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Pesticidas nocivos para África

2001/03/04 Mendiburu, Joana - Elhuyar Zientziaren Komunikazioa


¿Qué harías por ganar dinero? En caso de respuesta espontánea, más de uno estará dispuesto a todo o a todo. Si lo tomamos con cierta seriedad, la mayoría de la gente piensa que hay algo que pensar y que no se puede hacer cualquier cosa. Por ejemplo, considera que cualquier oferta de trabajo no puede ser aceptada o que no es lícito perjudicar la salud ajena por el dinero. Pero hay quien no piensa así, por ejemplo, gente que no tiene ningún escrúpulos para vender miles de toneladas de pesticidas de mala calidad a países en desarrollo para sacar adelante sus negocios.

Se
trata de una investigación novedosa que, al igual que la mayoría de los que acceden a estas páginas, no aporta ninguna buena noticia ni entusiasmo. El informe elaborado por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) denuncia que el 30% de los plaguicidas que se venden a África no cumplen las normas mínimas internacionales de calidad. En estos países los plaguicidas se utilizan principalmente para la agricultura, pero también para preservar la salud pública. Por ejemplo, para matar los mosquitos del género Anopheles que transmiten el paludismo y los parásitos que transmiten la enfermedad de Chagas se utiliza un pesticida DDT muy contaminante y peligroso. Cada año un millón de personas mueren contaminadas por el paludismo y 16 millones por la enfermedad de Chagas.

En palabras de Gero Vaagt, que ha participado en
este informe, "se pueden hacer clasificaciones diferentes entre pesticidas de mala calidad. Por un lado, hay pesticidas de composición inadecuada y, por otro, los que tienen mala etiqueta o son caducados."

Entre los
pesticidas de composición inadecuada se encuentran los que contienen sustancias muy laminarias para el hombre y la fauna y los que están contaminados por impurezas. En muchos casos, el nivel de concentración de los componentes activos suele ser superior al permitido. Además, en la ignorancia, los campesinos extienden cantidades mayores de las necesarias y los insectos se vuelven cada vez más resistentes.


Por otro lado, hay pesticidas que contienen etiquetas con información errónea. Normalmente la etiqueta es la única fuente de información sobre el producto para el consumidor, pero al no convencer a los productores, no aparece información sobre el nivel del componente activo, la fecha de caducidad y el nivel de riesgo de la sustancia química. Según datos de la FAO, en los países en desarrollo existen 100.000 toneladas de pesticidas caducados, de los cuales 20.000 corresponden a Africa. Estos residuos químicos, que en principio fueron destinados a la agricultura, se han convertido en un peligro para el medio ambiente y sus habitantes. Desde 1994 se está denunciando esta situación y a día de hoy se abre un gran número de sacos de pesticidas y bidones que aún no tienen control alguno.


Cuando medie dinero...


La venta de pesticidas de mala calidad es enorme. El año pasado, las ventas de plaguicidas alcanzaron los 32.000 millones de dólares (5.600 millones de pesetas o 224 millones de libras), de los que 3.000 millones fueron vendidos a países en desarrollo. No todos eran de mala calidad, pero se ha estimado que el valor de estos pesticidas nocivos fue de 900 millones de dólares (157.500 millones de pesetas o 7020 millones).


Además, los miembros de la FAO han denunciado que el control de estas ventas requiere mucho dinero y que no será fácil parar estas ventas ilegales definitivas. Por otra parte, sobre todo en los países del entorno del Sahara, los plaguicidas caducados están almacenados en cualquier lugar. Los almacenes no están regulados ni cumplen ninguna medida de seguridad. Se estima que la limpieza de estos emplazamientos contaminados y peligrosos supondría un desembolso de 500 millones de dólares.


No obstante, se insta a los gobiernos e instituciones de los países afectados a que adapten su normativa a las prescripciones de la FAO y OMS. Así, en esos países, al igual que en el resto de países, la venta de estos productos químicos peligrosos estaría regulada por ley. Además, al carecer de dinero para realizar controles adecuados, los productores de insecticidas pasarían controles de FAO y OMS para garantizar la calidad de sus productos.


El objetivo de la FAO es permitir que los países en desarrollo decidan qué productos químicos quieren importar y cuáles no. Para ello es imprescindible proporcionar información adecuada sobre cada producto químico, especificando los riesgos para la salud y el medio ambiente.

Bombas sencillas de riego para África


Además de las plagas de insectos, uno de los principales problemas de los campesinos de África es la sequía, no hace falta realizar estudios extras. Basta con ver algunas de sus fotos. Pero para darse cuenta de la gravedad real de este problema conviene leer el informe que la FAO publicó en diciembre del año pasado. En ella se constata que, debido a los problemas de producción derivados de la escasez de agua, 28 millones de habitantes de los pueblos menores del Sahara no comen lo suficiente y padecen graves problemas de salud.


Pero a pesar de las lluvias no abundantes, tal y como se indica en el informe, el principal problema no es la falta de agua. Hay agua, pero no al alcance, sino bajo tierra. El problema es, por tanto, el sistema de extracción de agua subterránea y riego de tierras de cultivo. Sin embargo, ha quedado claro que los agricultores africanos no necesitan sistemas de riego en los países desarrollados. Y es que los pequeños agricultores no han tenido el dinero suficiente para comprar, mantener y poner en marcha la bomba de riego y, en definitiva, no están adaptados a sus infraestructuras y recursos. Resulta inútil, por tanto, que a África se estén llevando las tecnologías de los países desarrollados.


Hasta ahora, los campesinos africanos utilizaban un sistema de riego muy antiguo. Para sacar el agua de la corteza freática se realizaba un gran agujero desde el que el agua era extraída en unos recipientes y transportada hasta sus tierras. Además de ser muy laborioso, es un trabajo muy lento.

A
partir de ahora, gracias a una persona que conoce el problema en su totalidad, dispondrán de una bomba simple para extraer el agua del subsuelo. Se trata de una bomba que absorbe el agua mediante pedaleo, utilizando un material muy sencillo y económico. Estas bombas son de madera y, accionando con las piernas, se pueden extraer 5 km3 de agua por hora. No necesitan electricidad y, además, al ser producidas en ella, también sirven para desarrollar la economía local. A
menudo, los sistemas más adecuados para hacer frente a los problemas locales se encuentran sin duda lejos.

Publicado en el suplemento Natura de Gara

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