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¿Chica o chico? Sexo a elegir

2002/06/30 Galarraga Aiestaran, Ana - Elhuyar Zientzia

Poder elegir el sexo de sus hijos antes de nacer ha sido el sueño de muchos. Para ello, a lo largo de la historia se han utilizado infinidad de poemas, trucos y risas. Pero sólo acertaban a medias, claro. Los consejos de brujas y curanderos y los robos a los dioses son inútiles, por lo que en los últimos tiempos se ha pedido ayuda a la ciencia. ¿Existe un método científico eficaz para elegir el sexo del niño?

Aunque a lo largo de la historia se han inventado más de 500 métodos para seleccionar el sexo de los niños, hasta los últimos siglos no se han basado en la ciencia. El desarrollo de la ciencia y, sobre todo, los avances en medicina han llevado a la gente a pensar que la solución podía estar en manos de los médicos. Muchas veces, el lenguaje y las palabras raras usadas por los científicos no son más fáciles de entender que lo que se ha dicho de las brujas, pero como detrás está la garantía de la ciencia, se consideran ciertas. En la mayoría de los casos, sin embargo, estos métodos han tenido tan poco éxito como los basados en la creencia popular.

Aunque las creencias de estos científicos eran erróneas, no se les puede acusar de falta de complejidad e imaginación, sino que eran teorías muy elaboradas. En 1800, la Matrona de Princesas de Francia Millet publicó el método L’Art de procréer les sexes à volonté ou historie physiologique de la génération. Se basaba en la disimetría entre los sexos: el calor y la derecha eran características de los chicos, mientras que el frío y la izquierda eran de las chicas. En aquella época se pensaba que Dios había puesto en el ovario derecho de Eva las miniaturas masculinas y en el izquierdo las de las mujeres. Para despertar y desarrollar estas miniaturas era necesaria la participación de la semilla del hombre. Por lo tanto, Millet proponía determinadas actitudes al hacer el amor. Por ejemplo, si se quiere tener chica, la mujer tenía que estar tumbada a la derecha, por lo que la anatomía de la mujer obligaba a que la semilla se desplazara hacia la izquierda.

En el libro se recogieron las declaraciones de quienes cumplieron con su deseo gracias al método de Millet, lo que le daba credibilidad. Se publicó en seis ocasiones y tuvo gran éxito. Además tenía una explicación para todos los casos: En 1748, el médico Procope Couteau, L’Art d’avoir des garçons, escribió que, tras varias fecundaciones en el ovario izquierdo de su mujer, había tenido a los chicos en cada ocasión. Pues bien, según Millet, esta excepción se debió a que su mujer tenía situs inversus, es decir, tenía órganos a la inversa.

Si las mujeres disfrutan demasiado, ni una ni otra

Los niños de diseño creados en los laboratorios se van haciendo realidad poco a poco.

Más tarde, hacia 1880, el zoólogo Geoffroy Saint-Hilaire publicó una teoría que reasignaba toda la responsabilidad a la mujer. La teoría se basaba en la experiencia de un amigo naturalista. La mujer de su amigo era una mujer muy inocente e inculta, por lo que respondía sin rodeos a la llamada de la naturaleza y a las peticiones de su marido. Si su mujer disfrutaba al hacer el amor, vio nacer a las chicas. Sin embargo, cuando se había dado por sí a su marido, pero tenía una actitud pasiva, aparecían los chicos. Por último, si el placer era muy grande abortaba.

Geoffroy Saint-Hilaire creía que los embriones eran hermafroditas, que tenían las características del macho y la hembra a la vez. Y tras analizar la experiencia de su amigo, propuso que dos agentes determinaban el sexo del niño: el espacio que tenía el embrión para desarrollarse y la cantidad de alimentos que recibía. Según el zoólogo, el placer provoca la contracción si fuéramos, por lo que hay menos sitio en el útero y, además, pasan menos alimentos. Entonces nace la niña. Sin embargo, si no se siente agradable, en el útero hay bastantes lugares y alimentos, lo que permite desarrollar al niño. Cuando el placer es excesivo, las contracciones son tan fuertes que el embrión se queda sin sitio y sin alimento, con el riesgo de nacer muerto o no desarrollarse. ¡Y pensar que desarrolló toda la teoría desde la experiencia de su amigo!

Cuidado con lo que comes

Durante el embarazo, muchas personas han creído nacer niños comiendo chocolate y comiendo plátanos.

Aunque estos métodos de selección de sexo parezcan raros, están basados en la ciencia de la época. Por eso, aunque hoy en día nos dan risa, entonces eran absolutamente lógicas y serias. Y con lo que se cree ayer por la mañana o ahora mismo, dentro de poco puede suceder que no tenga ni piernas ni cabeza.

Por ejemplo, en 1972 el investigador François Papa relacionó los alimentos con la secreción vaginal y la membrana del óvulo. Dice que si se come mucho potasio, el óvulo es fecundado por el espermatozoide que lleva el cromosoma Y, mientras que si se toma mucho magnesio, el que tiene el cromosoma X. Así, en el primer caso nacería el chico y en el segundo la chica. Dio muchas explicaciones y se basó en investigaciones profundas, pero nunca se ha demostrado.

Una de las más recientes se basa en la zona de los pesos de los cromosomas X e Y. En la década de 1960 se descubrió que el cromosoma X es mayor y más pesado que el cromosoma Y. Hacia 1990 el Departamento de Agricultura de EE.UU. desarrolló un método de separación de espermatozoides con cromosoma X o Y para su aplicación en el ganado bovino. Y ahora una empresa estadounidense ofrece el mismo método a las parejas que quieren tener hijos de sexo determinado. Gracias a la herramienta llamada Microsort, seleccionamos espermatozoides, fecundamos el óvulo y acabamos! Según la empresa, el éxito se da en el 90% de los casos, y en los chicos en el 73%. Si es verdad, no está tan mal, sino es mucho más barato hacer caso a la luna, a las ranas o a los santos. Quizás la ciencia haya avanzado, pero el precio también ha aumentado. Como siempre

¿por qué?

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