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Proteómica contra enfermedades hepáticas

2004/06/09 Agirre Ruiz de Arkaute, Aitziber - Elhuyar Zientzia

Tras la secuenciación del genoma humano, la biología ha afrontado aún más el reto de elaborar un mapa de todas las proteínas que tenemos los seres humanos. No es un trabajo cualquiera, ya que con 30.000 genes se calcula que podemos tener un millón de proteínas diferentes. Si alguna vez conseguimos hacer este mapa, tendremos en nuestras manos una herramienta enorme para entender muchas enfermedades en su conjunto. En Bizkaia, por ejemplo, se han empezado a estudiar enfermedades hepáticas según este método.
José María Mato, director del centro de investigación CIC-Biogune.

José María Mato, científico del nuevo centro de investigación CIC-Biogune de Zamudio, lleva más de 20 años investigando una grave enfermedad del hígado: la esteatohepatitis. Se produce cuando se acumula demasiada grasa o grasa en el hígado y acaba provocando cirrosis. En el peor de los casos, también el cáncer.

Esta enfermedad no se puede diagnosticar hasta que el paciente percibe síntomas y es demasiado tarde, ya que para entonces no se puede retroceder la enfermedad. Por ello, José María Mato quiere encontrar la forma de diagnosticar la esteatohepatitis desde el principio. "Nosotros queremos saber qué genes y qué proteínas cambian en esta fase temprana de la enfermedad. De esta forma podremos saber quién y cuándo va a desarrollar la enfermedad. La predicción de enfermedades es el mayor reto de la medicina a comienzos de este milenio."

Hace unos años, Mato identificó un gen de gran importancia en la esteatohepatitis. Pero sabe que eso no es suficiente. Ahora, en lugar de analizar los genes por separado, analiza las proteínas que se generan a partir de ellos. "Los genes sólo guardan información. Lo que hacen es devolverla y crear una proteína. Pero al final en la célula los verdaderos trabajadores son las mismas proteínas."

Por tanto, la proteómica es el nuevo reto de la biología. Esto permite conocer todas las proteínas presentes en cada célula. Es bastante más complicado que secuenciar genes.

Y es que a medida que vamos desarrollando los seres vivos las proteínas van cambiando; en nuestras células no se forman las mismas proteínas durante la fase embrionaria o la vejez. Las orugas y las mariposas también tienen los mismos genes, pero es evidente que las proteínas y, por lo tanto, su aspecto son diferentes. Y cuando se nos produce alguna enfermedad ocurre lo mismo: las proteínas cambian. La proteómica nos permite conocer qué proteínas se generan o modifican en cada enfermedad.

Los científicos disponen en la actualidad de poderosas herramientas para llevar a cabo estos estudios. En los últimos años, las aulas bidimensionales y la espectrometría de masas han empezado a ser habituales. Estas técnicas permiten ver y analizar cientos o miles de proteínas al mismo tiempo a una velocidad muy elevada. La proteómica permite analizar las enfermedades desde una perspectiva totalmente diferente a la actual. Por decirlo de alguna manera, al ver qué proteínas se producen cuando estamos enfermos, los científicos consiguen una especie de huella dactilar de la enfermedad.

El objetivo de Mato es encontrar esta huella dactilar de la esteatohepatitis. Se trata de crear un chip diagnóstico sobre las proteínas que cambian en el momento del inicio de la enfermedad, con el fin de poder visualizar de forma rápida y sencilla la presencia de estas proteínas en la sangre de cualquier paciente.

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