¿Con qué se lava cada día?
2002/08/18 Mendiburu, Joana - Elhuyar Zientziaren Komunikazioa
Antiguamente sólo se conocía ‘Chimbo’ o ‘Jabón de Marsella’. El cuerpo, las ropas, el pelo, los platos… todo se limpiaba con el mismo jabón. En la actualidad se encuentran en todo tipo de estructuras, colores y olores, pero con la misma base; ácido graso (animal o vegetal) y una sustancia alcalina (no ácido). Productos adicionales que diferencian un jabón del otro: perfume, antisépticos, aceites, etc. son.
Historia del Jabón
El uso del jabón proviene de la antigüedad. En Egipto, Grecia y Roma se producía jabón con grasa animal y cenizas de plantas de aroma dulce. Se cree que las técnicas de elaboración del jabón evolucionaron muy lentamente. Uno de los primeros cambios fue la sustitución de la grasa animal por grasa vegetal y aceite de oliva.
XII. En el siglo XIX, la elaboración de jabón era muy habitual en la zona de España e Italia, debido a la facilidad con la que se obtenían las materias primas. De hecho, el pueblo italiano de Savone es el origen del jabón que hoy conocemos.
En Francia la producción de jabón comenzó un siglo después. La primera fábrica se construyó en la ciudad de Toulón y, tras el éxito obtenido, la industria del jabón se expandió en Marsella. XVIII y XIX. Con las aportaciones de los químicos franceses a lo largo de los siglos, vendrían técnicas para entender la estructura del jabón y mejorar su fabricación.
El jabón es un producto con una gran industria en la actualidad, con una producción de más de seis millones de toneladas al año, pero con una diferencia de base entre jabones no muy elevada. La diferencia entre la estructura flexible y la rígida, por ejemplo, es la alcalina utilizada para elaborar jabón. Los jabones líquidos se basan en los derivados del petróleo y a los jabones transparentes se les añade glicerina o alcohol. Finalmente, el jabón en polvo, que tras la deshidratación se ha convertido en cenizas, es sólo jabón.
La función tradicional, la estructura tradicional
El jabón debe su capacidad de limpieza a su peculiar estructura. Es un puente entre el agua y la suciedad. De hecho, las moléculas de jabón tienen dos extremos: uno se asocia a las grasas que forman la suciedad y el otro al agua. De hecho, al no poder disolverse las grasas en el agua, se consigue eliminar la suciedad con ayuda del jabón.
Para una correcta limpieza se frota el jabón y se forma la espuma. ¿Pero qué pasa cuando no se produce espuma? ¿Por ejemplo con agua de mar? En estos casos la culpa no es del jabón y es inútil tirar un montón de jabón. La culpa es del agua. De hecho, con agua mineral abundante el jabón genera precipitaciones y no genera espuma. Esta agua se llama agua ‘dura’ y contiene principalmente minerales de calcio y magnesio. Por el contrario, si el agua doméstica es muy pobre en minerales, la espuma se conseguirá fácilmente.
La eficacia limpiadora del jabón se mide en base a criterios como células muertas, suciedad, bacterias causantes de malos olores y capacidad de eliminar el sebum excesivo. Hay que tener en cuenta que el hecho de que el jabón genere muchas espumas no implica necesariamente un buen lavado.
¿Qué jabón escoger?
Como ya se ha indicado, aunque la estructura básica de los jabones es la misma, no hay más que mirar a las estanterías de las tiendas para perder entre jabones de tantos colores, texturas y olores y olvidar que es para limpiar el jabón. Porque limpian todos.
Sin embargo, en los últimos años se está extendiendo la idea de que el jabón es malo para la piel. Esta idea se basa en el pH alcalino de los jabones. Se calcula que el pH medio de los jabones es del orden de 10, mientras que el de la piel es más ácido, del orden de 5,5. A la vista de estas diferencias de pH, es normal pensar que el jabón seca la piel (yo no metería el dedo en una solución de pH 10) y a partir de esa idea se predicen jabones de pH bajo. Llevamos años usando jabón, pero todavía el jabón tiene misterios. Sin embargo, es cierto que cuanto más alto sea el pH del jabón, más limpiará y más secará la piel.
En consecuencia, en la actualidad se venden productos de limpieza derivados del petróleo y se les denomina detergentes para separarlos del jabón natural. Pero no creas que la razón de desarrollar el nuevo producto es el daño que puede causar a la piel, ¡ni mucho menos! Este desarrollo, al igual que otros, es una consecuencia directa de la guerra. Precisamente por el hambre que había en la Primera Guerra Mundial, la grasa necesaria para producir jabones no existía y los alemanes buscaron un producto que sustituyera al jabón. ¡Y conseguirlo! Con el fin de la guerra, el producto dejó de mejorarse y hubo que esperar a la Segunda Guerra Mundial para perfeccionarlo. El relevo lo tomaron los americanos, el detergente también con agua dura, como el agua del mar, que extrae espuma. Gracias a esta propiedad era un producto apropiado para los soldados de la marina.
Por otro lado, hay otras preocupaciones relacionadas con el uso múltiple de jabones. En los últimos años se han realizado investigaciones sobre nuevas enfermedades infecciosas, destacando que en lugar de matar bacterias, se está produciendo un efecto contrario. Es decir, por el uso excesivo de jabón, cada vez están apareciendo más sustancias que provocan infecciones. Para evitar que esto ocurra, se considera que en condiciones normales los desinfectantes convencionales (jabón y cepillo) son suficientes y que los productos más duros sólo deberían utilizarse en condiciones críticas.
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