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Por haber encontrado el causante del síndrome del aceite de colza

2001/09/21 Imaz Amiano, Eneko - Elhuyar Zientziaren Komunikazioa


Hace veinte años, cerca de 20.000 personas enfermaron por consumir aceite de colza contaminado, de las que 300-400 murieron. Cerca de 17.000 personas siguen enfermas. Se le denominó síndrome del aceite de colza y uno de los problemas del litigio fue saber qué agente o componente causó la enfermedad.

Los investigadores pudieron determinar que el síndrome fue causado por el aceite de colza industrial que se vendió en la calle como aceite de oliva. Pero nunca se ha podido saber exactamente qué componente químico causó la enfermedad. Se observó que el aceite de colza estaba contaminado con anilina, pero los síntomas que sufrieron los pacientes en la piel y en los músculos no coinciden con los que producen los envenenamientos de anilina. Por tanto, los investigadores llevan años buscando el componente que explicaría los síntomas. Ahora parece que el equipo de Margarita Ladona, del Instituto de Investigaciones Biomédicas de Barcelona, ha descubierto al presunto culpable.

Cuando el cuerpo rompe los derivados de la anilina se forma 3-(fenilamino)propano-1,2-diol (PAP). La inyección del PAP a los ratones produce un deterioro del paracetamol y un 4-amonifenol muy similar.

Sin embargo, estas dos sustancias no aparecerían si antes el PAP se transforma en quinonaminas de corta duración pero potencialmente tóxicas. Y este puede ser el tema químico que ha causado tantas muertes.

Las quininaiminas se habrían producido en células cutáneas venosas que van a los órganos, en las que se habría producido una inflamación y que se hubiera aprovechado del sistema inmune del cuerpo que forma parte del síndrome para extender la agresión a todo el cuerpo. La quininamina puede tener la misma toxicidad que el paracetamol en el hígado, pero en el síndrome del aceite de colza la toxicidad se extiende a las células superficiales de las arterias y venas de todo el cuerpo.

Los investigadores descubrieron a principios de año que algunos pacientes tienen genes defectuosos que podían estar implicados en el deterioro de este tipo de sustancias. Los familiares de los enfermos no tienen por qué ser ese gen, lo que explicaría por qué no todos los miembros de una misma familia que consumieron el mismo aceite no enfermaron.

El descubrimiento puede ser una aportación importante y ahora, entre otras cosas, habrá que revisar la literatura científica para conocer con exactitud la toxicidad de las quinonaminas.

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