Dunas costeras, generación de arena de viento
2004/06/01 Lexartza Artza, Irantzu - Elhuyar Zientziaren Komunikazioa Iturria: Elhuyar aldizkaria
El viento arrastra la arena de la zona intermareal seca y la acumula en la parte trasera de la playa. Esto ocurre en costas de todo el mundo, también en Euskal Herria.
Para que las dunas se formen es necesario que, además de golpear el viento, puedan extenderse hacia atrás. Por lo tanto, debido a la accidentada orografía de la costa vasca, no son muchos los lugares adecuados para la formación de sistemas dunares, y los lugares desarrollados han sido de pequeño tamaño. En estos pocos lugares, además, se ha limitado mucho la extensión de las dunas en el último siglo, debido en la mayoría de los casos a la influencia humana.
Las dunas tienen gran importancia en los ecosistemas de las playas. Forman sistemas dinámicos, en los que parte de los cuales, especialmente los directamente afectados por el viento, están en constante transformación. Son el hábitat de varios seres vivos que les proporcionan una gran protección. La propia playa también se refuerza frente a la erosión.
Sistemas atenuados
Aunque los sistemas dunares sanos pueden soportar las enormes fuerzas de la naturaleza, son muy sensibles a las actividades humanas. El mero tránsito peatonal puede liberar la arena que las plantas mantienen en la playa y facilitar la erosión. A ello hay que añadir otros muchos factores que afectan a estas zonas.
Por ejemplo, muchas veces se utilizan como paso de coches o como aparcamiento y, además de desprender arena, se producen daños a las plantas. Además, en algunas playas ha sido costumbre cortar plantas que durante muchos años “molestaban” al sol. Los sistemas mecánicos de limpieza de playas también pueden dañar las dunas.
De este modo, la arena suelta y las plantas muertas o al borde de la muerte, hacen que las dunas queden atenuadas ante los ataques del mar y del viento.
Por otra parte, los trabajos de protección y estabilización de la costa también afectan a la dinámica dunar, y las construcciones que se realizan en la parte posterior de la duna también afectan a la evolución natural de la duna al interrumpir los procesos naturales de expansión y migración. En algunas zonas, además, se han construido en los propios arenales y han deteriorado completamente el sistema.
Además del daño directo que supone el uso de la playa, no hay que olvidar la influencia del estrés en los seres vivos de este ecosistema, así como la contaminación del agua y la atmósfera.
Las dunas de nuestra costa no se han librado de estos problemas. Se pueden encontrar en varias playas desde el extremo occidental hasta el oriental, pero su estado varía mucho de un lugar a otro.
Dunas del País Vasco
En la playa de La Arena, por ejemplo, en la desembocadura del río Barbadun, se encuentran las dunas móviles más estructuradas del País Vasco. Sin embargo, la situación que viven es preocupante. La instalación de Petronor, además de estar en la propia playa, tiene sobre sí la autopista, y la presión que supone ser la única playa de la margen izquierda del Ibaizabal es enorme.
En el extremo oriental, las dunas de Angelu también han tenido problemas. Allí, las condiciones de desarrollo de las dunas son las mejores de la costa vasca. Sin embargo, sufren una fuerte presión, poniendo en peligro los límites arquitectónicos y los proyectos de ocio y desarrollo. La canalización del río Aturri también ha afectado gravemente a la dinámica natural de las dunas.
Entre ellos se encuentran Gorliz, Urdaibai, Zumaia, Zarautz, Hendaia, Bidarte, Biarritz… Pero algunos de Gorliz, Hendaia y Biarritz ya no son activos. En otros lugares han desaparecido por completo los que estaban en las desembocaduras del Urumea y del Ibaizabal, entre otros.
Dada la importancia de estos sistemas, la mayoría de las dunas del País Vasco gozan de cierta protección en la actualidad, pero este esfuerzo no es igual de exitoso en todas partes.
Esfuerzos de recuperación
Con el objetivo de recuperar estos espacios se han desarrollado diversas iniciativas. Entre ellos destacan los realizados en Urdaibai y Zarautz.
En la playa de Laida de la Reserva de la Biosfera de Urdaibai hace tiempo que las dunas desaparecieron por acción humana. Sin embargo, ahora se han recuperado como consecuencia del programa desarrollado por el Patronato de la Reserva a partir de 2001.
La implantación de nuevas dunas obligó a derribar el sustrato adecuado en la playa, procedente de una draga en la propia ría. Se seleccionó la zona adecuada y se extendió el material para reducir la erosión provocada por la corriente de marea. Se colocaron tres hileras de mimbre de 250 metros de longitud y 25 metros de anchura para que los granos de arena se recogieran alrededor de ellas.
La arena y el viento hicieron el siguiente trabajo. Cuando la arena comenzó a acumularse, se plantó la Ammophila arenaria, pionera, tras la cual se instalaron otras plantas para completar la vegetación propia de las dunas. El mismo proceso se llevó a cabo en 2003.
En Zarautz, por su parte, la protección de las dunas comenzó hace años. La instalación de barreras y plataformas y la realización de trabajos de revegetación han puesto en marcha un nuevo plan de recuperación de dunas. El objetivo es estabilizar las colinas residuales para el desarrollo natural de la playa. Para ello, incorporarán 60.000 plantas y utilizarán técnicas de protección frente a la erosión del mar y del viento.
Aunque han empezado a trabajar en muchos lugares, la conciencia y la voluntad son fundamentales para que se generalicen iniciativas de recuperación de dunas, pero la tendencia actual parece complicada.
Más riesgos para las dunas
En las costas de todo el mundo hay dunas gigantes que las de Euskal Herria. Yendo desde Lapurdi hacia el norte, por ejemplo, el Dune de Pyla de Arcachon, el más grande de Europa. Junto a las dunas de poco metro de nuestra costa, parecen espectaculares sus longitudes de 2,5 kilómetros y sus alturas de 100 metros, pero también son mayores.
Sin embargo, los grandes también tienen problemas y, además de los daños habituales, los nuevos usos recreativos han traído consigo mayores problemas a algunos de ellos. De hecho, últimamente se ha extendido mucho la costumbre de subir y bajar por las dunas con distintos tipos de motores. Además, el deporte denominado sandboard es cada vez más practicado. En este deporte, los deportistas se deslizan por la cima de las dunas sobre una tabla.
El impacto de este tipo de actuaciones en los ecosistemas dunares ha generado una preocupación entre las instituciones que trabajan en la protección de estos espacios.
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