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Cuando la protección supone un riesgo

2007/06/16 Galarraga Aiestaran, Ana - Elhuyar Zientzia

Un tercio de las aves y mamíferos de todo el mundo corren peligro debido al comercio de animales. El mercado de la madera, por su parte, ha puesto en peligro de extinción a mil especies arbóreas y las tres cuartas partes de las pesquerías se explotan de forma desproporcionada. Por otro lado, de la explotación de los recursos naturales viven 200 millones de personas, muchas de ellas en países empobrecidos. Está claro que la solución es explotarla de forma sostenible, pero aunque el objetivo es claro, no es fácil de conseguir.

Fundada en 1973, la entidad CITES reúne en la actualidad a 171 representantes de las Administraciones Públicas. (Foto: CITES)

Sin embargo, son muchas las organizaciones y asociaciones que lo intentan y que desde hace tiempo trabajan. La organización CITES, por ejemplo, nació en 1973 con el objetivo de preservar las especies amenazadas. El nombre proviene del Convention on International Trade in Endangered Species of Wild Fauna and Flora, una convención sobre el comercio internacional de la fauna y flora silvestres amenazadas. Lo firman los países que lo desean, y aunque en el momento de su salida agrupaba a 80 países, en la actualidad participan 171.

Para proteger las especies amenazadas, CITES controla su comercio. De hecho, cada país se encarga de cumplir en su territorio las normas dictadas por el CITES. Y es eficaz: desde que partió, ninguna de las especies que protege ha desaparecido como consecuencia del comercio.

Tres niveles de protección

CITES protege unas 33.600 especies clasificadas en tres categorías. En el Anejo 1 se incluyen unas 800 especies, que se encuentran en peligro de extinción, por lo que su comercio está totalmente prohibido. En el Anejo 2 se recogen 32.500 especies parcialmente amenazadas por el comercio, con menor protección que las anteriores: el comercio no está prohibido, pero existen estrictos controles para su comercio. En el Anejo 3 se recogen los requisitos exigidos por un país para apoyar a CITES, que se sitúan en torno a 300.

CITES controla el comercio de especies amenazadas.

Si se modifica la influencia del comercio sobre una especie, también cambia el tipo de protección de la misma. CITES toma sus decisiones a través de congresos y acaba de celebrarse en La Haya del 3 al 15 de junio. Representantes de 171 países han analizado 40 propuestas, muchas de ellas relacionadas con la madera y la pesca.

Sin embargo, el CITES no sólo se centra en el estado de las especies amenazadas, sino también en los países que las explotan, muchos de ellos muy pobres, y en estos casos no es fácil tomar decisiones que beneficien a todos.

Intervalo de cambio

Por eso, porque no todas las decisiones son siempre positivas, CITES también recibe críticas. Por ejemplo, recientemente investigadores de la Universidad del Sur de París han explicado que dar mayor protección a una especie puede ser contraproducente. En concreto, y aunque parezca paradójico, han demostrado que el paso de algunas especies del segundo al primero perjudica seriamente.

Los investigadores expusieron sus primeras sospechas en 1985, pero no tenían pruebas claras. Ahora se ha realizado un seguimiento de las especies que han pasado del segundo al primero de los anexos entre 1980 y 2000, demostrando que las sospechas eran razonables.

Los investigadores han realizado un seguimiento del comercio de especies que han cambiado de nivel.

Para la realización del estudio se han recopilado los datos de las transacciones legales de cada especie en tres plazos: de los tres años anteriores a la comunicación del cambio de curso, de los tiempos que deciden cambiar de nivel y de los tres años posteriores a su transformación. Los datos han sido representados gráficamente y presentan un aspecto muy significativo.

De esta forma, tras la entrada en vigor de la prohibición, el número de unidades que se comercializan disminuye considerablemente, por lo que se reduce la línea en el gráfico. Pero antes, es decir, mientras se acepta el cambio y se ponen en marcha las medidas, en el gráfico aparece una línea ascendente. Es decir, más que en años anteriores a la prohibición, se trata de las especies más protegidas. El número medio de unidades compradas aumenta un 135% respecto a años anteriores.

Esto tiene la explicación de que el cambio, es decir, cuando se toma la decisión y entran en vigor las medidas, se tarda entre los 240-420 días. Esto significa que la ley deja un plazo medio de un año para hacer negocio con esta especie. Y, por supuesto, los comerciantes de animales aprovechan esta oportunidad.

Para algunas especies, la captura en el tramo de cambio puede suponer una pérdida. Por ejemplo, cuando la tortuga de Kleinmann y el gato Geoffroyi cambiaron de nivel, en el tramo de cambio se salvaron 2.800 tortugas y 5.500 gatos. Estas cifras representan la mitad y la décima parte de la población de animales adultos, respectivamente.

Además, la prohibición aumenta el precio del mercado, lo que puede estimular el comercio ilegal. Por ejemplo, cuando el rinoceronte cambió de categoría, el precio de la rama aumentó un 400% en los mercados coreanos. Paralelamente, se intensificó la caza furtiva del rinoceronte y la trata ilegal de su rama.

Por ello, los investigadores que han realizado el estudio han pedido a CITES que lo considere en la toma de decisiones. Además, teniendo en cuenta a los explotadores de estos recursos naturales, se han realizado propuestas concretas de protección de las especies. Porque la prohibición no siempre es beneficiosa.

Publicado en Gara.

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