Esquí: montañas enfadadas
1989/04/01 Tapia, Xipitri Iturria: Elhuyar aldizkaria
El 20 de julio de 1987 sufrió varios desmontes en las estribaciones de los pueblos italianos de Tartano, Sondrio y Bergamo. Murieron veinte personas y se vieron afectadas casas, carreteras, puentes y red eléctrica. Ocho días después sucedió lo mismo en otros pueblos del norte de Italia. Al cabo de una semana murieron en los Montes Alpes veintisiete personas.
Para algunas personas estos accidentes son totalmente naturales (cuando hay truenos en los Alpes se producen fuertes lluvias), pero en los últimos años se han empezado a reforzar algunas opiniones diferentes.
En las dos últimas décadas la industria turística en los Alpes ha experimentado un desarrollo espectacular. De hecho, muchas veces el desarrollo del esquí se ha producido en zonas de baja disponibilidad económica. Las pistas de esquí y las carreteras, construcciones y otros servicios que las rodean han requerido la tala de numerosos bosques. Por lo tanto, los desprendimientos de tierra y nieve tienen caminos libres. Esta teoría se está fortaleciendo cada vez más y hay razones para ello.
Hannes Mayer, investigador universitario de Vienna, midió la influencia de los bosques en las tierras de los montes y en las aguas superficiales. En los montes que han perdido la capa de protección natural, midió que el agua entra más en el interior del monte que en los que no se ha perdido, y que las corrientes subterráneas de agua no crean muchas cosas buenas, sino desprendimientos y erosión.
Además, cuando se echa un bosque, otras especies, tanto animales como vegetales, sufren un cambio de estado. Una vez roto el equilibrio ecológico, serán necesarios cientos de años para volver a la situación inicial. En algunos lugares los animales se encuentran en un grave problema. Algunos sufren bien el cambio de situación, como el ciervo rojo de Suiza. Otros, como los gallos de liras, son muy vulnerables y su número disminuye. Y es que además de arrojar bosques contra estos animales, la contaminación también está siendo atacada.
Ante este problema, la gente de algunos países europeos empieza a protestar. Las autoridades también han empezado a tomar conciencia cada vez más, pero los presupuestos para recuperar las zonas afectadas son tan elevados que resulta muy difícil aplicar una política eficaz. Sin embargo, hay que actuar en los lugares que hasta ahora han sufrido daños. En cualquier momento se producirán inundaciones, desprendimientos de tierra o nieve. Ante esta situación, la frase utilizada por el ministro italiano de protección civil va a ser cada vez menos válida: Yo no soy responsable de las acciones de Dios.
Si de cara al futuro no se tiene más cuidado a la hora de construir nuevas pistas de esquí o nuevas infraestructuras, es normal que se conozcan los accidentes naturales.
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