Inmunología en la lucha contra la cocaína
1997/09/01 Ayerbe Diaz, Mirari Iturria: Elhuyar aldizkaria
En los últimos años el uso de cocaína y otros psicoestimulantes ha experimentado un auge espectacular. En Estados Unidos, por ejemplo, si en 1974 al menos una vez se reconoció a 5,4 millones de personas, en 1985 la cifra alcanzó los 25 millones. Un estudio llevado a cabo en nuestra Comunidad Autónoma en 1992 situó al consumidor en torno al 0,9%.
De hecho, el consumo de cocaína ha sufrido grandes caídas a lo largo de la historia. A. C. Inca VI. En el siglo XVIII ya masticaban la hoja de coca en sus celebraciones, pero de forma muy reducida. La expansión del consumo se produjo tras la conquista de Perú por parte de los españoles con capataz entre los indios oprimidos. En Europa, sin embargo, el XIX. No se extendió hasta mediados del siglo XX. Después de que un neurólogo italiano alabara las bondades de la coca, los investigadores lo estudiaron, aislando la cocaína misma y descubriendo su fórmula química. En cirugía también se empieza a utilizar como testigo anestésico. Por otra parte, se convirtió en un ingrediente de bebidas estimulantes como “vin Mariani” y en la primera “Coca-Cola”. El propio Freud recomendó el uso de la cocaína como medicamento en la obra “Über Coca”. Gracias a ello llegó a ser uno de los medicamentos más consumidos de Europa.
Sin embargo, pronto aparecería el primer caso de dependencia, lo que provocó una desconfianza entre los médicos. Esto no afectó a otros usos. En los años 1930-40 Alemania era el mayor consumidor del mundo, pero el II. El uso masivo de las anfetaminas durante la Guerra Mundial provocó el descenso del consumo de cocaína. En la década de los 70 volvió a ascender y así hasta hoy.
La forma de consumo también ha cambiado. En un principio las hojas de coca se masticaban, luego las bebidas de coca o se fileteaban, pero hoy en día la mayoría prefieren esnifarse. Esta forma, al tener una menor capacidad de generar dependencia, se popularizó la sensación de que la cocaína no daña, lo que facilitó el aumento del consumo.
Cuando apareció el Crack, con precios más bajos, la gente empezó a consumir esta sustancia. El crack se obtiene tras tratar la cocaína con agua. Esta sustancia atraviesa más fácilmente el límite entre sangre y cerebro, lo que favorece la dependencia y facilita la intoxicación. A la vista de los efectos destructivos del crack, los científicos se vieron obligados a replantear lo que se pensaba sobre la cocaína, y descubrieron enseguida que aquella creencia de inocuidad es falsa. La cocaína influye en la estructura reticular del tallo cerebral, concretamente en el sistema de neurotransmisión de monoaminas, a quien se debe su capacidad de generar dependencia.
Estos neurotransmisores son noradrenalina, dopamina y serotonina, pero la cocaína sólo actúa sobre los sistemas que utilizan dopamina. Por tanto, en la lucha contra la cocaína ha sido muy importante analizar cómo trabaja la neurotransmisión dopaminérgica y en qué punto incide la cocaína. Tras conocer todo esto, la psicoterapia ha comenzado a utilizar algunos medicamentos, sobre todo para hacer frente a los síntomas que se producen al dejar de tomar la cocaína y disminuir su afición, pero desgraciadamente aún no han encontrado un medicamento milagro.
La inmunología nos ofrece nuevos caminos en esta lucha. Este apartado de la ciencia ha analizado las interacciones entre antígenos y anticuerpos, y puede decirse que ha conseguido la capacidad de crear un anticuerpo adecuado en cada caso. Estos anticuerpos tienen en la actualidad una amplia utilización, no sólo como indica la inmunología clásica, para conocer y relacionar los antígenos, sino que, a partir de ahí, pueden utilizarse como catalizadores, reduciendo la energía de activación necesaria para que se produzca el proceso químico.
Los anticuerpos, por tanto, pueden diseñarse para cada caso, para lo cual sólo es necesario el modelo conocido como hapteno. El Hapteno es una molécula similar a la estructura química que unirá los anticuerpos. Una vez sintetizada la molécula, la rata se inyecta para formar anticuerpos específicos y posteriormente se analiza si los anticuerpos tienen el nivel de actividad esperado.
Ya son veinticuatro años los que comenzaron a diseñar anticuerpos con cocaína y actividad antidroga. En 1972 descubrieron que los anticuerpos, específicos de ciertas drogas, podían debilitar sus efectos. En 1974 se intentó la vacuna contra la heroína, con resultados poco satisfactorios. Hace tres años se preparó un grupo de anticuerpos capaz de degradar la cocaína, pero la degradación no se produjo tan rápido como se esperaba.
El principal hallazgo que nos ha proporcionado la inmunología ha sido la vacuna contra el uso excesivo de la cocaína, el hapteno sintetizado por un grupo de investigadores del Instituto de Investigación Scripps en La Jolla, California (ver figura 1).
La molécula ha sido unida a una proteína, la proteína KLH, y el anticuerpo obtenido tras la jeringuilla de las ratas ha mostrado una actividad muy interesante: la cocaína no entra en la sangre y el cerebro (ver figura 2). Después de dar la misma cantidad de cocaína a las ratas injertadas y no empotradas, las injertadas han encontrado que tienen mucha menos cocaína en el cerebro que las demás, el 18% de lo que tienen las no vacunadas.
Esto tiene dos ventajas. Por un lado, no permite que la cocaína se vea afectada en el cerebro disminuyendo la capacidad de generar afición, y por otro, el propio Hapteno tampoco actúa sobre el cerebro, es decir, no tiene la posibilidad de producir efectos secundarios desagradables.
Los que han preparado la vacuna dicen que a los que quieren dejar cocaína les puede dar una gran ayuda. Algunos psiquiatras, por su parte, consideran que puede impedir que se genere afición e incluso tratar a pacientes con sobredosis.
No han sido los únicos investigadores que trabajan en la preparación de la vacuna contra la cocaína. Un grupo de InmunoLogic Pharmaceutical Corporation de Massachussets ha conseguido algo parecido, pero no han hecho públicos sus resultados, no hay que olvidar que InmunoLogic es una empresa privada.
Por supuesto, estamos hablando de unas vacunas que todavía están en la primera fase de la formación, ya que no sabemos si serán realmente efectivas o no. Lo que han preparado los scripps tiene una duración de 20 días en el cuerpo de la rata. Si se supera este límite, no tiene efecto y, por supuesto, para que la vacuna sea efectiva debe durar meses o años. Otro problema puede ser si el aumento de la dosis no será suficiente para eliminar el efecto de la vacuna. Parece que la vacuna de InmunoLogic puede admitir dosis mayores.
En el último año han sido más los grupos de investigadores que han iniciado la preparación de este tipo de vacunas mediante la síntesis de nuevos haptenos, tanto para la unión de la molécula de cocaína como para la catalización de su degradación, pero de momento tenemos muy pocas noticias, ya que han comenzado la fase experimental.
El problema sigue sin resolverse, pero no cabe duda de que este descubrimiento ha despertado nuevas esperanzas entre los afectados por la enfermedad de la cocaína.
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