Nanotecnología en el plato

La nanotecnología está de moda. Aunque en sus inicios, ya se utiliza en muchos campos o, al menos, se está probando en muchos campos: informática, telecomunicaciones, energía, medicina, textil, cosmética... y también en la industria alimentaria. Gracias a la tecnología de lo pequeño, los investigadores tienen la intención de elaborar alimentos más seguros, saludables y sabrosos.

En la nanoescala, los materiales presentan características inusuales.

La nanotecnología genera nuevos productos y procesos a partir de materiales que miden entre 0,1 y 100 nanómetros. Teniendo en cuenta que un nanómetro es un millón de veces más pequeño que un milímetro, no es de extrañar que la nanotecnología sea la ciencia de la diminutos. El diámetro de un pelo es aproximadamente de 80.000 nanómetros.

Sin embargo, la única peculiaridad de los nanomateriales no es su reducida dimensión, en la que los materiales presentan características diferentes de los que tienen a mayor escala. Y eso es lo que hace tan interesante para los investigadores, ya que a este nivel los materiales son más duros o conductores, o transfieren mejor el calor, o tienen mayor capacidad de absorción de luz...

Con estas características, los investigadores han elaborado nanocomposites para aplicaciones en materiales de construcción, nanocristales en paneles solares y semiconductores, para tejidos no manchados de nanopartículas y cremas solares, nanotubos para raquetas de tenis y nanocatalizadores para el desarrollo de nuevos fármacos.

Múltiples aplicaciones en la industria alimentaria

La nanotecnología se puede utilizar para dar formas, sabores y texturas especiales a los alimentos.

La nanotecnología puede ser utilizada en la industria alimentaria en diferentes aspectos. Uno de los objetivos es aumentar la eficiencia de los procesos, reduciendo el uso de energía, agua y productos químicos y reduciendo la generación de residuos.

Además, los investigadores creen que la nanotecnología tendrá interesantes aplicaciones en los envases, en la seguridad alimentaria y en las características sensoriales de los alimentos (color, sabor, estructura) y funcionales (relacionadas con la nutrición y las necesidades especiales).

Hay ejemplos. Por ejemplo, se están desarrollando envases inteligentes para el seguimiento integral de las materias primas. Es decir, todo el camino que va desde el caserío o vivero al plato quedaría registrado en el mismo barco. De esta manera, en caso de que hubiera algún problema, sería fácil retroceder y saber dónde ha ocurrido el error.

La nanotecnología también puede servir para fabricar envases más duros, resistentes al calor o a la luz, más ligeros o más flexibles. Esto permitiría que los alimentos estuvieran bien protegidos y durarían más tiempo. Además, la utilización en el envase de nanopartículas antimicrobiano haría que los alimentos fueran más seguros. Estas nanopartículas también pueden ser utilizadas en el instrumental de preparación de alimentos.

Más adelante también se quieren hacer nanosensores, por ejemplo, para detectar las moléculas que se producen al empezar a deteriorar la comida y comunicarlo al consumidor, por ejemplo cambiando el color del envase.

Comidas muy especiales

La nanotecnología se está extendiendo a más ámbitos.

Además de en los envases, la nanotecnología se puede utilizar en los alimentos para elaborar nuevos productos. Las nanocapsulas pueden contener moléculas o medicamentos con el sabor deseado que se desmantelarían en un momento dado, liberando entonces el contenido.

A largo plazo, los investigadores creen que será posible elaborar alimentos adaptados a cada persona. Los nanosensores detectarían las necesidades y peculiaridades del consumidor, y las nanocápsulas sólo permitirían el acceso a los compuestos que más le convengan.

Aunque parezca una ciencia ficción, se está convirtiendo en una realidad. ¿Quieres un lunch?

Publicado en Deia.

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