Barcos y ecología
2000/11/07 Roa Zubia, Guillermo - Elhuyar Zientzia
El mar no dice nada en voz alta. Parece que esta gran masa de agua tiene la capacidad de remover todos los problemas. Los problemas del mar son más difíciles de analizar que los desastres ecológicos en tierra. Sin embargo, a veces las consecuencias son muy evidentes en las proximidades de las costas y es entonces cuando se producen las angustias.
La huella humana en el mar es amplia. Los problemas más llamativos son los problemas de las cargas que arrastran o traen los barcos. Lamentablemente hemos considerado frecuentes los vertidos de petróleo, pero no se pueden olvidar los producidos en otros casos.
Problemas plataformas
En la última década, por ejemplo, la historia de la excéntrica plataforma Brent Spar ha estado a tope. El uso de la plataforma se redujo considerablemente y se decidió hundir. No parecía una acción muy ecológica por contener metales pesados en las cavidades. Una gran campaña de Greenpeace acabó sin hundirse. Posteriormente, los científicos han descubierto que ciertos metales venenosos para el ser humano son esenciales para la biomasa del fondo marino. Al fin y al cabo, lo que aprendimos de este hecho fue que poco sabemos sobre la ecología del mar. Aunque ocasionalmente surgen sorpresas agradables, los nuevos estudios plantean otros muchos problemas.
Todos los barcos, tanto pequeños como grandes, vierten restos de combustibles en su actividad normal. Igual que los coches. En este sentido, hace un año la revista Nature publicó los resultados de una curiosa investigación vía satélite. Lo que pasa es que desde el espacio se pueden ver las rutas habituales de los barcos comerciales, donde se generan muchas nubes. El origen de estas nubes era el dióxido de azufre procedente de la transformación de moléculas procedentes del fitoplancton. Pero el fitoplancton no es la principal fuente de este compuesto. Por satélite se puede observar que la cantidad emitida por los barcos es mucho mayor que la que proviene del mar. Este efecto es muy notable en el hemisferio norte, donde se concentra el mayor número de barcos.
Si se explora en la construcción naval se encuentran otro tipo de sustos químicos. En esta actividad se ha ido desechando la madera y el metal. Al igual que en otras tecnologías, los polímeros han supuesto una auténtica revolución. De hecho, la mezcla de poliéster y fibra de vidrio es considerada como un material clásico en los astilleros. Sin embargo, para proteger este tipo de estructuras se suele utilizar una resina que contiene grandes cantidades de estireno. El estireno es la principal sustancia que ha desembocado en el accidente del Ievoli Sun. La normativa europea es muy exigente con las concentraciones de estireno autorizado. Por ello, varios navieros europeos y expertos de otras industrias se han unido para realizar nuevas investigaciones. Se propone la utilización de otro material para la realización de estructuras básicas. La utilización de polipropileno en el lugar de los poliésteres permite evitar la adición de resinas mediante procedimientos termoplásticos. La investigación de estos nuevos materiales promovida en Europa es muy representativa para el debate del riesgo de estireno.
En el último número de la revista Nature se han publicado además los resultados de otro estudio relacionado con la influencia de los barcos. Se trata de un trabajo realizado en un centro de investigación medioambiental de Maryland. Se trata de un estudio sobre otro tipo de contaminación que se menciona en muy pocas ocasiones y que no se trata de contaminación. De hecho, los autores del artículo han descubierto que los virus y las bacterias se transportan de un territorio a otro en barco. La estabilidad de los petroleros en los viajes vacíos es muy baja. En mar abierto esta situación puede ser muy peligrosa y por tanto inundan los tanques. El lastre suele ser agua. En el muelle de origen, cuando el agua se toma del mar y finaliza el viaje, éste es liberado. Sin embargo, hay que tener en cuenta que el agua del mar no es sólo agua, sino un tipo de «caldo biológico» lleno de microorganismos. Por tanto, los microorganismos son transportados y liberados de un extremo a otro del mundo. «Los microorganismos presentes en el agua de lastre invaden con frecuencia los ecosistemas costeros», anuncian los científicos estadounidenses, ya que estos microorganismos se liberan en grandes concentraciones y son extraños en los ecosistemas liberados. Ambas características facilitan mucho la contaminación biológica.
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