“La divulgación científica ha sido casi un colaborador de la industria farmacéutica como un títere”

“La divulgación científica ha sido casi un colaborador de la industria farmacéutica como un títere”
Cuando surgió el proyecto del Planetario de Pamplona, yo estaba investigando los campos activos de las estrellas en la Universidad Complutense de Madrid. Como las manchas en el sol, pero en otras estrellas. Y un día, mientras comía con mis amigos, vimos un anuncio en el periódico: “Hace falta director para el Planetario de Pamplona”, así.
Tenía que ser un planetario muy grande, pero en Navarra, donde no tenía tradición astronómica. La sociedad lo veía como una barbaridad imaginada para los políticos. El proyecto tenía toda la apariencia de ser un bulto enorme. Pero muy atractivo, ya que nació para divulgar la astronomía y la ciencia. Yo me gustó mucho.
Cuando empezamos a trabajar en lo que hoy es la Asociación para el Impulso del Pensamiento Crítico, llegaba a los periódicos cualquier explicación absurda: que el cerebro tenía capacidades sobre la materia, objetos voladores desconocidos, lugares encantados que grababan las voces de los muertos… Ahora, la sociedad ha empezado a la ciencia tiene que hablar. Lo está viendo, por ejemplo, en el fenómeno de la homeopatía que se ha producido en los dos últimos años. Ha sufrido una caída espectacular. Antes nadie criticaba. Si hablaba con un científico o médico, decían: “No, no, yo no voy a entrar en eso. Yo sólo haré mi trabajo”.
Mira, hay cosas que quitan tiempo y dinero, pero hay otras que también pueden perder la vida. Por ejemplo, todas las pseudociencias relacionadas con la medicina: los curanderos y, de forma torpe, los llamados medicina alternativa. Yo creo que ahí está el campo más duro. En estos años estamos viendo el fenómeno paralelo que se está produciendo ante las enfermedades más graves. Sobre todo en cáncer.
Ahí está la bioneuroemoción, la nueva medicina germánica… todas estas terapias casi espirituales, que dicen que la enfermedad, y en concreto el cáncer, no es consecuencia de los genes y del estilo de vida, sino de los problemas psicológicos y psicosociales que le rodean. “Tu actitud es negativa y eso es lo que te causa cáncer”. Es como los hechizos de antes, “te han hecho el ojo”, pero convertido en una terapia que te sacan una fortuna.
Hay algo que yo me enfada mucho: hay un sector que se identifica con la vida ecologista y natural, socialmente alternativo, ligado a la izquierda, que se ha caído en las garras de gente que habla de este tipo de matorrales. El que ha abordado el espiritualismo más absurdo. Se dan charlas sobre cómo enfocar la energía mental, el chi… Se habla de energías cósmicas y no hay.
Sí, claro. Le doy la razón. Ahora estamos entendiendo algunas cosas que hace unos años se despreciaban. Por ejemplo, el impacto ambiental. Avanzamos mucho. Pero lo importante es que hay una vía de investigación, y eso es precisamente lo que tenemos que defender.
Observa el movimiento de sensibilización que se ha producido en los últimos 30 años a favor de una medicina basada en pruebas. Hay muchas cosas que se están aplicando a la medicina de forma rutinaria y que no se han evaluado bien; veamos qué terapias alternativas pueden funcionar. ¿Funciona la acupuntura? Bueno, hagamos estudios y de ahí sacaremos un consenso científico, como ocurrió con el cambio climático. Ahora nadie lo cuestiona. Lo que pasa es que cuando se publican estos datos, normalmente no son favorables a la acupuntura ni a las medicinas holísticas o energéticas.
La ciencia está idealizada. “La ciencia es lo que nos salvará a todos”, así que lo que están diciendo es “no me preocupa demasiado”. Algunos creen que será la panacea y otros tienen más peso el miedo y el recelo. Pero todo desde una perspectiva muy idealizada.
La verdad es que tenemos que ser muy críticos con la ciencia. La ciencia es un gran negocio cuyo ejemplo es el farmacéutico. Es cierto que la crítica científica en general y la divulgación de la ciencia en particular no ha sido crítica con ese gran patrón, la industria farmacéutica y los medicamentos que nos ha vendido. Se ha agachado la cabeza y ha sido casi colaborador, como un títere, en los puerros que nos estaban metiendo.
El camino es la denuncia. Por ejemplo, cuando se realiza una investigación clínica sobre medicamentos u otras moléculas, ¿por qué no se hacen públicas? Queremos conocer todas las investigaciones, no sólo las que se publican al final, sino el porqué de una investigación suspendida. La ciencia es muy culpable.
De hecho, estamos descartando un principio básico de la ciencia: la transparencia. Es decir, el conocimiento debería ser libre, gratuito y de acceso universal. Nunca llegaremos patentar genes, hacer investigaciones opacas… Hemos cedido y ha sido un error enorme. El año pasado, el mayor avance científico de las ciencias biológicas ha sido la creación de un sistema de preedición en el que las publicaciones se publicarán próximamente de forma libre y gratuita. Eso es fundamental.
Por supuesto, esta actitud la hemos escuchado muchas veces por boca de los investigadores: “¿Para qué meten el extremo? ¡De eso lo sabemos los científicos!”. Eso es lo que se puede criticar, ¡cómo no! ¿Cómo no será criticable el desarrollo nuclear que han tenido algunos países, por ejemplo? Se ha buscado el aprovechamiento de las empresas eléctricas desde el principio. Cuando se mezclan ciencia y asuntos sociales me doy cuenta de que la comunicación de la ciencia ha sido muy escasa, debido a esa impunidad.
Aquí se produce un fenómeno especial. Como se llama man explaining en el tema de las mujeres, donde el hombre “tiene que explicárselo”, hay también science explaining: “No, perdón, yo soy científico. Yo domino la física cuántica y te voy a explicar a ti, ese pobre, lo que quieras”. Yo creo que eso cambia, pero buena parte de la divulgación ha sido así.
Tenemos que ser críticos con la ciencia. Cuantos más científicos estén peleando, en ese debate público, defendiendo lo que hay que defender y atacando a los demás, mejor. Deberíamos tener un compromiso.
Porque el XXI. En el siglo XX, la ciencia puede ser tan irresponsable para establecer algo y descubrir que dentro de cien años hemos asombrado al mundo? Para cuando nos damos cuenta será irreparable. Creo que esta actitud todavía no ha cambiado demasiado. Esa es la principal crítica que yo hago al mundo de la ciencia. Sigue avanzando por puro interés, tanto por el interés por conocer, por el interés económico, como por el interés por controlar, sin analizar bien las conclusiones.
En algunos ámbitos avanzamos pero en otros es muy lento. Uno de ellos es el ámbito energético, en el que me pregunto: “Oye, ¿la investigación científica no puede dar una solución eficaz a esta situación en la que las energías renovables son más eficientes que el propio carbón fósil en costes/beneficios?
Sí, he empezado a hacer algo, sobre todo porque no había nada. Creo que en los laboratorios es necesario reivindicar la diversidad sexual para que se dé el camino de la normalización. Es sorprendente que en el mundo de la ciencia no haya ningún colectivo de científicos gays, lesbianas y transexuales; que todavía todo el mundo esté en el armario. En la ciencia hay una homofobia oculta.
Por eso, en el blog emergo personajes científicos que han tenido que ocultar su condición sexual. El ejemplo más claro es el del matemático Alan Turin: A pesar de ser un héroe de la Segunda Guerra Mundial, sufrió graves problemas por su homosexualidad, hasta el punto de obligarle a castrarse químicamente... O del neurocientífico Ben Barres, transexual. Cuando hizo la transición de género, otro científico dijo: ”Mira, es mejor científico que su hermana”.
Cuando les explicé a mis amigos mi intención me decían: “Eso no lo veo necesario. No sé cómo afectará a la producción científica con quién se acuesta”. En su día también se decía que las mujeres no iban a aportar al contenido de la investigación como mujeres. Pues no sé, pero es cierto que en los tiempos modernos el primer neurocientífico que ha estado preocupado por investigar la diversidad sexual en el cerebro ha sido homosexual. Estoy seguro de que eso no lo iba a hacer un heterosexual.
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