Este verano… ¡blai al sol!
2002/06/16 Galarraga Aiestaran, Ana - Elhuyar Zientzia
A principios de verano estamos deseando tomar las caricias del sol. Cuenta anual. Pero no debemos olvidar que tomar el sol tiene riesgos.
Para muchos, los días soleados son preciosos. El sol les da fuerza y fuerza para hacer frente al día, y sobre todo a principios de verano están deseando tomar las caricias del sol. Aunque es una cuestión anual, no hay que olvidar que en la relación amoro-odio entre piel y sol, el perdedor siempre es la piel.
Recompensa de morcilla
XIX. A principios del siglo XX, el físico Johannes Ritter demostró que, junto con la luz visible, el sol emite también radiación invisible. Como la longitud de onda de esta radiación era más corta que la del azul y la del violín, la llamó ultravioleta. Posteriormente se observó la existencia de tres tipos de ultravioletas (UVA, UVB y UVC) con sus respectivas influencias. Los rayos UVC serían los más peligrosos para el ser humano, pero afortunadamente no pueden atravesar la atmósfera. En cuanto a los rayos UVB, sólo el 0,25% consigue llegar a la superficie terrestre, pero causan graves daños en la piel. Finalmente, los rayos UVA son los más abundantes y provocan el ennegrecimiento de la piel.
Para la mayoría de los casos, la razón principal para someter la piel a los rayos solares es el bronceado. Sólo algunos saben que en el proceso de bronceado los rayos ultravioleta matan las células de la piel. Otras consecuencias son evidentes: dilatación de los vasos sanguíneos y enrojecimiento de la piel, aparición de ampollas en caso de quemadura intensa, pérdida de piel tras quemarse, aparición de manchas, etc.
De hecho, la piel tiene un sistema de protección solar. Lo más efectivo es la melanogénesis, es decir, la producción de melanina. La melanina es un pigmento que aporta un color bronceado a la piel y tiene la capacidad de absorber el 90% de los rayos ultravioleta que atraviesan la capa externa de la piel. La producción de melanina aumenta cuando se reciben los rayos solares, pero la cantidad de melanina varía mucho de una persona a otra. Por ello, unos son más bronceados que otros, por lo que tienen mayor protección frente a las quemaduras solares.
Sin embargo, esta protección es limitada y si se pasa demasiado tiempo bajo el sol no es suficiente para evitar daños. Además, los efectos de las radiaciones solares se almacenan en la memoria de la piel, es decir, los daños se acumulan y las enfermedades que aparecen posteriormente son consecuencia de quemaduras infantiles. Así, sobre todo por los rayos UVA, la piel envejece prematuramente y aparecen arrugas, mientras que los rayos UVB pueden causar cáncer.
Los rayos UVB pueden alterar la estructura del ADN celular, con lo que las células no se "mueren" cuando llegan y se reproducen en exceso. Finalmente aparece el cáncer. Antes de darnos cuenta de ello, los médicos detectaron una enorme proliferación de casos de cáncer cutáneo, sobre todo en Australia y EEUU. Muchos de sus habitantes tienen una piel muy blanca y hace décadas que el cuerpo que estuvo de moda era de color chocolate. Posteriormente se observó que durante muchos años este incremento se debió a la indefensión del sol. Además, al ser la capa de ozono cada vez más fina, se ha facilitado el paso de los rayos hasta la superficie terrestre. Por tanto, hay que tener más cuidado con el sol.
Fuerza del Sol según lugar
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Latitud
: cuanto más cerca esté del ecuador, más fuerza tiene. - Tiempo: a pesar de pensar que las nubes protegen del sol, las nubes altas y ligeras dejan pasar el 60-80% de los rayos ultravioleta.
- Altitud: cuanto más alto esté, mayor es el riesgo de quemarse, por ejemplo, en 1.500 metros el sol es un 20% más fuerte que en el nivel del mar.
- Agua: el 96% de los rayos ultravioleta atraviesan el agua transparente.
- Hora: el riesgo de quemaduras es mayor a mediodía y a primeras horas de la tarde.
- Ropa: la mitad de los rayos ultravioleta son capaces de atravesar la ropa húmeda.
- Superficie: como la nieve y la arena reflejan los rayos, aumenta el riesgo de quemaduras.
A cada piel la suya
Dependiendo de las características genéticas y de la cantidad de melanina, tenemos más o menos protección natural frente al sol, y de lo más blanco a lo más negro se distinguen seis fototipos. Es importante fijarnos en el fototipo personal para saber hasta qué punto necesitamos protección.
- Los del tipo I o albinos son de piel muy blanca, con pelos rojos o amarillos y ojos claros. Siempre se queman con el sol, por lo que necesitan protección total.
- Los del tipo II o germánicos tienen piel blanca y pelo y ojos claros. Son fáciles de quemar y requieren cremas de factor de protección 10-15.
- Las del tipo III o piel mixta tienen piel blanca y pelo castaño. Se queman poco y se van coloreando poco a poco. Requieren un factor de protección 6-8.
- La piel del tipo IV o mediterránea es marrón claro y con ojos oscuros. No se queman fácilmente y se broncean rápidamente. Por ello, disponen de un factor de protección de 4-6.
- Las del tipo V o indios presentan piel, ojos y pelo oscuros. Apenas se queman y se broncean muy rápido. Con factor de protección 2, son suficientes.
- La piel de los tipos VI o negros es muy oscura y sus ojos y pelos son negros. Nunca se queman y no necesitan protección especial.
En sol suave
Aunque el exceso de sol es perjudicial, no podemos negar que el sol tiene su lado bueno. Por ejemplo, en la piel produce una síntesis de vitamina D que permite la absorción intestinal de calcio y fósforo. Por otro lado, contribuye a mitigar las depresiones, ya que en los países con largos inviernos y pocas horas de sol (Finlandia, Noruega...) la falta de sol aumenta la depresión, la irritación, la fatiga, el insomnio y la tendencia al suicidio. Además, fortalece el sistema inmune, estimula la circulación sanguínea, mejora el reuma, aumenta el número de hormonas sexuales y, en el caso de la piel, influye positivamente en la psoriasis, el eczema atópico y otras enfermedades de la piel.
¿Quién necesita sol?
Ha finalizado la temporada de los adoradores solares. Pero hay quien, a pesar de no querer ver ni el sol, no quiere renunciar a la piel morena y para ellos son ideales las cremas que ennegrecen la piel sin someterlas al sol. Estas cremas llevan una molécula llamada dihidroxiacetona (DHA). El DHA se asocia a las proteínas de la capa externa de la piel y al oxificarse con el contacto del aire da un color oscuro a la piel. Sin embargo, el color va desapareciendo día a día con la pérdida de estas células. Por otra parte, el color moreno así obtenido no protege la quemadura de los rayos solares, por lo que a pesar de estar en bronceado, la crema protectora debe utilizarse exactamente igual.
Solarium, sol interior
Los solariums emiten rayos ultravioleta, por lo que el proceso de ennegrecimiento es similar al de la exposición al sol. Son principalmente UVA, por lo que los UVB son muy nocivos. Sin embargo, aunque los rayos UVA no son tan carcinogénicos como los UVB, no pueden decir que no causen ningún daño. Por eso, hay que tener tanto cuidado en el solarium como en la exposición al sol.
Cuidando la piel por la boca
Para mantener la piel elástica y bien hidratada, una dieta adecuada ayuda mucho. Por ejemplo, es necesario beber suficiente agua, aproximadamente un par de litros al día. Las hortalizas y las frutas tienen mucha agua y, al igual que el aceite de oliva, también contienen antioxidantes, lo que contribuye a la lucha contra el envejecimiento prematuro de la piel. El tabaco, el alcohol y otras toxinas juegan al revés.
Algunas frutas y hortalizas son especialmente indicadas para el cuidado de la piel y para mantener un bonito color: zanahorias, melocotones, tomates, pimientos, espinacas, albaricoques... Tienen mucho beta caroteno, una forma de vitamina A tan beneficiosa para la piel.
Método de la sombra
¿Cuándo es más nocivo el sol? Es fácil, fíjate en la sombra:
- Si la sombra es más corta que la altura, existe un alto riesgo de quemaduras.
- Si la sombra es la misma que uno, es más difícil fumar, pero hay que tener cuidado.
- Cuando la sombra es dos veces más larga que la altura, el sol es casi inocuo.
Lo mejor del sol, la sombra
Así lo dice un proverbio viejo y no le falta razón. Sin embargo, estar al sol es un placer para muchos, y otros tienen que estar bajo el sol porque las actividades que les gustan se realizan fuera o porque trabajan fuera. Sin embargo, gracias a las cremas solares pueden estar más tranquilos, ya que proporcionan la ayuda imprescindible para no fumar. En las estanterías de las tiendas hay muchos productos para proteger y calmar la piel frente al sol. El componente principal de estas cremas son los filtros solares.
Su función es reflejar o absorber la radiación solar y son de dos tipos: químicas y físicas. Los químicos absorben los rayos ultravioleta, reciben energía ultravioleta y se transforman para evitar daños en la estructura de la piel. Los filtros físicos están constituidos por minerales capaces de reflejar la radiación.
Existen cremas de mayor o menor protección en función de las características y cantidad del filtro. El factor de eficiencia del filtro (FPS) aparece en la etiqueta, indicando el tiempo que puede permanecer sin sufrir daños al sol. Por ejemplo, si cualquier persona con piel normal puede hacer un cuarto de hora al sol sin quemarse, gracias al crema FPS-15, puede tardar 15 veces más, es decir, casi cuatro horas. ¡Ojo! Al sudar, al entrar en contacto con la ropa o la toalla o al bañarse se pierde la crema, por lo que es necesario renovarla con frecuencia. Además, la crema debe aplicarse media hora antes de tomar el sol y asegurarse de que cubre toda la superficie.
Además de los filtros, las cremas solares contienen componentes beneficiosos para la piel. Algunas, como la vitamina E, cumplen una función de cuidado y restauración de la piel. Esta vitamina es antioxidante y, al atrapar radicales libres, impide el envejecimiento prematuro de la piel. El papel de varios aceites y plantas de aloe vera es similar. El ácido hialurónico, la glicerina y otros agentes recogen el agua de la atmósfera y la introducen en las células, mientras que otros aceites forman una capa que impide la pérdida de humedad. Finalmente, se añaden conservantes y aromas a las cremas solares.
Publicado en el apartado D2 de Deia.
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