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Para evolucionar hay que tragar

2002/01/28 Roa Zubia, Guillermo - Elhuyar Zientzia

La hipótesis de que el núcleo de las células eucariotas es un patrimonio de bacterias vírgenes se ha fortalecido últimamente.

Las células eucariotas absorbieron algunos orgánulos por ingestión de bacterias. Ejemplos de ello son las mitocondrias y los cloroplastos de las células de las plantas. El núcleo es anterior a la formación de estas células. Hay científicos que creen que se formó por ingestión de unas bacterias a otras, pero no es fácil explicar cómo una bacteria puede ingerir a otra.

Algunos bioquímicos del MIT han realizado un estudio sistemático de las proteínas de las células eucariotas para aclarar el origen del núcleo. Para ello, han comparado las proteínas de una levadura y de varios eucariotas.

En total se analizaron unas 2.000 proteínas. De ellas, 900 están sólo en eucariotas, algunas de las cuales no se encuentran en un eucarioto llamado Giardia. La giardia es el eucariota más antiguo conocido como el parásito, por lo que está más cerca de cualquier otro eucarioto desde la época en que se formó el núcleo.

En 347 proteínas relacionadas con la formación de eucariotas, la mayoría participa en la síntesis de proteínas y en la formación del citoesqueleto. Según los científicos, estas características fueron recogidas de los antepasados directos de los eucariotas, a los que los científicos han denominado cronocitos.

El citoesqueleto supone la capacidad de rodear y tragar bacterias, por lo que los cronocitos se apropiaron de una bacteria que se convertiría en núcleo. Eso es lo que piensan los bioquímicos. En comparación con las bacterias actuales, los cronocitos tuvieron increíbles poderes.

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