Respira por la piel
2002/03/17 Carton Virto, Eider - Elhuyar Zientzia
Algunos animales que viven en ambientes fríos y acuosos respiran a través de la piel, como algunas lombrices o artrópodos. Los anfibios, aunque tienen pulmones, también respiran a través de la piel. Para ello es imprescindible una piel fina permeable a los gases y que la piel esté siempre húmeda.
En el caso de los seres humanos se sabía que nuestra piel también respira, aunque apenas se tenía en cuenta. Pero es que investigadores de la Universidad Ruhr de Alemania han demostrado que la capa de piel que se oxida del aire es diez veces más gruesa de lo esperado. De hecho, el oxígeno del aire llega a las células situadas a 0, 25-0,4 milímetros, es decir, a toda la epidermis y a parte de la dermis. Hasta ahora se pensaba que la respiración cutánea se limitaba al exterior de la epidermis.
La piel, vital
La epidermis, la dermis y la hipodermis son las capas básicas de la piel. El exterior es la epidermis. Las células superiores están muertas y la epidermis las sustituye constantemente con células nuevas jóvenes. Cada célula cutánea dura un mes o un mes hasta que es sustituida y nosotros, al frotar o secar la piel, extraemos involuntariamente todas esas células muertas.
La dermis está adherida a la epidermis por medio de una superficie convexa y rugosa. Las arrugas están dispuestas en líneas curvas y son tan específicas como las huellas dactilares. Gracias a las arrugas, la piel de las manos y los pies no es resbalante y nosotros somos capaces de coger objetos pequeños y realizar movimientos finos. La dermis es sólida y elástica y contiene fibras nerviosas –tacto, dolor, frío y receptores del calor–, folículos de los pelos, glándulas sudoríparas y glándulas grasas. En la parte superior de la dermis llegan a las células miles de capilares que transportan oxígeno y recogen residuos.
La piel es la primera barrera de defensa contra el medio. La capa que envuelve y sujeta todo el cuerpo, además de impermeable, actúa como barrera antibacteriana y nos protege contra los rayos solares nocivos. La vitamina D se genera en la piel y la piel amortigua los golpes. Además, la piel ayuda a regular la temperatura corporal mediante la expulsión del sudor, la dilatación de los capilares y la aparición de sangre caliente. Con el sudor eliminamos principalmente el agua, pero también las sales, la urea y un poco de ácido láctico.
Investigación útil para comprender enfermedades cutáneas
La investigación de investigadores de la Universidad Ruhr tiene una gran importancia en la comprensión y tratamiento de las enfermedades de la piel. Muchas enfermedades de la piel se deben a la falta de oxígeno de las células de la piel. Por ejemplo, los médicos consideraban que las úlceras cutáneas típicas de la vejez se debían a la dificultad del oxígeno en la sangre para llegar a ella. Pero si la piel toma oxígeno del aire, la causa no es sólo la escasez de oxígeno. Según los investigadores, los daños superficiales se producen cuando se rompe el equilibrio entre las aportaciones de sangre y aire. Por ello, no conviene cubrir la úlcera con sal, ya que el aporte de oxígeno se reduce aún más.
Por el contrario, en enfermedades en las que la proliferación de células cutáneas es excesiva, como la psoriasis o el eczema, suele ser beneficioso el recubrimiento de la piel. Según este estudio, la explicación es sencilla: si se evita la llegada de oxígeno a las células, éstas no pueden multiplicarse tan fácilmente. Parece ser que la piel sana es capaz de compensar esta falta de oxígeno con la adquirida de la sangre, pero el enfermo no tiene esa capacidad.
Cuidado de la piel
En general, las afecciones superficiales que sufren los jóvenes y los mayores son las mismas, pero parece que en la vejez somos más sensibles. A medida que se envejece, la piel pierde elasticidad y capa de grasa subyacente y tiende a secarse y romperse. Una vez cumplidos los 40 años, la piel comienza a adelgazar, a secarse y a oscurecerse.
En cualquier caso, para los mayores o jóvenes, nos toca a todos cuidar la piel. Para ello sólo hay que seguir unas sencillas recomendaciones. Por ejemplo, ducharse en lugar de bañarse; aunque el baño es muy saludable, la presión del agua de la ducha arrastra la suciedad y las células muertas. Y para los que se animen, recordar que al final de la ducha pasar unos segundos en agua fría es bueno para la circulación. En cuanto al jabón, los más adecuados son los jabones neutros, es decir, con el mismo grado de acidez que la piel. Parece que el uso de jabones excesivos o malos destruye la capa ácida de la piel.
Para mantener hidratada la piel se recomienda comer mucha fruta y verdura y beber al menos dos litros de agua al día. Mantener la piel hidratada es fundamental, ya que la piel hidratada es una piel sana. Recuerda que la piel nos protege y hará mejor su trabajo si está sano.
Sin embargo, la piel es muy sensible al calor, al frío, a los contaminantes químicos presentes en el aire e incluso al estrés, por lo que en lugar de usar cremas todos somos pocos o más. No es fácil elegir una de las cientos de cremas que hay en el mercado y huir de los efectos milagrosos que muchos anuncian. Por eso, y si no tienes ningún problema especial en la piel, ten en cuenta que el verdadero secreto es la frecuencia, es decir, que para ser eficaz es más importante que comprar la crema más sofisticada que ponerla cada día.
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