El caso de Hwang
2006/03/01 Orive Arroyo, Gorka - Farmazian doktorea. Biofarmazia, Farmakozinetika eta Farmazia-teknologiako irakasle kolaboratzaileaFarmazia Fakultatea UPV-EHU, Vitoria-Gasteiz Iturria: Elhuyar aldizkaria
En las novelas de intriga, el objetivo suele ser saber quién es el asesino. En este caso lo sabemos desde el principio. Pero conocer las causas, motivaciones, estrategias, denunciantes, traiciones... es también la parte más interesante de la lectura. Y ese es el caso de Hwang.
Hay que decir de antemano que el coreano Hwang no es solo un conocido científico. En su país de origen, Hwang se convirtió en ídolo tras el artículo de marzo de 2004. Y no era para menos. Según el artículo, el grupo coreano consiguió desarrollar células madre desde un embrión clonado de un ser humano, por primera vez en todo el mundo.
En mayo de 2005, Hwang y su equipo llevan a cabo un nuevo cometido que revolucionó el mundo científico obteniendo células madre genéticamente compatibles de 11 enfermedades. Estas últimas presentaban enfermedades como la diabetes, las alteraciones de la respuesta inmunitaria y las enfermedades degenerativas del sistema nervioso. Por lo tanto, el equipo de Hwang dio un gran paso hacia la obtención de células compatibles y funcionales capaces de tratar todas estas enfermedades. Como consecuencia de estos dos trabajos nadie dudó: Hwang y su equipo eran líderes mundiales en este campo científico.
Ahora sabemos que el prestigioso científico mintió en esos dos artículos y falsificó muchos resultados. Las células madre obtenidas de embriones humanos no fueron obtenidas mediante la aplicación de la técnica denominada transferencia nuclear. Además, el investigador ha reconocido que las células madre no eran de 11 pacientes. Ante esta situación, la primera pregunta es: ¿Por qué? ¿Qué llevó a Hwang a hacer algo así? Y es que, ¿qué pensarán los jóvenes científicos desconocidos que ahora han metido miles de horas en esta línea de investigación, una vez que han cogido el mentiroso?
Es difícil encontrar una respuesta lógica a esta pregunta. Una buena ética en el mundo de la investigación es fundamental, no sólo con los resultados personales, sino también para valorar los resultados de otros. Sin embargo, la frontera entre la ética y el fraude no está tan lejos, y es posible que la presión, el poder, la ambición o el miedo puedan desencadenar en un momento dado el mal camino. Sin embargo, todavía me resulta incomprensible lo que Hwang quería conseguir con resultados falsos, porque hay que tener en cuenta --y lo sabía– que en cuanto se publicaran las investigaciones, cientos de laboratorios de todo el mundo intentarían repetir lo que Hwang había hecho y que nunca lo lograrían.
Denuncia en contestador
La primera parte de esta intrigante historia comienza tras el último artículo publicado en la revista Science en 2005. Precisamente en junio, el programa coreano de televisión PD Notebook, del periodismo de investigación, recibió un mensaje telefónico especial. Este mensaje decía que el famoso Hwang estaba ocultando datos y llamaba a los periodistas a investigar qué pasó realmente.
Los autores de los programas de televisión iniciaron el trabajo y consiguieron entrevistar al colaborador del grupo de Hwang que envió el mensaje. Él hizo dos denuncias. Por un lado, señaló que algunos óvulos utilizados por Hwang en 2004 fueron aportados por colaboradores del laboratorio. Esto, en realidad, no era ilegal en Corea, pero la comunidad científica internacional no lo vio con buenos ojos. Por otro lado, cuestionó la veracidad del artículo 2005, a pesar de no disponer de pruebas sólidas. Sin embargo, los periodistas no dieron mucha importancia en un principio a esta última denuncia, pero sí a la polémica del origen de los óvulos.
Los periodistas del programa de investigación PD Notebook comenzaron a resolver todas las dudas que existían sobre el grupo coreano y lo consiguieron, a pesar de haber recibido grandes críticas por los métodos utilizados para ello. Y es que, entre otras cosas, utilizaron cámaras ocultas para entrevistar a todos los posibles implicados y obtener información. Gracias a los resultados de las mismas, Hwang reconoció en noviembre de 2005 que los óvulos utilizados en los estudios eran sus investigadores más jóvenes.
En las próximas semanas los periodistas trataron de demostrar la validez del artículo 2005. Para ello entrevistaron a un colaborador del laboratorio que participó en el artículo con una cámara oculta. Tras varios procedimientos controvertidos, los periodistas lograron su objetivo: el colaborador reconoció, siguiendo las órdenes de Hwang, que había duplicado varias fotografías para imaginar que eran células diferentes.
A partir de entonces los perseguidores se convirtieron de alguna manera en perseguidos. Y es que, a pesar de la excelente labor que se estaba realizando, la vida y el trabajo se complicaron mucho a los periodistas. Todo el país se opuso por completo tras poner patas arriba el trabajo del idolatrado Hwang. Además, tras denunciar los métodos controvertidos de los periodistas por parte de uno de los entrevistados, los patrocinadores retiraron el apoyo del programa PD Notebook y, a principios de diciembre del año pasado, lo retiraron de la programación, sin que aún se publicaran los reconocimientos de los últimos entrevistados.
Segunda rounda en internet
Teniendo en cuenta la importancia de Hwang, el poder y las relaciones que mantenía con los colaboradores internacionales, se podía pensar que la historia acabaría en ella. Sin embargo, pocos días después, un mensaje anónimo volvió a preocuparse. El mensaje fue recibido por un sitio web coreano que informa de las investigaciones científicas más punteras y en el que alguien llamaba a buscar fotos duplicadas que estaban en el trabajo del investigador Hwang. Nada más recibirla, otros cientos de mensajes llegaron al sitio web para denunciar fotos aparentemente duplicadas. Asimismo, se creó una especie de foro entre los anónimos de Internet para debatir sobre los datos obtenidos.
Ante la gravedad de la situación, alguien propuso escribir a la revista Science para informar y denunciar los datos obtenidos. Sin embargo, para entonces los editores de la revista Science ya sabían los problemas que había con estas fotos, reconocidos por el propio investigador Hwang. Sin embargo, en aquellos momentos no tenían claro lo de las fotos fue un error, un olvido o una falsificación, y mantuvieron la buena convicción sobre las obras de Hwang, que no querían que el mundo científico perdiera esperanza.
Por segunda vez, el investigador coreano parecía conseguir alejar a los fantasmas que giraban sobre sus obras. Pero, como todas las historias de suspense, cuando parece que las cosas se van a hacer de una manera, el caso de Hwang llegó a un final que de repente ha pasado algo y nadie piensa.
En concreto, apareció otro mensaje que dio datos muy útiles que confirmaban que las células madre no pertenecían a 11 pacientes. Estos datos mostraban que las huellas de ADN de células madre obtenidas por clonación (prueba utilizada para identificar cada ADN y conocer su origen) no se correspondían con las huellas de ADN de los pacientes, es decir, los resultados publicados sobre células madre eran absolutamente falsos. Y a partir de entonces, la novela avanzó como una pelota de nieve: todos los medios de comunicación y revistas científicas dieron a conocer la información y varios laboratorios y universidades comenzaron a investigar por sí mismos, con el fin de conocer todos los detalles de los artículos de Hwang.
El fraude a la vista
Hoy sabemos que los artículos 2004 y 2005 son falsos. Las células consideradas como células madre clonadas parecen ser células obtenidas por el procedimiento denominado partenogénesis. En este procedimiento, el óculo no fecundado comienza a dividirse intencionadamente o involuntariamente, utilizando para falsificar los datos de las células madre. Pero en este procedimiento no hay clonación.
Por otra parte, el grupo de Hwang afirmaba en sus artículos que ambas investigaciones se llevaron a cabo con 427 oocitos, pero otros estudios han demostrado que tuvieron que ser mucho más --más de dos mil -. El número de oocitos utilizados es un parámetro importante para conocer el grado de optimización y rendimiento de la técnica.
Tras descubrir todas estas mentiras, es fácil pensar que Hwang es un pobre que no sabe nada de la investigación, pero... ni mucho menos. La comisión que ha estudiado el caso ha confirmado que el perro Snuppy es un auténtico clon y que en aquel estudio de 2004 fue capaz de conseguir blastocitos humanos con un 10% de beneficio. Estos resultados son suficientes para considerar a Hwang como un investigador puntero. Y es que nadie consiguió clonar a un perro antes que él, y con células madre esos resultados sólo los ha conseguido un científico.
Daños a todos
La polémica de los datos falsos ha provocado terribles consecuencias. Por un lado, ha supuesto un gran fracaso para los profesionales de la investigación de células madre. Estos resultados positivos iniciales constituyeron un gran avance en la lucha contra los problemas y debates éticos, políticos y religiosos.
Las revistas científicas también han recibido la suya. ¿Cómo es posible que estos datos falsos superen todos los filtros que contienen las revistas? Todas las miradas han ido a la prestigiosa revista Science. En varias editoriales, Science ha reivindicado que detectar datos falsos es prácticamente imposible. Otros, sin embargo, han pedido a los editores de Science que mejoren los filtros y a sus examinadores que trabajen más adecuadamente.
En este sentido, la revista Nature ha presentado un nuevo protocolo de valoración de artículos sobre células madre. Por ejemplo, los autores de los artículos enviarán trazas de ADN de los núcleos y mitocondrias de las células. Hasta ahora lo normal era enviar sólo la información del núcleo. Además, piden que las células madre obtenidas se depositen en un almacén para que en cuanto se publique el artículo otros grupos de investigación puedan trabajar con ellas.
Está claro que el caso de Hwang ha levantado polvos en el mundo de la ciencia. Ha sido un aviso para la comunidad científica, para las revistas, para los periodistas y, en definitiva, para todos. Pero el mundo de las células madre no tiene por qué pagar los errores que ha cometido un grupo, aunque sea un grupo muy popular. Sin embargo, es responsabilidad de todos evitar este tipo de casos de falsificación.