“Me gustaría garantizar el bienestar de los investigadores y crear más hallazgos disruptivos”

Juan Ignacio Pérez Iglesias (Salamanca, 1960) no es nuevo para los lectores de la revista Elhuyar, ya que ha aparecido anteriormente en estas páginas en diferentes roles: experto en fisiología, rector universitario, divulgador y comentarista… Es doctor en Biología y catedrático en Fisiología y ha sido rector de la Universidad del País Vasco, así como responsable de la Cátedra de Cultura Científica de la misma universidad. También es miembro de Jakiunde y, en esta ocasión, ha sido nombrado consejero de Ciencia, Universidades e Innovación del Gobierno Vasco. Ha respondido con rapidez y diligencia a la petición de diálogo y ha respondido a las preguntas, sin mirar el reloj, con profundidad y matices personales.


¿Qué le ha empujado a tomar su cargo?
Llevo toda mi vida en este mundo, con tres etapas. En la primera etapa me dedicé a la investigación y la docencia. Después en la UPV/EHU, primero como vicerrector de euskera y a continuación como rector. Y posteriormente socializar el conocimiento científico en la Cátedra de Cultura Científica. Por lo tanto, cuando el lehendakari me ofreció este cargo, me pareció que era asumir más responsabilidades que hasta ahora. Me pareció que no podía decir que no.

De hecho, me parece significativo crear un departamento que recoja estos temas. Esto significa una intención, una voluntad de poner el foco en este ámbito. Y yo, si tengo alguna aportación, puedo hacerlo ahí. Si me hubieran ofrecido cualquier otra sección, no la hubiera aceptado.

En este recorrido por etapas, ¿ya has dado antes pasos de este tamaño, o esto es lo más grande?
Es un gran salto para mí. El recorrido hasta ahora ha sido gradual, y esto es un salto cualitativamente muy importante.

Como has asumido la responsabilidad, pienso que tendrás muy claros los objetivos.
Sí, pero las cosas nunca son como usted ha pensado. Al empezar a trabajar, he visto que algunas ideas no eran del todo correctas y, por otra parte, me he encontrado con otras cosas que no esperaba, normalmente para bien. Por ejemplo, antes no me daba cuenta de la dimensión que tiene Ikerbasque, o del tamaño de los proyectos que están en marcha. Tamaño, no solo en dinero, sino por la importancia estratégica que pueden tener, como Basque Quantum.

Ed. Iñigo Uriz/©Foco

¿Y ha encontrado usted un hueco?Por
ejemplo, creo que las ciencias sociales y las humanidades necesitan más espacio. Tenemos un Plan de Ciencia, Tecnología e Innovación que tiene muchos elementos, pero yo creo que en algunos ámbitos, y sobre todo desde el punto de vista de la innovación, hay que darle otra coherencia. En este sentido, también debemos tener en cuenta las ciencias sociales. Por ejemplo, en este plan hay muchas posibilidades de innovación, especialmente en lo que se refiere a la empresa. Por ejemplo, aparece la fabricación avanzada, y me parece normal, porque este país es industrial. Pero eso no tiene por qué significar dejar de lado a los demás.

Me refiero a la innovación social. Esto ya viene, desde 2020 aproximadamente. Se diagnosticaron tres transiciones: transición digital, transición energética climática y transición social. Y la transición social, en gran medida, está relacionada con el cambio demográfico: la migración y el envejecimiento. Desde este punto de vista, la sociedad está desequilibrada. Existe una serie de políticas de innovación al respecto que no están directamente relacionadas con las estrategias de otras áreas. Yo creo que esas cosas necesitan una mirada conjunta.

Y no solo con las áreas del Departamento, ¿no? Deberán estar alineados también con las estrategias de otros departamentos.
Sí, por supuesto. He mencionado la industria, y en muchas cosas nos relacionamos con ella. Pero también con el Departamento de Bienestar, Juventud y Reto Demográfico. Es decir, nos corresponde en sí mismo gestionar el fondo de innovación, lo que nos encomienda la coordinación de las políticas de innovación, en definitiva de las políticas gubernamentales. Tener la responsabilidad de la coordinación no significa que tengamos que decir lo que hay que hacer, pero, eso sí, tenemos que dar una coherencia a lo que se hace.

Usted ha mencionado antes que una vez comenzado el trabajo, modificó sus ideas iniciales. Pero los objetivos principales no han cambiado. ¿Cuáles son? En
cuanto a la investigación, la situación es bastante buena en nuestra Comunidad. Estamos haciendo un gran esfuerzo: ya estamos invirtiendo el 2,2% del PIB, un poco más. La producción científica es proporcionada y no estamos más atrás ni más adelante. Sin embargo, a mí me gustaría conseguir lo que se denomina investigación disruptiva. No deberíamos darle tanta importancia a la cantidad de artículos que producimos, deberíamos buscar un carácter disruptivo. Cualitativamente, debemos ir en busca de ese salto.

¿Qué importancia tiene en ello el bienestar de los investigadores?El
bienestar de los investigadores es importante en sí mismo, porque es justo para todas las personas. Lo que quiero subrayar es que cuidar eso es lo que corresponde a quien gobierna, no sacarle partido de ello. Pero, además, yo estoy convencido de que si la gente está contenta, está en mejor situación para hacer su trabajo como es debido. No es solo para trabajar más, es para tener mejores ideas, para ser más creativos. Sin olvidar el primero, que en sí mismo es básico. Está en nuestro programa; desde el primer momento hablé de ello en el Parlamento. Y ahí, además, queremos hacer cambios estructurales. Utilizando términos de otro campo, deberíamos ser preventivos. Debería existir un clima laboral favorable, que tiene que ver con otras cuestiones, tanto materiales como inmateriales. Eso es lo que yo quisiera.

Ed. Iñigo Uriz/©Foco

¿Y en el ámbito universitario?
El objetivo es que la universidad cuente con la financiación correspondiente. Y eso tiene sus nudos. ¿Cuánto es lo que le corresponde? Quiero saber cuál es el nivel de financiación de las universidades tanto nacionales como europeas, es decir, cuánto gasto privado por alumno es público. Y quiero saber qué relación tiene eso con la renta de cada pueblo. Además de los indicadores cuantitativos, necesitaríamos también los cualitativos para saber cuál es nuestro contexto.

Tendríamos que decidir dónde nos situaríamos, y tan importante como eso, cuánto gastamos, y cuántos alumnos y por habitante. Deberíamos buscar la eficiencia.

En cuanto a la Universidad, ¿en qué medida tiene que preparar a los alumnos para el mercado laboral?
No es una pregunta fácil, y la respuesta no es evidente. Es muy fácil decir, por un lado, que la universidad tiene que preparar bien a la gente y que quienes salen de la universidad tienen que ser capaces de trabajar con lo que allí han aprendido. Eso nadie lo discutiría. Por otro lado, si usted dice que tiene que preparar a la gente para que tenga una formación en el campo de su interés y saber más sobre ello, nadie dudaría de ello. Pero aquí, yo creo que la cuestión es hasta dónde quieres llegar, por un camino o por otro.

Creo que nuestro sistema tiene que ofrecer ambos objetivos, tiene que tener dos objetivos y además de manera equilibrada. Yo diría que no tiene que perder de vista que los alumnos tienen que trabajar al fin y al cabo y que muchas veces tienen que vivir de lo que han aprendido. Pero eso no debe llevar a la universidad a ponerla al servicio del mercado laboral.

Por otra parte, creo que es importante tener en cuenta en qué somos buenos a nivel local y universitario. Tenemos que saber en qué ámbito tenemos realmente un buen nivel, y eso es lo que creo que hay que enseñar. Además, si se identifica algún otro aspecto que deba ser desarrollado estratégicamente, se debe tomar una decisión.

También hay que tener en cuenta lo que el alumnado quiere, pero hay titulaciones que son básicas y hay que mantenerlas, aunque sean pocos los que reciban.

La universidad debe generar conocimiento, trabajar el conocimiento en todos los ámbitos. Quizá no en todas las disciplinas, pero sí en todas las ramas.

Hasta hace poco, una minoría tenía la oportunidad de estudiar en la universidad. Hoy en día, es habitual entrar en la universidad después del bachillerato. ¿Qué tiene eso en la sociedad?
Eso es muy importante. Mire: en mi familia, somos los primeros. Cuando yo entré en la universidad, creo que estaríamos entre el 10 y el 15% de cada generación. En la actualidad, el 60% entra en la universidad. Eso ha supuesto un cambio radical, y no sé hasta qué punto somos capaces de medirnos.

Tenemos otra sociedad. Estoy convencido de que tenemos una sociedad más crítica por eso, más enriquecedora y exigente. Se ha producido un gran cambio histórico, pero en ambas direcciones. La universidad ha cambiado por la entrada de tanta gente y la sociedad también ha cambiado.

También se han incorporado a la universidad estudios que antes no eran universitarios, y se les ha dado un carácter diferente. Algunas carreras que antes tenían un toque mucho más profesional tienen ahora una base académica. No se trata solo de enseñar cómo se hacen las cosas, sino también de enseñar su esencia. Yo creo que el conocimiento es ahora más completo, más crítico y, en ese sentido, mejor.

En este sentido, usted mismo ha trabajado mucho para enriquecer y fortalecer esta sociedad crítica, por ejemplo, a través de la divulgación. ¿Qué importancia tiene socializar la ciencia?
¿Sí? Yo no me veo así. Quizá visto desde fuera… [Se ha parado a pensar] Es verdad que he colaborado en todos los medios de comunicación, también en la televisión… Bueno, sí, si te das un repaso, es cierto que he trabajado en ello.

¿Y la importancia de socializar la ciencia? Pues es muy importante, muy importante. Cuando me preguntan al respecto, mi primera respuesta es siempre la misma: la principal fuente de cultura es el sistema educativo, la escuela. La televisión, la radio, Internet y todo eso también, pero la principal fuente es la educación reglada. Además, está demostrado que hay un montón de estudios que muestran cómo el sistema educativo influye en la sociedad.

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En Afganistán, por ejemplo, las niñas tienen limitada su educación.
Cuando eso sucede, la democracia desaparece. Van la una con la otra. Tenemos que tener esto claro, porque muchas veces se nos olvida.

La divulgación, etc. son importantes, pero vienen después. Lo básico es el sistema educativo. Los demás son importantes porque ponen el conocimiento de alto nivel en el espacio público, solo se valora lo que se ve.

Por otro lado, debemos tener en cuenta que las autoridades toman sus decisiones, por decirlo de alguna manera, en función de la voluntad de la ciudadanía. Entonces, ahí hay un ciclo. ¿Qué significa esto? Que cuando se socializa el conocimiento se activa un círculo vicioso en el que finalmente se promueve la actividad científica. Y si se fomenta la actividad científica, la sociedad es más progresista, más avanzada, democrática y culta, al mismo tiempo que se socializa más el conocimiento y, por tanto, se ve más.

¿Y cómo se puede promocionar?
Primero, tenemos que saber qué hay. Quiero saber qué hacemos, qué se hace y cómo es, qué nos falta, cómo se hace y sus consecuencias. No es fácil saberlo. De hecho, pronto comenzarán a decir “¿pero qué audiencia tiene eso?”. Y eso no es cuestión. Por lo tanto, hay que hacer un diagnóstico y, tras ello, decidir qué líneas debemos seguir, hasta dónde sistematizar y organizar todo. Y qué incentivos se necesitan para activar otras ruedas.

¿Desea añadir algo? Hemos estado mucho tiempo…
No, está bien. Y tranquilo, hablo a gusto de estos temas, no me canso.

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