“Para mí los dientes son piedras preciosas; aunque son relativamente pequeños, tienen un valor especial”

“Para mí los dientes son piedras preciosas; aunque son relativamente pequeños, tienen un valor especial”
Pues casi los mismos años, esta es mi 18ª campaña de excavación. Desde 1998 tengo una cita ineludible con el yacimiento de Atapuerca. Para algunos, el paisaje estival es de playa y sol. Para mí es uno de los yacimientos, el estrato más grotesco de la Gran Dolina, el de las series de centenares que nos cogen vestidos de verde y nos saludan amarillentos, y el cielo más interminable de Castilla sobre ellos. Estoy enganchado a esta tierra, a esta actividad, a la energía telúrica que emiten estas tierras con casi un millón de años de vida enterrada. En pocos sitios hay tanta “vida” acumulada.
Siempre pienso que, en broma, los amigos de las psicofonías y del espiritismo tendrían que venir a lugares como la Gran Dolina con el tablero de ouijas, ya que aquí, en el mismo lugar, en las mismas coordenadas, se recogen las vivencias de personas que han vivido durante un millón de años. En algunos casos, además, al igual que en el TD6 de la Gran Dolina, se han producido también muertes dramáticas, ya que su acumulación se debe al canibalismo y casi todas las víctimas fueron niños. ¿Se van a reflejar los ecos y los espíritus con más energía que aquí? No creo.
Sí, durante estos 18 años he seguido de cerca al Homo antecessor. He visto crecer y madurar como especie y me gustaría pensar que con mi trabajo he ayudado a que ese adolescente se conozca y se fortalezca. A lo largo de estos años hemos modificado nuestras hipótesis, y gracias a los nuevos fósiles y estudios que hemos conocido, ahora pensamos que el origen de las primeras poblaciones europeas no es africano, sino asiático. Precisamente, las investigaciones que estamos llevando a cabo en China, junto con sus investigadores, nos ayudan a conocer mejor el parentesco entre el Homo antecessor y las poblaciones asiáticas.
Es difícil decir uno solo. Para mí ha sido especialmente emocionante encontrar restos humanos en el Osine del Elefante. A través de este yacimiento, ya existía la sospecha de que en Europa había seres humanos hace 1,2 millones de años, pero se trataba de evidencias indirectas (señales de cortes en huesos, escasos instrumentos de apariencia primitiva) que no tenían la suficiente solidez para convencer a una comunidad científica escéptica que creía que el hombre llegó a Europa hace medio millón de años. ¡El descubrimiento del cadáver fue una prueba definitiva! Además, primero apareció un solo diente (que luego aparecería), por lo que yo tuve la oportunidad de disfrutar de la responsabilidad de identificarme como humano, el hombre más antiguo de Europa.
Los dientes son las piezas más abundantes del registro fósil y las que mejor se conservan gracias a los tejidos que los forman, principalmente por esmaltes. Resisten mejor que cualquier otra parte esquelética el paso del tiempo y los procesos de fosilización. Además, aportan información útil en muchos ámbitos.
Sirven para sacar conclusiones sobre la dieta, los episodios de enfermedad y el estrés individual durante el crecimiento (por medio de un defecto en el esmalte llamado hipoplasia), el desarrollo (existe una gran correlación entre el crecimiento dental y la erupción y el crecimiento de una especie), la taxonomía y la filogenia. Esto último es debido a su alto componente genético, tanto en el tamaño de los dientes, como en los aspectos morfológicos de los mismos, tales como el número de cumbres, su posición respecto a los otros o el aspecto de la raíz, lo que nos permite conocer a qué grupo pertenece este individuo (taxonomía) y su parentesco con otras especies humanas por sus semejanzas y diferencias (filogenia). Para mí los dientes son piedras preciosas. Al igual que ocurre con las piedras preciosas, son relativamente pequeñas, pero tienen un valor excepcional.
Los estudios genéticos aportan nuevos avances y fuentes de datos y en los últimos años nos han dado muchas sorpresas, como que la hibridación entre H. sapiens y H. neanderthalensis no ha sido generalizada, pero tampoco extraordinaria, o el descubrimiento de una “nueva especie”, los denisoveses, de los que disponemos de su genoma pero no de fósiles para compararlo con otras especies conocidas a través de fósiles.
Es cierto, sin embargo, que todavía existe un problema sin resolver, y es la “reconciliación” entre la evidencia genética y la evidencia fósil en la fecha de la separación entre los hombres modernos y neandertales. La genética sugiere que esta separación se produjo hace unos 500.000 años, pero los fósiles afirman que hace un millón de años había un antepasado de ambos.
Sí, y en esta investigación también los dientes han sido los protagonistas principales. En cualquier caso, debemos ser prudentes con los efectos taxonómicos que extraemos de las huellas fragmentadas o raras, sobre todo porque, como he dicho antes, los dientes también pueden mostrar adaptaciones a la dieta y no necesariamente parentesco. Para distinguir bien lo que reflejan, lo mejor sería tener más y más completos restos fósiles.
Por otro lado, me parece ciertamente interesante que en el periodo de dos meses coincidan varias publicaciones que hacen referencia a un período de entre 2 y 3,5 millones de años y que demuestran una gran diversidad de homínidos en África. Por un lado, la posible noticia de australopite (A. deyimereda), que habría coincidido en tiempo y lugar con la especie de Lucy, A. afarensis; por otro, el descubrimiento de los instrumentos más antiguos, de 3,3 millones de años, en Kenia; y por último, la identificación de la especie más antigua del género Homo en Ledi Gerarun (Afar, Etiopía). Todos ellos demuestran que el final del Plioceno y el comienzo del Pleistoceno inferior fue una época muy concurrida y viva, con muchas claves para entender la génesis de los primeros seres humanos.

Sí, la colección del Osín de Huesos, con una treintena de esqueletos del Pleistoceno Medio (430.000 años), está siendo un auténtico tesoro para reconstruir la Historia con mayúsculas, en lo que se refiere al origen de las especies humanas, en este caso la neandertal. Pero también para reconstruir la historia, en minúscula letra, de un individuo y de su muerte. Los trabajos interdisciplinares, entre ellos las técnicas forenses, nos permiten contar la Historia a través de las historias, acercando a familiares que vivieron medio millón de años.
Eso es. El reto ahora es determinar cuándo los seres humanos ocuparon el lugar y saber hasta qué punto es el único cumplimiento, o si venían de vez en cuando, es decir, sólo cuando las condiciones climáticas les permitían, desaparecían o volvían a lugares en mejores condiciones. Para ello, los estudios geocronológicos son fundamentales y, en este sentido, en estos momentos estamos trabajando en un sondeo en la base de la Dolina. Tiene ya 10 metros de profundidad y será clave para determinar cuándo y en qué condiciones los homínidos tomaron el entorno de Atapuerca.
Mucho, y eso es bueno. La ciencia avanza proponiendo hipótesis, es decir, preguntando. Yo tengo ganas de saber quién es exactamente el ser humano que hemos encontrado en la Osina de los Elefantes. Con prudencia, Homo sp. Lo hemos nombrado y quiero saber cómo se relaciona con H. antecessor (si son de la misma especie, si son hermanos, padre e hija...) y profundizar en el supuesto origen asiático de H. antecessor.
Encontrar más fósiles, sin duda. El registro fósil es muy escaso. De hecho, el 99,5% de los fósiles del Pleistoceno inferior europeo proceden de Atapuerca y más del 80% de los fósiles del Pleistoceno medio de todo el mundo.
Tenemos mucho interés en conocer bien la especie H. antecessor y su papel en la creación de H. sapiens y H. neanderthalensis. Para ello, estamos soprimando la información que se puede obtener de los fósiles, con las técnicas de imagen más avanzadas, como la microtomografía axial computerizada, que nos permiten ver el interior de los fósiles sin destruirlos. Estamos “desnudando” los fósiles, explorando su intimidad.
Los estudios sobre la ciencia, la cultura y, de forma urgente, la evolución humana forman parte del patrimonio y son señas de identidad de los seres humanos. Para mí, una obligación es compartir cualquier avance que nos enriquezca y refuerza nuestras “virtudes” evolutivas. Además, las redes sociales tienen un encanto especial, algo muy propio de nuestra especie: la posibilidad de relacionarse y relacionarse con desconocidos. Otras especies de primates no lo hacen.
Es una pregunta muy difícil. Mi sueño ya se está cumpliendo, desde hace tres décadas, desde que decidí ser científico y he podido ser científico. Mi sueño es ayudar a otros a cumplir lo suyo. Por eso me parece fundamental participar en la enseñanza y en la divulgación. Que otros también tengan mis opciones.
Como un sueño especial... soño de nuevo con llegar al TD6 de la Gran Dolina y encontrarse con las huellas de un banquete caníbal.
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