}

Martitz, ¿es la segunda casa de la humanidad?

1986/04/01 Barandiaran, Mariaje | Irazabalbeitia, Inaki - kimikaria eta zientzia-dibulgatzaileaElhuyar Fundazioa Iturria: Elhuyar aldizkaria

Diecisiete años no se han cumplido desde que el hombre colocó su dedo en otro astro fuera de la Tierra en la que nació. Cuando Armstron marcó por primera vez el suelo de la Luna, comenzó una nueva era. No se conforma con ello y más allá, mira los planetas que le rodean. Los próximos pasos en la conquista del Universo serán los mismos objetivos. Martitz, que ha creado tantos sueños, nos espera.

Algunos astrónomos necesitan treinta millones de años para colonizar toda la galaxia. Exportar nuestra civilización a 200 mil millones de estrellas no es un problema de broma. Nosotros no lo vamos a conocer. Sin embargo, en los próximos años probablemente podremos ver los primeros pasos de esta colonización.

El inicio de la colonización puede ocurrir a principios del siglo que viene. Entonces, la tecnología permitirá establecer bases sostenibles en la Luna y en Marte.

Las primeras bases se construirán en la Luna. Hay muchas razones para que esto ocurra, entre ellas la cercanía. Los siguientes se colocarán en Martitz, ya que en los dos planetas más cercanos es el más adecuado y con el "clima" más suave. Artizar por el momento es más inaccesible. Sus enormes presiones y temperaturas hacen que vivir en la zona no sea recomendable.

A pesar de que todavía no se ha lanzado ningún hombre, las sondas automáticas colocadas nos han proporcionado datos significativos. No han encontrado las princesas descritas por Edger Rice Borroughs. Ni el constructor de "canales" de Schiaparrelli. también. Pero ofrece a los científicos un punto de partida útil para trabajar sobre la colonización de Marte.

Dejando el primer nivel de la Luna, comenzamos el segundo de Marte.

Para la vida que conocemos Martín no es un planeta muy atractivo. Las temperaturas oscilan entre -140° C y -27° C. La temperatura media en torno a los polos es de -100 ºC, en el ecuador de -20°C y en las latitudes medias de -40°C. Por otra parte, la atmósfera está totalmente formada por dióxido de carbono. El pavimento es además estéril.

Así sea, podemos transformarlo a nuestras necesidades. Sólo hace falta imaginación y técnica. Esta atmósfera totalmente venenosa también tiene un posible uso. Thomas Meyer, químico que trabaja en el proyecto Martitz en la Universidad de Colorado, analiza los datos emitidos por las sondas Viking, obteniendo interesantes conclusiones.

Según este investigador, la compresión de 900 m 3 de aire mártir permite obtener 500 g de agua. Así, el coste del agua "destilada" no sería superior al del agua mineral que puedes comprar en la tienda de la esquina.

Pavimento de Martitz.

No se necesitan aparatos complejos, basta con una turbina que habla de energía solar que puede trabajar a baja presión.

Si tenemos algo que beber, tendremos que encontrar comida y lo que es más importante, y qué respirar. También se puede encontrar. Mediante la compresión de la atmósfera y la posterior eliminación del dióxido de carbono se obtiene una mezcla de gases. En él predominan el argón y el nitrógeno, con el oxígeno como huella.

Esta mezcla no es muy respirable, pero podría utilizarse como "Tampon" gas, entre el aire respirable de los habitáculos y el aire tóxico exterior. El oxígeno respiratorio se obtendría mediante la rotura de óxido de carbono (IV) mediante el proceso denominado Sabatier-Senders. Genera dióxido de carbono y agua. Del agua de electrólisis se extrae oxígeno, regenerando el hidrógeno. Reciclando este hidrógeno...

La atmósfera de Martitz podría aportar aún más frutos con Nitrógeno e hidrógeno, amoniaco, CNH 3 podría sintetizarse. Se podría utilizar para alimentar plantas o en pilas electrolíticas. Tomando como materia prima el amoniaco, se podría producir hidracina (NH 2 NH 2 ), combustible ideal para cohetes. Mediante el uso de químicos marcianos, agua, hidrógeno y óxido de carbono (II) también se podría sintetizar metanol, combustible para vehículos terrestres...

La Tierra, nuestra tierra y todavía hoy.

El director del proyecto Martitz, Penelope Boston, prefiere que el agua salga del suelo del planeta rojo. También utiliza los datos de la sonda Viking. El polvo que cubre Martitz podría alcanzar 1 Kg de agua, eliminando 100 Kg.

La señora Boston ve tres etapas en la colonización de Marte. En un primer paso se exportarían las colonias de algas y bacterias con la intención de sembrar en el planeta. Si éstos no se arraigaran, serían el alimento de los primeros colonos.

En el siguiente paso se hincharían unos "domos" hinchables. Allí, los colonos que estarían hartos de algas y bacterias podrían cultivar hortalizas, tomando como sustrato el suelo húmedo de Marte. El tercer paso sería completar un ecosistema muy miniaturizado.

El único trabajo de los colonos de Martitz no sería la agricultura. Una vez cubiertas las necesidades primarias, deberían comenzar a explotar los parajes de la zona. El primer trabajo sería el de la minería, seguido de la construcción de pequeñas industrias de transformación y, finalmente, la creación de una mala copia de la tierra.

Vehículo automático.

Este es un esquema de colonización de Marte. Entre ellos se encuentran otros, Entre ellos el más destacado puede ser el de James Lovelock, químico atmosférico. James Lovelock es muy conocido por la supuesta hipótesis que plantea sobre la vida en la Tierra en el libro "GAIA"

Ver "Elhuyar. Ciencia y Técnica" 1, 74 págs.

Lovelock propone sembrar la vida en Marte con trucos sencillos. Pretende utilizar en su proyecto elementos nocivos para la tierra: cohetes portadores de cabezas nucleares y clorofluorometanos. Se sospecha que estos últimos pueden destruir en forma de aerosoles la capa de ozono que protege en nuestro planeta de las radiaciones ultravioletas.

Tras los acuerdos de desarme, los cohetes se pondrían en manos del proyecto Martitz (sin duda el punto más débil de esta intención). Con estos gases se proyectarían hacia Marte y se dispersarían en su atmósfera. En ella se produciría el efecto invernadero, es decir, el calor del sol entraría a la atmósfera pero no saliría. El calentamiento de Martitz sería el siguiente: los polos de hielo y óxido sólido de carbono (IV) se fundirían y se convertirían en vapor. De esta forma, el óxido de carbono (IV) excedente elevaría aún más la temperatura y al mismo tiempo la atmósfera se humectaría.

En Marte tendríamos una vida de este tipo. Hogares, centros de producción, etc. deberían adaptarse. A pesar de que esta imagen es una ficción, los estudios realizados hasta el momento apuntan a este tipo de construcciones. Sin embargo, ¿podremos vivir más feliz que en nuestra Tierra?

Otros cohetes enviados desde la tierra, en esta nueva atmósfera, sacarían las esporas de líquenes maduros y algas. Estas esporas se reproducirían rápidamente. Estos pioneros se encargarían de preparar químicamente la tierra. Los siguientes cargamentos expedidos desde la tierra estarían compuestos de plantas superiores, gramíneas y arbustos. Como la atmósfera es muy rica en óxidos de carbono (IV), se producirían enormes cantidades de oxígeno.

Si este plan tuviera éxito, en unas pocas décadas podrían vivir en Marte unas 10.000 personas...

Como soñar por el momento es legítimo, (y esperamos que siempre lo sea) los soñadores quizá preferiremos a las estrellas, a los paisajes exóticos de Borrough que a las zonas duras de la realidad.

Cuando abrí los ojos, vi que estaba rodeado de un paisaje extraño e innatural. Sabía que estaba en Marte. No me pregunté si estaba despierto y atento. No estaba dormido, no me tenía que molestar. Mi subcientífico me decía que estaba en Marte, como dice a cualquier otro que está en la Tierra. Nadie duda de ello...

... Aquel sonido suave me hizo girar y allí a escasos tres metros del pecho estaba la punta de aquel colosal. Un penacho de doce metros de largo, con puntas de metal brillante y sostenido por otro gran ser como aquellos diablillos que estaban observando.

Este tipo de propulsores colocarán los barcos hacia Marte.

Hombre, tengo que nombrarlo de alguna manera, era de cinco metros de longitud y en la Tierra pesaría más de doscientos kilos. Nosotros estábamos colocados como nos colocamos sobre nuestros caballos. Eso sí, al cuello del animal le acompañaban sus membrillos inferiores. Mientras tanto, con las manos de sus dos brazos de la derecha sujetaba el coloso junto a su caballo. Abrió sus dos brazos de su izquierda para mantener el equilibrio. El animal que conducía no tenía frenos, bridas ni sistemas de conducción...(*)

Gai honi buruzko eduki gehiago

Elhuyarrek garatutako teknologia