"Tenemos que pensar quién sufre las consecuencias de nuestra investigación"

Al comienzo de la entrevista, su trayectoria no ha sido normal. Entre otras cosas, fue una de las primeras en impartir las asignaturas en euskera en la Escuela de Minas de la Universidad del País Vasco; en los últimos años ha impartido talleres de reflexión científica y de género en la misma escuela; preocupa la tecnociencia y la responsabilidad de los científicos en la sociedad; ha organizado una exposición de mujeres ingenieros e inventoras; y tiene una estrecha relación con el arte. Quizá no sea el recorrido habitual de un doctor en ingeniería, pero se muestra satisfecho con su trayectoria.

"Tenemos que pensar quién sufre las consecuencias de nuestra investigación"


Hay quien cree que los científicos viven fuera de la sociedad, pero tú te hemos conocido en trabajos relacionados con temas sociales.

Sí, eso es un tópico, y yo no cumplo muchos tópicos sobre científicos. En mi mundo siempre he sido un elemento extraordinario, porque mi trayectoria no ha sido muy normal en el mundo científico. Siempre he tratado de hacer una crítica de la ciencia, o al menos si no es crítica, de lo que hacemos una reflexión.

Al principio me metí en la ingeniería y hice una tesis sobre los materiales. Y de ahí fui a ser profesor de ingeniería. Pero en ese camino, porque en la vida te pasan muchas cosas y porque reflexioné sobre ellas, empecé a trabajar en ciencia y tecnología y género.

Sin embargo, al profundizar en él, vi que el tema no era sólo la cantidad de mujeres que hay en ciencia o ingeniería, sino que ahí había una reflexión sobre las características de la ciencia, y ahí me metí a fondo.

Sin limitarse al género, ¿para analizarlo con una perspectiva más amplia?

Eso es. Evelyn Fox Keller es un físico y epistemólogo al que leí por primera vez este tipo de cosas. Él dice que al principio se metió en ello preocupado por qué las mujeres no participaban y que ha terminado de analizar cómo es la ciencia.

En mi caso también es así. Es decir, no se trata de las dificultades que tienen las mujeres o de su falta de capacidad para entrar en el mundo científico, sino de cómo es la ciencia desde nuestro punto de vista: qué valores hay, qué características tiene, si es neutro, en qué consiste la objetividad, qué intereses hay detrás de la ciencia... En eso he estado en los últimos años.

¿Y qué has encontrado?

Para empezar, he visto la importancia de la ciencia en nuestra sociedad. Sobre esto hay estudios que demuestran el XVII. Desde la revolución científica del siglo XX, desde Newton, Descartes y todos ellos, la ciencia sustituyó de alguna manera a la religión.

Desde entonces, la ciencia tiene una gran importancia en la sociedad; la ciencia y la tecnología. De hecho, ahora se habla de tecnociencia, y es la tecnociencia la que aglutina una red o una estructura en aspectos económicos, políticos, científicos... Y hoy en día no existe ese científico que usted decía al principio, que vive aislado en su laboratorio; el científico está dentro de esa estructura.

Entonces se da importancia a la ciencia porque creemos que es neutra, que es objetiva, y eso es lo que ocurre porque solo nosotros vemos la punta del iceberg. Por ejemplo, cuando dicen que "esto es así, científicamente está demostrado", no vemos que para llegar a eso tal vez se han precedido unas condiciones, y que el resultado que nos muestran es sólo la punta del iceberg.

A mí me interesa especialmente este tema, porque me parece que vivimos en una sociedad enferma; tanto la sociedad como la propia Tierra están enfermas. Y creo que es importante que los científicos reflexionen sobre el papel que tenemos ahí: qué consecuencias tiene nuestro trabajo, qué aplicaciones... Otras áreas también, ¡eh! Abogados, médicos… todos tienen responsabilidad, pero como yo soy científico me gustaría que reflexionara sobre nuestra responsabilidad.

Ed. Juan Carlos Ruiz/© PRESS FOTOGRÁFICO
¿Qué crees que los científicos en general no se preocupan lo suficiente?

No es eso, yo no juzgo a nadie. Pero quizá muchas veces tratamos de hacer una distinción. No sé si es para blanquear o porque así lo pensamos. En cualquier caso, yo recuerdo que cuando escribía una tesis sobre los materiales, pues muchas aplicaciones son militares, y a mí eso me causaba grandes contradicciones. Quizás a otro no, ¡eh! Pero a mí sí. Porque, insisto, la ciencia no es neutra. Y tú estás investigando la capacidad de un material de perforar para conocerlo. A continuación, sin embargo, viene la aplicación, y tú sabes que la usarán para hacer proyectiles, y quizás eres insumiso. Eso te creará una inquietud. Creo que deberías crearlo, al menos a mí me creaba.

Cuando preguntaba a mi director o a un compañero, me decía "Enkarni, ese no es tu problema. Tu trabajo es conocer las características de este material y es ahí donde acaba tu trabajo. Qué van a hacer otros con tu trabajo, eso es responsabilidad de los políticos". Yo no estoy de acuerdo con ello. Yo creo que también es nuestra responsabilidad. ¿Tenemos más responsabilidad que el resto? No, cada uno tiene su responsabilidad en su ámbito y los científicos no somos diferentes en ello. No podemos diferenciar así las cosas y debemos pensar quién sufre las consecuencias de nuestra investigación. Debemos preguntarnos: "¿Estoy dispuesto a tomar estas conclusiones sobre mi espalda? ".

Otra cosa que me decían era “si tú no lo haces, lo hará otro”. ¡Pues que lo haga otro! Yo no. Yo creo que habría que hacer más esa reflexión. Lo cierto es que las consecuencias de nuestro trabajo no son muy evidentes; por ejemplo, en nuestra sociedad superdesarrollada no vemos los daños que provocan las armas que fabricamos.

¿Porque pasan lejos?

O pueden pasar cerca, en nuestra sociedad hay muchos problemas. Pero es como si viviéramos en universos paralelos. Como le decía a un amigo, ¿el mar es igual para todos? No, porque unos tienen unas vivencias y otros, muy diferentes.

Por ejemplo, un pescador y un surfista.

Eso es. Así que nosotros muchas veces no vemos las consecuencias de nuestra tecnología. Y esto tampoco se tiene en cuenta en los estudios. En ingeniería, al menos, no hay muchas asignaturas que permitan reflexionar sobre este tipo de cosas. Por lo tanto, es responsabilidad del profesor darlos, aunque sea indirectamente. Pero la integración en las asignaturas no suele ser fácil. Tal vez en otras carreras, cuando sea evidente que estás trabajando con las personas, como la medicina o el periodismo.

Pero como la ciencia es supuestamente neutra y tiene lo mismo poner aquí un tubo, o hacer una carretera por ahí o por aquí, y punto, no se hace ningún otro planteamiento, ni se piensa qué consecuencias tiene para los pueblos que la carretera excluye o une y cómo afecta a los vecinos de la zona y a los de la lejanía. Se hace una distinción: los políticos han decidido hacer la carretera y sólo he cumplido lo que he decidido.

Yo creo que eso no se puede separar así, pero esa cultura no está integrada en las carreras y luego es difícil que se desarrolle uno mismo. Es cierto que nuestras vidas también son difíciles, porque si renuncio a hacer carretera podemos tener consecuencias. Además, sabemos que si no lo hacemos nosotros lo hará otra persona, mientras nuestros hijos no tendrán comida. Estas decisiones personales son comprensibles, por eso yo no soy quién porque ha hecho armas para juzgar a nadie, o porque ha impulsado un proyecto en Guatemala o ha sabido qué investigación ha hecho. Pero como sociedad me gustaría hacer una reflexión.

Por lo tanto, mi preocupación no es sólo la que viven las mujeres. He partido del feminismo, pero ese camino me ha abierto otras puertas, y ahora estoy ahí. No sólo es un problema de las mujeres, sino de la estructura social. Tenemos que pensar a dónde va nuestra sociedad y qué podemos hacer yo, o nosotros, los científicos.

Ed. Juan Carlos Ruiz/© PRESS FOTOGRÁFICO
¿Y qué podéis hacer los científicos?

De hecho, he visto en la revista Amaia Pérez Orozco [ revista Elhuyar, número 286] y a mí me encantan algunas de sus tesis. Por ejemplo, en cuanto a la economía, dice que hay que poner la vida en el centro de la economía. Yo creo que eso también sirve para nuestro caso, y lo decía antes, aunque con otras palabras. Y es que antes de conocer a Amaia Pérez Orozco leía obras de otros, como Donna Haraway, que dice algo parecido a lo que dice Amaia Pérez Orozco, pero con preguntas: "¿Quién vive y quién muere? ". Esta pregunta ha marcado mi trayectoria. Al final, la pregunta es ¿quién está en el centro de mi proyecto, quién vive, quién muere? ¿Qué valores de vida estimula? Poner vida en el centro de la ciencia.

¿Que la prioridad de la ciencia y la tecnología sea la vida?

Sí, pero teniendo en cuenta que no todas las vidas son iguales. Hay que preguntarse qué vidas son deseables, estimulantes, esa es la línea de Judith Butler. Por tanto, los científicos también debemos pensar en qué tipo de vida es habitable, qué tipo de vida y qué sociedad queremos promover. Mi madre planteaba la siguiente pregunta: "¿Esto añade belleza al mundo? ". Y creo que eso también está en la misma línea.

Dentro de él, hay dos planteamientos: poner parches o profundizar en el conjunto. Hay una tendencia a pensar que la tecnología puede solucionarlo todo. El otro día escuché que en España la tasa de obesidad infantil era la más elevada del mundo. Y unos días antes mencionaron otra investigación en la que querían controlar la saturación mediante un chip colocado en el cerebro. Ese chip puede ser una solución para tratar la obesidad infantil, sí, pero para mí eso es poner un chapatón. En su lugar, yo buscaría saber qué está mal en la sociedad para tener estos problemas. El que está desarrollando el chip dirá que está trabajando por la vida, pero para mí eso es sólo una tirita, eso no añade belleza a la vida.

También tienes relación con el arte, ¿no?

Sí, además quiero hablar de ello. En mi trayectoria ecléctica he ido encontrando a personas que, como yo, están fuera de mi trayectoria habitual, y entonces creas alianzas. Así, en el Máster de Igualdad de la UPV daba el tema de la ciencia feminista y tenía un alumno, Ainhoa Güemes. Y años después me encontré con ese alumno en otro lugar y surgió una complicidad entre ambos.

Ainhoa es periodista, máster en técnica de igualdad, pero se mueve en el mundo del arte. Y cuando nos encontramos, hace 5-6 años, creamos un trabajo especial, una web. Nosotros lo llamamos Artecnociencia. La cuestión es que para comprender el mundo la ciencia es muy importante. Muchas veces hemos tomado la ciencia como la forma más fiable de explicar el mundo, la más objetiva. Pero nosotros creemos que hay otras vías, y una de ellas es el arte, que nos van a dar una visión del mundo, que igual pueden ser tan útiles como la ciencia, pero que no son tan aceptadas o empujadas.

Y ahí era nuestra alianza, juntar a un artista y una ingeniera, y decir: cómo entendemos este mundo desde diferentes puntos de vista y qué herramientas podemos desarrollar para impulsar cambios en la sociedad. Un instrumento puede ser el arte. La ciencia, por supuesto, y nuestra reflexión sobre la ciencia, pero también sobre el mundo del arte. Nosotros lo que hacemos es, por un lado, trabajo artístico y, por otro, escribimos artículos para impulsar el cambio o la reflexión de esta sociedad.

Ainhoa ahora está escribiendo su tesis y tiene unas patas: ciencia, arte, filosofía... y con eso vamos completando nuestro puzzle. Muchas veces no sabemos qué hacer con este material, es un camino relativamente nuevo y no tenemos muchos referentes, no hay una metodología fija… De alguna manera estamos experimentando y yo creo que puede dar buenos resultados. En cualquier caso, me parece muy enriquecedor introducir aire fresco en un mundo científico tan compacto como el nuestro, en el que trato con mis alumnos.

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