Mercado en detrimento de la salud
Un tercio de las muertes prevenibles a nivel mundial son causadas por cuatro industrias: combustibles fósiles, alcohol, tabaco y alimentos ultraprocesados. Así lo confirmó la revista The Lancet en su sección especial sobre los condicionantes comerciales de la salud, publicada en 2023. Los condicionantes comerciales son prácticas que aprovechan la industria y el mercado para influir en el comportamiento o el consumo en beneficio de sus ganancias económicas y poniendo en riesgo la salud de los usuarios o consumidores.
Según el modelo biomédico de la salud, el estado de salud de una persona está condicionado por parámetros biológicos, y la enfermedad se debe a causas físicas. Este enfoque, sin embargo, es muy obtuso y, en su lugar, se utiliza actualmente el modelo biopsicosocial.
En este modelo, además de los factores biológicos, se consideran los psicológicos, sociales y culturales como agentes de la salud y la enfermedad. Muestra de ello es la frase que los epidemiólogos han popularizado: “La esperanza de vida de las personas está más influenciada por el código postal que por el código genético”. Sin ir más lejos, en Bilbao la diferencia entre barrios situados en ambos extremos a lo largo de la esperanza de vida es de 6 años en las mujeres, y más aún en los hombres: 9 años.
«La esperanza de vida de las personas está más influenciada por el código postal que por el código genético»
Los condicionantes comerciales conforman un modelo biopsicosocial que demuestra claramente que el poder del mercado manda por encima de las vidas. La industria del petróleo y el automóvil van de la mano y son un claro ejemplo de ello, ya que han impulsado el consumo y el uso desde su creación, así como defraudando las leyes y reglamentos para proteger el medio ambiente y la salud de las personas.
Lo que ocultó la industria del petróleo
Incluso antes de establecer límites legales, las compañías petroleras sabían que su actividad era perjudicial. Por ejemplo, el presidente de la industria petrolera más grande de EE.UU., Frank Ikard del American Petroleum Institute, citó en su reunión anual un informe titulado “Revertir la calidad de nuestro medio ambiente”. Este informe fue publicado días antes por los asesores científicos del presidente estadounidense, Lyndon Johnson. corría el año 1965.
Ikard explicó a los industriales el núcleo del informe: “Todavía estamos a tiempo de salvar a los pueblos del mundo de las catastróficas consecuencias de la contaminación; pero el tiempo se está agotando”. También les explicó uno de los pronósticos más importantes del informe: “El dióxido de carbono que se está agregando a la atmósfera por la quema de carbón, petróleo y gas natural está aumentando a un ritmo tan fuerte que para el año 2000 el balance de calor se transformará completamente y se producirán cambios significativos en el clima”.
Los asesores proponían incentivos económicos para dejar de contaminar, así como impuestos especiales contra los que contaminaban. Ahora se ha confirmado el cumplimiento del pronóstico climático, se están produciendo cambios significativos, y las autoridades e instituciones proponen medidas similares a las que se sugirieron en aquel informe, ya que el ritmo de emisión de dióxido de carbono a la atmósfera no ha disminuido —al contrario—.
La industria petrolera es el sector de automoción con motor de combustión. El poder de estas industrias es tan grande que siguen mandando por encima de los compromisos políticos. Prueba de ello es que la Unión Europea está retrasando una y otra vez el final de los coches con motor de combustión, a pesar de que impide alcanzar los objetivos acordados en las agendas y convenios internacionales.
Tabaco y alcohol
Históricamente, el tabaco y el alcohol han convergido en la misma línea que la industria petrolera y la automoción, y siguen siendo ejemplos significativos de los condicionantes comerciales de la salud en la actualidad.
En el caso del tabaco, desde la década de 1950 y durante muchos años, la industria negó estudios que mostraran la relación entre fumar y el cáncer de pulmón. Sin embargo, las evidencias son claras. Hoy en día nadie puede dudar de que existe una relación directa entre el tabaco y algunos cánceres y que es un factor de riesgo importante para otras enfermedades. Así, la sanidad pública ha adoptado medidas drásticas para combatir el tabaquismo.
Y, sin embargo, es tan evidente la pujanza de la industria, que el año pasado la Organización Mundial de la Salud (OMS) extendió su lema en el día internacional contra la quema: “Eliminemos el atractivo del tabaco: Las tácticas de la industria del tabaco y del producto de la nicotina”.
En línea con este lema, se prestó especial atención a los productos dirigidos a los jóvenes, que tienen un aroma, sabor y diseño atractivos que les permiten cubrir su dureza natural y hacerla deseable. Según la OMS, a través de este tipo de productos se amplía el espectro de los consumidores y se crea adicción, casi desde la infancia. De hecho, en Euskal Herria el consumo de tabaco está bajando, y el mayor descenso se está produciendo entre los jóvenes. El objetivo de la industria es, por tanto, frenar este descenso.
El alcohol tiene más consumidores que el tabaco y los jóvenes empiezan a probar bebidas alcohólicas muy pronto. Pero el consumo está bajando constantemente, especialmente en los más jóvenes. Atrás ha quedado la época en la que el alcohol era considerado casi un medicamento universal: en los anuncios se podía ver que era un analgésico, calmante, incentivo, digestivo, agente del sueño, revitalizante, etc
«El alcohol tiene más consumidores que el tabaco y los jóvenes empiezan a probar bebidas alcohólicas muy pronto»
Todavía hoy, la industria intenta convencerse de que el alcohol es beneficioso, pero consumido “con moderación” o “de forma responsable”, como por ejemplo para la salud cardiovascular (sobre todo el vino) o como isotónico (cerveza). Sin embargo, hace tiempo que los científicos demostraron que estas afirmaciones son engañosas y que incluso en dosis bajas son perjudiciales. Sin embargo, las normas para limitar el alcohol no son muy estrictas y sigue estando al alcance de casi cualquiera. Por otro lado, la industria ha recurrido a la diversificación y se están comercializando nuevas bebidas no alcohólicas.
Industria obesogénica
Para los responsables de salud pública, las bebidas azucaradas y los alimentos ultraprocesados son los principales causantes de la “peste de obesidad”. Por lo tanto, desde hace mucho tiempo se vienen exigiendo medidas eficaces para limitar el poder de esta industria y proteger a la población de su influencia, especialmente a los niños y jóvenes.
En la Comunidad Autónoma del País Vasco, por ejemplo, en la Ley de Infancia y Adolescencia de 2024, en el apartado referente a la publicidad, dice textualmente que los anuncios no podrán “incitar a consumos, conductas o actividades perjudiciales para la salud, como el consumo de comidas rápidas o bebidas energéticas”. Hace una especificación similar en el apartado sobre obesidad. Sin embargo, en todas partes aparecen contenidos y actividades que fomentan el consumo de este tipo de productos.
Por supuesto, el impacto de esta industria no se limita a los menores, su poder está integrado en la estructura. Un ejemplo de ello es una tendencia que se puede observar en los últimos años tanto en las series como en la realidad, en las que se unen la oferta cada vez más amplia de comida preparada, las pequeñas cocinas de los nuevos pisos, la distribución del tiempo y vivir solos.
Fármacos adelgazantes
En este contexto, fármacos como Ozempic (semaglutida), Monjauro (tirzepatida) han supuesto un cambio de paradigma. Originalmente fueron diseñados para tratar la diabetes. De hecho, actúan sobre algunas de las hormonas que se producen en el intestino y su función es precisamente regular los niveles de glucosa en sangre. Sin embargo, los investigadores coincidieron en que los pacientes perdían peso.
Así que, siguiendo esta línea, se empezaron a desarrollar fármacos que tenían como objetivo adelgazar. en 2015 se aprobó el primer fármaco de este tipo para la obesidad, la liraglutida, pero el éxito llegó con la semaglutida (comercializada con el nombre de Wegovy si es para adelgazar).
Le siguen otras, todas ellas basadas en un mecanismo similar, y que producen menos efectos secundarios y producen una pérdida de peso mayor. En la clínica, la Asociación Europea para el Estudio de la Obesidad (EASO) les ha dado un protagonismo destacado en el tratamiento de la obesidad y sus complicaciones asociadas. De hecho, también han demostrado ser beneficiosos en la salud metabólica y cardiovascular.
Aunque en realidad son prescriptivos por el médico, se consumen, no para mejorar la salud, sino para tener una apariencia determinada. Según un estudio realizado en 2024 por la organización independiente de políticas de salud estadounidense KFF, uno de cada ocho adultos (12%) afirma haber tomado o tomar alguna vez un medicamento de este tipo, y el 40% de ellos, para adelgazar.
Así, en EE.UU. el mercado de estos fármacos adelgazantes ha crecido un 600 % desde 2018 y, en opinión de los expertos, seguirá creciendo. Esto es lo que sugieren las investigaciones que están llevando a cabo las compañías farmacológicas: algunas quieren que se pueda tomar en pastillas (las que existen hasta ahora son inyectables) y otras están realizando sesiones clínicas con adolescentes.
Destino femenino
Para el filósofo transfeminista y lodiactivista Mijo Lizarzaburu García, todo esto se relaciona con otra cuestión: a las mujeres, en particular, las hacen sentir mal con sus cuerpos. De alguna manera, crean una pérdida de autoestima y, al mismo tiempo, la ilusión de que se resolverá a través del consumo.
«a las mujeres, en particular, las hacen sentir mal con sus cuerpos»
Ha dejado claro que no niega el beneficio de la farmacología, pero lo adopta con prudencia: “Realmente pienso que si la farmacia ayuda a la gente a alcanzar el bienestar está bien. Pero habrá que ver cuáles son los efectos que deja esta farmacopolítica lodifoba a largo plazo”. De hecho, hay que tener en cuenta que recientemente han llegado al mercado y que las evidencias a largo plazo son limitadas.
En este sentido, Lizarzaburu considera que se debería impulsar una farmacia pública, con financiación pública, cuyos resultados también se pondrían a disposición de toda la población. De hecho, es evidente que la industria farmacéutica busca su propio beneficio en las investigaciones que impulsa.
Además, considera arriesgado su poder discursivo: “Esa ilusión de adelgazar ya está integrada en la sociedad. Por tanto, aunque luego se demuestre que estos fármacos no son tan buenos, la gente seguirá consumiendo o buscará otros que tengan el mismo efecto. Después de todo, ya había un montón de medicamentos adelgazantes. La cuestión es que estos parecen ser más efectivos”. Por ello, ha propuesto generar discursos que protejan la soberanía de las mujeres.
Roles de género
Otros productos y servicios dirigidos a las mujeres se enredan en la misma lacra de la discriminación de género. En todos los casos, la estrategia es convencer a las mujeres de que necesitan, de que tendrán una mejor salud y de que desempeñarán mejor su función social. Ejemplos claros son los productos menstruales y las aplicaciones de seguimiento menstrual, de reproducción asistida, la fórmula leche y durante la menopausia.
Por ejemplo, la industria de la leche de fórmula utiliza el fraude para que las madres recién nacidas piensen que sus productos son mejores para los recién nacidos que la leche de pecho. Una de las estrategias que utiliza en los últimos años es la creación de clubes en redes sociales, con el pretexto de asesorar y ayudar a las madres recién nacidas.
En el caso de las mujeres más adultas, la menopausia ha pasado de ser un tabú a convertirse en una oportunidad de negocio. según la revista British Medical Journal (BMJ) en su editorial, la mayoría de los servicios que se ofrecen directamente al consumidor relacionados con la menopausia son inútiles y no mejoran el cuidado. Hace especial referencia a los tests hormonales, las terapias hormonales personalizadas y los suplementos. Advierte de que no solo no tienen base científica, sino que también pueden ser peligrosas; entre otras cosas, pueden llegar a producir cáncer.
«la mayoría de los servicios que se ofrecen vinculados a la menopausia son inútiles y no mejoran el cuidado»
Los hombres tampoco son ajenos a la presión de cumplir roles, y para ellos el mercado de hormonas también tiene una oferta especial, tanto para jóvenes como para personas mayores. En sus mensajes, la salud también es una de las excusas, pero, al igual que en las mujeres, las investigadoras han advertido de que son perjudiciales para la salud. Así, los suplementos de testoterona tomados fuera del control médico aumentan el riesgo de problemas cardiovasculares y cáncer de hígado y próstata.
El capitalismo, patógeno sistémico
Joan Benach de Rovira es el director, entre otros, del Grupo de Investigación sobre Desigualdades en la Salud de la Pompeu Fabra, que lleva años investigando el asunto y trabajando en políticas para afrontarlo. Considera más adecuado que un condicionante comercial de la salud que se le llame un condicionante político o, incluso, un condicionante ecosocial.
Así define los condicionantes ecosociales, literalmente: “son estrategias, procesos, productos e intervenciones que las grandes corporaciones y el capital global utilizan para generar beneficios en el marco del capitalismo. Estas actividades a menudo tienen efectos adversos sobre la salud de la población y el medio ambiente. Los condicionantes ecosociales son el resultado de relaciones de poder que permiten que una élite corporativa —en definitiva, los países y clases más ricos del mundo— obtenga beneficios a costa de la salud y la vida de la mayoría, y en particular de los sectores más empobrecidos y vulnerables”.
«Los condicionantes ecosociales son el resultado de las relaciones de poder»
En su opinión, la cuestión va más allá de las industrias mencionadas. Así, califica de “patógeno sistémico” la actual fase neoliberal del capitalismo y pone tres ejemplos: la mercantilización de la vivienda y el trabajo, que genera precariedad en detrimento del bienestar físico y mental; la crisis climática y ecosocial, basada en el extractivismo y la expulsión de las consecuencias; y la mercantilización y medicalización de la salud.
Políticas pro-vida
Según Benach, para contrarrestar el impacto de los condicionantes ecosociales, no son suficientes las campañas educativas o de concienciación: “hay que incidir en las estructuras de poder”. Apoya el impulso de políticas públicas y comunitarias radicales “por la vida, la salud y la justicia social”. Su objetivo es equilibrar el poder para ser prohumanos y pro-ecosistemas, y no para favorecer la acumulación privada del capital.
Aunque se ve lejos conseguirlo, cree que se pueden tomar medidas inmediatas para fortalecer la salud pública frente a los intereses corporativos. Entre estas medidas prioritarias, propone, en primer lugar, adquirir el control democrático de la producción, la distribución y el consumo, poniendo medidas estrictas a los lobbies corporativos. Asimismo apuesta por un sistema tributario progresivo que contribuya a la financiación de los servicios públicos universales en materia de grandes bienes: sanidad, educación y vivienda.
También propone la desmercantilización del trabajo, la vivienda, la salud, el cuidado, la alimentación, el agua y los medicamentos, y el impulso de una economía social y solidaria mediante la promoción de cooperativas y empresas comunitarias que promuevan el beneficio del medio ambiente y de las personas. Además, dar prioridad a la salud y a la equidad en todos los sectores (laboral, económico, medioambiental, transporte) y promover la investigación científica independiente, remunerada con fondos públicos, para esclarecer las consecuencias del trabajo precario, la contaminación o el consumo excesivo de fármacos, entre otros.
Para finalizar, Benach ha propuesto empoderar a las comunidades fortaleciendo los movimientos de la ciudadanía para hacer frente al poder de las corporaciones y garantizar políticas a favor de las vidas.
Buletina
Bidali zure helbide elektronikoa eta jaso asteroko buletina zure sarrera-ontzian







