“Para combatir las falsas convicciones, es fundamental fomentar el pensamiento científico”

Cualquiera puede tener falsas convicciones, cualquier persona puede creer en las pseudociencias. Porque todos tendemos a explicar los hechos y a buscar la relación causa-efecto incluso cuando no hay relación. Este es uno de los mecanismos de creación de falsas creencias. Helena Matute, catedrática de Psicología Experimental, nos recibe en el laboratorio Labpsico de la Universidad de Deusto para hablar de su trabajo con total tranquilidad, a pesar de la saturación de trabajo.

“Para combatir las falsas convicciones, es fundamental fomentar el pensamiento científico”


Como dicen los psicólogos, todos tenemos la tendencia a equivocarnos.

Sí, claro. Nosotros estudiamos la tendencia a crear relaciones causa-efecto. La tendencia es muy fuerte, está muy arraigada en todos nosotros, y es muy útil para explicarnos el porqué de los hechos. Por ejemplo, si hemos sufrido un accidente, queremos saber por qué para evitar que vuelva a suceder. O si nos hemos enfermado, lo mismo, queremos conocer el origen de la enfermedad para prevenirla en la próxima.

En el día a día, por tanto, creamos constantemente relaciones causales y avanzamos en base a ellas. Pero este proceso también tiene su lado negativo: si no cuestionamos estas relaciones o vínculos, puede ser que los vínculos erróneos se consideren buenos, sean simplemente ilusiones.

A estas ilusiones les llamamos ilusiones causales. Nuestro trabajo de investigación se centra sobre todo en esto. Por ejemplo, si ayer tenía un mal cuerpo y me cogió una píldora para mejorarlo, hoy me parece muy normal pensar que he tenido esa mejora gracias a la píldora. Pero no tiene por qué ser así. Quizás, aunque no me hubiera cogido la pastilla, hoy estaría mejor que ayer, porque es posible que se recuperase por sí misma. Sin embargo, pocas veces nos damos cuenta de ello. La mayoría, o al menos muchos, harán esta relación causa-efecto sin darnos cuenta de que puede ser errónea.

Es natural.

Eso es. No miramos qué ocurre si no hay una supuesta causa. Además, hay factores que refuerzan la ilusión. Por ejemplo, está demostrado que cuando la supuesta causa y el efecto son consecutivos, el riesgo de ilusión es mayor. Es decir, si después de A sucede B, es posible que B sea consecuencia de A. Muchas veces será verdad, pero otras no.

Lo mismo ocurre cuando ambas, es decir, la supuesta causa y el efecto deseado, se producen a menudo. De hecho, la frecuencia del efecto esperado es el factor más ilusionante. Es decir, en el caso de una enfermedad que se cura a menudo es más fácil desarrollar la ilusión que con una enfermedad que no se cura. Cuanto más frecuente es el efecto esperado, más fácil resulta la ilusión causal.

Es más fácil si la supuesta causa también es frecuente. De hecho, si esta supuesta causa aparece con frecuencia, aumenta la probabilidad de que la supuesta causa y el efecto esperado se produzcan de forma simultánea o sucesiva. Esto aumenta y fortalece la posibilidad de crear ilusión causal.

Ed. Luis Jauregialtzo/©Press de Fotos
En muchos casos, además, la relación causa-efecto será cierta.

Sí, pero para garantizar que es así, deberíamos mirar qué pasa sin causa, y eso no lo hacemos en el día a día. Por ello, es fácil crear una ilusión causal, especialmente en el ejemplo anteriormente expuesto, cuando la supuesta causa y el efecto esperado son frecuentes.

Prueba de ello es la homeopatía, en la que los homeópatas recomiendan el tratamiento con frecuencia, lo que facilita que el paciente se beneficie inmediatamente después de uno de los periodos de consumo de píldora o gotas. Y el paciente atribuirá la mejora al tratamiento.

A esto se añade otro factor, la ausencia de efectos secundarios. En general, las terapias alternativas no tienen efectos secundarios directos. Por lo tanto, con ellos, en todo caso, sientes un beneficio y no un perjuicio. Igual beneficio tendrías sin tomar nada, ya que las terapias alternativas se caracterizan por no ser mejores que el placebo. Lo que pasa es que tú los has cogido y has mejorado. Por lo tanto, no te suscita ninguna sospecha, no tienes ninguna razón para cuestionar la decisión tomada, es decir, la homeopatía o acudir a una terapia así.

La ausencia de efectos secundarios directos no significa que no exista riesgo, por ejemplo, si sustituye a un tratamiento eficaz y no se cura, será contraproducente.

Claro, eso es así. O en el caso de los padres que deciden no vacunar a sus hijos. Ahí está el mayor peligro. Pero cuando este riesgo no existe, hemos visto en nuestros experimentos que cuando el sujeto que está realizando el experimento tiene la posibilidad de administrarle un posible medicamento, independientemente de que tenga o no efecto, será más frecuente si no tiene efectos secundarios. Y como parece a menudo, aumenta la probabilidad de que ocurra con la recuperación. Y eso mismo hace que se dé más a menudo, porque la administración de la medicina crea la ilusión del sujeto de curarla.

De hecho, estos mecanismos los demostráis experimentalmente.

Sí, experimentamos con los alumnos de la universidad en los ordenadores. Sin embargo, algunos de los mecanismos mencionados anteriormente ya están suficientemente demostrados. Nosotros las repetimos y hacemos nuevas aportaciones, pero algunas son antiguas y se han repetido internacionalmente.

Ed. Luis Jauregialtzo/©Press de Fotos

No importa de dónde seamos, porque nuestro cerebro funciona igual aquí y allá. Según la cultura, el tema de la ilusión puede cambiar. Por ejemplo, en Hollywood, si las famosas estrellas de cine demuestran que no han insertado a sus hijos, tal vez allí se expanda, y aquí otra opinión errónea será más habitual que eso. En cualquier caso, en profundidad, detrás de todos hay las mismas razones.

Por ejemplo, entre los demostrados hace tiempo se encuentra la importancia de la frecuencia del resultado esperado. A pesar de ello, los primeros experimentos al respecto son de la década de los 70, y después se ha demostrado repetidamente en muchas ocasiones y en cualquier parte del mundo, y a nosotros también nos sale en todos los experimentos. La frecuencia de la supuesta causa, igual, es posterior, pero también es un resultado clásico.

Por mencionar otro, lo que hemos visto nosotros es el caso de las personas con depresión, que son más propensas a darse cuenta de que no pueden controlar el efecto, que no depende de ellas. Son más escépticos. Nosotros hemos dado un paso más y, según hemos visto, creemos que su explicación es de comportamiento. De hecho, el que sufre depresión normalmente es pasivo y no causa. Por lo tanto, es más fácil darse cuenta de que, sin hacer nada, puede producirse un efecto. Por el contrario, una persona activa tiende a provocar la causa y entonces es más fácil converger con el efecto, por lo que será más fácil ilusionarse que con la depresión. Nuestra aportación, por tanto, es que unos y otros interpretan la información de una manera diferente, pero con un comportamiento diferente, porque no actúan de la misma manera.

Conociendo los mecanismos, ¿es más fácil anticiparse o resistirse a creencias erróneas?

En parte sí. Precisamente, en base a todo lo que nos han enseñado los experimentos, estamos diseñando estrategias de prevención. La verdad es que se han probado muchas cosas y nosotros también las probamos, pero todo el mundo se une a una cosa que es fundamental para mí: promover el pensamiento científico. Eso no quiere decir que todos tenemos que ser muy ricos en ciencia, no es eso; es pensar y actuar en base al método científico. Ser críticos y cuestionar lo que se llama hasta que se demuestre. No conformarme con el mensaje “pues a mí me funciona”.

Ahora bien, hay que destacar que en ocasiones se han utilizado estrategias erróneas, como la de considerar que no se sabe con falsas convicciones o la culpabilización. Nunca hay que hacerlo. Hay que incidir a través de la educación.

En este sentido, tenemos un programa con adolescentes para formar el pensamiento científico y hemos demostrado que la tendencia a la ilusión causal inicial se pierde en parte cuando adquieren el pensamiento científico. Es, por tanto, eficaz. Ahora estamos estudiando cómo trabajar esto con los niños. Es una cuestión muy bonita y creemos que es importante desarrollar en los más pequeños esa capacidad crítica para interpretar el entorno, que siempre les será útil.

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