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Mairubaratza. Presentación del libro Pirenaicos Cromlech

2004/11/11 Galarraga Aiestaran, Ana - Elhuyar Zientzia

En la sede de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, el arqueólogo Xabier Peñalver ha presentado un libro sobre huertas de moros. Xabier Peñalver lleva muchos años investigando los monumentos funerarios y da a conocer los resultados de la investigación.
El arqueólogo Xabier Peñalver con su nuevo libro.

El libro está dividido en dos partes. En la primera, se describe el inventario de huertos mortuorios, donde queda patente su presencia en todo el Pirineo, por encima de todos los límites actuales. Define la zona en la que aparecen las huertas de Mairu: limita al oeste con el río Leitzaran y al este se extienden hasta Andorra. En la zona ancha se encuentran entre 5 y 50 km.

El hecho de que la zona sea tan limitada y única pone de manifiesto la existencia de una unión cultural entre los que hacían huertas de moros. ¿Quiénes eran esos seres humanos? ¿Dónde vivían? De eso trata la segunda parte del libro.

Conjunto de crómlech del campo de Adi.

Por aquel entonces, la gente que vivía en las aldeas amuralladas en Gipuzkoa y Bizkaia, está investigando a Xabier Peñalver. En un principio podría pensarse que los habitantes de estos poblados iban al monte en verano con animales y que hacían huertas de moros para los que allí morían. Sin embargo, a la vista de que la frontera es tan clara y que, además, no hay cromlech alrededor de esas aldeas, esta hipótesis ha quedado descartada. Probablemente, los habitantes de las aldeas guipuzcoanas y vizcaínas enterraban a sus muertos después de quemarlos, pero no destacaban el lugar enterrado con piedras. Por otro lado, las ovejas no se trasladarían a los Pirineos, sino a los montes cercanos, como hoy en día: Aralar, Aizkorri...

Sin embargo, Peñalver cree que la gente que hacía huertas de moro o crómlech vivía en los valles pirenaicos, en las mismas zonas en las que hoy en día se encuentran los pueblos. Y al parecer, cuando alguien murió, quemaban el cuerpo y llevaban las cenizas a la parte superior de los montes. Estas cenizas se colocaban en el centro de la huerta morada, unas veces en un agujero en el suelo, otras en el interior de un recipiente...

Conjunto de crómlech del campo de Illarbit.

Cada una de las huertas de moro contiene las cenizas de una sola muerte, lo que también es destacable, ya que en otros lugares las tumbas eran colectivas. Algunas crómlech aparecen en grupos, pero normalmente no suelen ser muy grandes, y la mayoría están solas.

En este libro de 271 páginas se explica dónde están, cuántos son y qué características concretas tienen. El libro consta también de 176 fotografías, varias imágenes y, en un mapa que se difunde, todos los yacimientos, cada uno con su correspondiente número de catálogo.

De paso, Peñalver también ha puesto trabajo a los lingüistas. En el último párrafo del libro escribe: "En nuestra opinión, la abundancia de crómlech al este del río Leitzaran, y su ausencia total al oeste del río, puede tener que ver con el territorio dependiente de los Vascones, cuyo límite occidental de su territorio coincide con el de los crómlech. Esta limitación, por su parte, distingue dos dialectos del euskera."

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