ya veremos.
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