El caso de las vaginas invisibles
2014/05/30 Galarraga Aiestaran, Ana - Elhuyar Zientzia
Analizados los estudios que analizan la evolución de los órganos sexuales, tres investigadores han encontrado un dato sorprendente: en los últimos 25 años se han publicado 364 estudios sobre la evolución de los órganos sexuales, de los que casi la mitad (49%) eran sólo de los machos, en el 44% de los estudios se han considerado los órganos sexuales de ambos, mientras que sólo el 8% de las hembras son objeto principal de estudio. Sorprendente… y clarificador.
Los resultados se han publicado en la revista PLOS Biology y se han extraído algunas conclusiones. La principal conclusión es que los científicos que han estudiado la evolución de los órganos sexuales han desechado a las hembras una y otra vez. Y no es algo del pasado, ya que la tendencia es más acusada a partir del año 2000. Ni siquiera de los investigadores masculinos, porque han visto que las mujeres han actuado de la misma manera cuando firmaban la investigación.
¿Dónde está entonces la clave? ¿Por qué no han estudiado los órganos sexuales de las hembras? Los autores han analizado varias hipótesis, como que los penes son más fáciles que los vagones de investigación, porque están fuera. Sin embargo, los autores lo consideran una excusa, ya que con las técnicas actuales no existe ningún inconveniente en estudiar la estructura de los tejidos blandos dentro del cuerpo.
También se ha estudiado la creencia de que los órganos sexuales de los machos son más raros, interesantes y destacables que los de las hembras. De hecho, se conocen muchos tipos de penes: espinosos, ramificados, larguísimos, con ganchos… Está claro, por tanto, que este órgano ha tenido una evolución especial y no es de extrañar el interés de los investigadores.
Sin embargo, los autores han demostrado que los órganos de las hembras han evolucionado a la par de los penes, y que existen innumerables y singulares. Por ejemplo, las arañas tienen vaginas muy variadas, con una gran diferencia de especies. También mencionan en el artículo el insecto acuático (Gerris gracilicornis) que llamamos zapatero, ya que tiene una “puerta” que cierra y abre la vagina y que aprovecha para no tener un coito involuntario. Otras especies poseen más de un saco o depósito en el interior de la vagina y son capaces de elegir el esperma del macho deseado para fecundar el óculo.
Es decir, basta con mirar con atención a las vagabundas, para encontrar la misma riqueza en apariencia y funcionalidad que en los penes. Según los autores, esto rechaza el punto de vista que representa a las vaginas (y a sus dueños, hembras) como “envases” vacíos. Y es precisamente este el punto de partida de los científicos desde que comenzaron a investigar la evolución de los órganos sexuales hasta la actualidad.
Así, los tres investigadores han defendido un cambio de enfoque en la revista PLOS Biology y han terminado el artículo con la siguiente reflexión: “Las investigaciones que estudian un solo sexo corren el riesgo de investigar un solo lado de una ecuación muy compleja y tenderán más a comprender mal la compleja dimática coevolutiva que puede ocurrir entre los sexos. Por el contrario, las investigaciones que tienen en cuenta la coevolución de los órganos sexuales de los machos y las hembras han influido en la comprensión de la función y evolución de los órganos sexuales de los animales”.
Publicado en el diario Berria.
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