Después de sudar, ¿qué?
1994/07/01 Agirre, Jabier - Medikua eta OEEko kidea Iturria: Elhuyar aldizkaria
Si se pregunta a cualquier persona, las respuestas serían similares: con el sudor el cuerpo expulsa suciedad, residuos, humores (buenos y malos) y otras no purezas. Con el sudor limpiamos el cuerpo.
Y siguiendo con esa intención o convicción, es ahí donde todos estamos forzando la salud, tapando bien el cuerpo con muchos plásticos y pidiendo esfuerzos al corazón, o entramos en la sauna, gastando bonitos monedas en productos o artefactos especiales que estimulan el sudor.
Los favores de la sauna son innegables (aunque se le atribuyen algunos daños o efectos menos favorables, como los que se citan a continuación), pero sin embargo, ha conseguido más éxito en la gente porque piensa que en ella se flaquea que por sus efectos reales (relajación, alivio del dolor articular y descenso de la tensión arterial son los que se aceptan por unanimidad). Y está muy extendida la idea de que con sudar se adelgaza incluso con la expulsión de toxinas, aunque no haya ninguna razón científica para ello.
Un estudio realizado en las universidades de Florida y Arizona ha demostrado la necesidad de distinguir dos tipos de glándulas sudoríparas: las glándulas apocrinas por un lado y las ecrinas por otro.
Las glándulas apocrinas están situadas en las palmas de las manos, los pies, las axilas y los ingles, y fluyen junto con el agua moléculas de lípidos que desprenden un olor bastante asombroso. La principal función de estas glándulas es la emisión de una señal; el envío a otros seres de la misma especie de información sobre riesgos, ataques, amenazas, reproches, etc.
Las glándulas ecrinas se distribuyen homogéneamente a lo largo de todo el cuerpo. Cuando la temperatura corporal sube por el nivel normal, estas glándulas segregan agua ultrafiltrada por el plasma sanguíneo bajo el estímulo del hipotálamo. La función de las glándulas ecrinas es, por tanto, un refrescante, ya que al evaporar o evaporar el agua en la piel se consigue este efecto. En el sudor, además del agua, se pierden otras sustancias presentes en la composición de la sangre, como son el sodio, el potasio y el cloro, y en cantidades muy pequeñas se pueden encontrar urea, ácido láctico, magnesio, nitrógeno, hierro y zinc.
A pesar de que la pérdida de estas sustancias en disolución en el sudor supone un déficit de elementos químicos, el agua es en primer lugar, y además de inmediato, a sus niveles normales, para evitar el riesgo de deshidratación. Sin embargo, cuando se suda mucho se ponen en marcha otros mecanismos para la conservación del agua en el cuerpo: la glándula pituitaria segrega la hormona antidiurética para que los riñones recuperen el agua y resistan el sodio; pero este mecanismo no es suficiente para que la pérdida de agua sea elevada, y viscosidad excesiva de la sangre, provocada por la pérdida de agua, puede provocar un esfuerzo y esfuerzo extra en el corazón (que se crea).
La deshidratación tiene otros efectos nocivos sobre los tejidos que constituyen el “escaparate” de nuestra apariencia externa: el agua que se filtra del plasma sanguíneo será reemplazada de forma inmediata a costa del agua intracelular, pero esto puede provocar una deshidratación de los tejidos más o menos grave. Es cierto que, a primera vista, la pérdida de agua intracelular “da” unos centímetros menos, por ejemplo en el muslo, lo que nos va a permitir creer que nos hemos flacado.
Pero lo cierto es que tanto el plasma sanguíneo como los tejidos, incluida la piel, faltan por un componente esencial, la falta de agua, y sin ella ni la salud, ni la juventud, ni la frescura, ni la ternura o suavidad de la piel, son imposibles.
Es penoso, por tanto, que un concepto erróneo del sudor haya provocado que en los últimos tiempos se hayan multiplicado diversos métodos impropios de flaqueado, ya que la pérdida de centímetro por detrás de la pérdida de agua es falsa y algunas pastillas “milagrosas” diuréticas camufladas o disfrazadas que han aparecido a pie alrededor de la sudoración.
En definitiva, y en palabras del doctor Marcos Becerro, jefe del equipo médico del Comité Olímpico Español: “los accidentes producidos por la mala información sobre el sudor se atribuyen a la actividad física, lo que tiene graves consecuencias para la salud pública”.
Riesgos de la sauna
En su medida, sin excesos, la sauna es muy adecuada para el tratamiento de enfermedades reumáticas, estimulación de la sudoración y eliminación de toxinas (esta última afirmación no es aceptada por todos los expertos, ya que no está científicamente demostrada). Sin embargo, no todo es bueno, ya que un mal uso puede provocar trastornos hormonales y circulatorios y en el peor de los casos esterilidad (en hombres y mujeres).
Aunque este tipo de investigaciones sistemáticas son muy raras, según los urólogos y ginecólogos, 2 de cada 1.000 personas pueden quedar estériles si pasan más de un tiempo “normal” en la sauna. El consejo médico es que en ningún caso más de 15 minutos, 3 veces por semana.
En palabras del ginecólogo Alonso Vidal, del hospital de La Paz de Madrid, el uso inadecuado de la sauna es más perjudicial para los hombres. Los testículos no pueden situarse a altas temperaturas, ya que pueden sufrir efectos adversos a largo plazo por encima de los 36ºC de temperatura corporal normal. “La producción y calidad de los espermatozoides quedan afectados”.
También es frecuente que las mujeres tengan molestias cuando “pasen” durante el tiempo que han pasado en la sauna: sueño intenso y dolor de cuello, por ejemplo. Además, durante el mes pueden producirse cambios en algunas mujeres. Cuanto más tiempo pasa dentro de la sauna, más graves son.
Fernando Cruz, médico del Hospital Ramón y Cajal de Madrid, afirma que las mujeres desconocen las posibles consecuencias del abuso de la sauna, pero que según sus investigaciones el 60% de las mujeres que acuden a la sauna con cierta asiduidad tienen alguna molestia por el uso indebido de la sauna.
Consejos para sudar
- Usar ropa de algodón. Nunca “tapa” de plástico.
- No corras con el pecho desnudo.
- Cuando hagas deporte mantén el agua al lado y bebe aunque no tengas mucha sed.
- Después de sudar, beba con ganas, recuperando electrolitos perdidos con fórmulas especiales o con caldo o gazpacho.
- Si eres mujer y tienes tendencia a tener anemia, haz ejercicio pero sin sudar mucho.
- Si eres mujer y estás embarazada, ten cuidado de que la temperatura corporal no llegue a un nivel demasiado alto, porque el feto que llevas dentro no puede refrescarse con el sudor, aunque tú te lo hagas.
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