El caso de los que no emocionan las músicas
2017/02/19 Galarraga Aiestaran, Ana - Elhuyar Zientzia
El 3-5% de la población dice tener anhedonia musical. Así se llama a la incapacidad para sentir emociones al escuchar música. Estas personas no tienen otros síntomas, por ejemplo, son capaces de diferenciar los diferentes tipos de música. Por lo tanto, pueden decir si una melodía concreta es alegre o goibela, pero al escucharla no se les despierta ninguna emoción. Para ellos, la música es un sonido neutro.
Desde el punto de vista científico, la anhedonia musical es un fenómeno muy interesante. De hecho, la música es universal y en evolución se cree que es anterior a la palabra. También se le ha llamado “lenguaje de las emociones” porque está directamente relacionado con la transmisión de las emociones. Por ejemplo, las madres de todo el mundo cantan a sus hijos e hijas y tienen un lugar destacado en ritos religiosos, celebraciones, exhibiciones deportivas, armadas o políticas.
Los neurocientíficos han demostrado que escuchar y tocar música modula el nivel de algunos neurotransmisores. Estos neurotransmisores se encargan de la comunicación entre las neuronas, por lo que tienen una influencia directa sobre el organismo. Incluye serotinina, epinefrina, dopamina y prolactina. Todos ellos participan en el mecanismo del placer, lo que explica, para la mayoría, que la música sea fuente de placer.
Pero, ¿qué pasa en los que tienen anhedonía musical? En un experimento realizado en 2015, se compara la emoción de ganar dinero jugando al póker y escuchar música. Y demostraron que, aunque sentían alegría al ganar dinero en el juego, la música no le afectaba nada. Esto demuestra que la imposibilidad de sentir placer no es generalizada, sino que se limita a la música. Parece que en las personas con anhedonía musical, las conexiones entre el procesamiento musical y las neuronas que conectan las zonas del placer son más débiles de lo normal.
Ahora, en otro estudio publicado en la revista Scientific reports, han ido un paso más allá y han conseguido provocar la anhedonia musical a personas que no tenían esa discapacidad. Para ello han utilizado un compuesto, naltrexona, que bloquea a unos receptores opioidales en las neuronas.
Estos opioideos son producidos por el propio cuerpo como consecuencia de un estímulo placentero. La alimentación, el sexo, el deporte y la música son algunas de las creaciones de opiodos. Sin embargo, si se toma naltroxona, los opioideos derivados de la música no llegan a las neuronas. Por tanto, no se puede sentir placer, ni siquiera al escuchar la música favorita.
Según los investigadores, el experimento ha ayudado a comprender la base de la anhedonia musical, pero han reconocido que todavía tienen preguntas sin respuesta.
Publicado en el diario Berria.
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