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Ciudades, nocivas para la salud mental

2011/08/01 Galarraga Aiestaran, Ana - Elhuyar Zientzia

Hace años que los epidemiólogos descubrieron que los habitantes de las ciudades tenían un mayor riesgo de padecer enfermedades mentales que los de los pueblos. Esta afirmación se basaba en datos estadísticos, por lo que los científicos de otras áreas no le daban mucha credibilidad. Ahora, sin embargo, los neurólogos han demostrado que los epidemiólogos estaban correctos gracias a técnicas que demuestran la actividad del cerebro.

La investigación se ha llevado a cabo en la Universidad de Heilderberg (Alemania). Previamente, estos métodos fueron utilizados para investigar la relación entre ciertos genes y el riesgo de padecer enfermedades mentales. Sin embargo, con su estudio actual, han visto que la medida del lugar de residencia influye más que los genes en enfermedades mentales como la esquizofrenia.

Los habitantes de las ciudades tienen mayor riesgo de padecer enfermedades mentales que los pueblos. En la imagen, Bilbao. (Foto: Google lemaps)

Uno de cada cien habitantes tiene esquizofrenia y tiene una gran influencia en la sociedad. Los científicos han identificado aproximadamente una docena de genes asociados a la esquizofrenia, pero ninguno de ellos tiene una relación muy elevada: el gen más relacionado sólo aumenta un 20% el riesgo de esquizofrenia. Por el contrario, la esquizofrenia es dos veces más frecuente entre la población que en los núcleos rurales. Y cuanto más grande es la ciudad, más habitual es.

A la vista de ello, los investigadores de Heilderberg analizan la influencia de la medida del lugar de residencia en el cerebro. Así, mediante resonancia magnética, 32 estudiantes alemanes voluntarios han analizado sus cerebros. El voluntariado vivía en tres medidas de “ciudades de más de cien mil habitantes, pueblos de más de diez mil habitantes y núcleos rurales”, y en el experimento querían ver cómo reaccionaban ante una situación de estrés.

Ver resultados del experimento

Para ello, les hicieron realizar una serie de ejercicios matemáticos, a la vez que les hicieron escuchar mensajes pesimistas para provocar el estrés. Por ejemplo, les decían que estaban peor que la media y que intentaban hacerlo mejor, que el experimento era muy caro. Midiendo los parámetros fisiológicos de los alumnos (frecuencia cardiaca, tensión arterial y concentración de hormonas del estrés), afirmaron que los mensajes eran realmente efectivos en la producción del estrés.

Posteriormente, se analizaron las imágenes obtenidas a través de la resonancia magnética y se dieron cuenta de la diferencia entre la población y la rural. En esta situación se activa una zona no activa en los rurales en los cerebros de los ciudadanos: la amígdala. La amígdala, entre otras cosas, mide el riesgo social y se activa desproporcionadamente en personas con problemas de ansiedad.

Además, la activación de otro espacio es mucho más evidente en los ciudadanos que en los rurales. Se trata de una zona denominada corteza pantanosa, que ayuda a la regulación de la amígdala y procesa las emociones pesimistas. Este espacio conecta con la esquizofrenia, entre otras cosas.

Para confirmar los resultados, se volvió a realizar el experimento con otros voluntarios y la incorporación de señales ópticas (los voluntarios tenían la posibilidad de ver a los investigadores en frente). En la actividad del cerebro, una vez más, existía una clara diferencia entre los ciudadanos y los rurales.

Por tanto, los investigadores concluyen que la medida del lugar de residencia condiciona la respuesta al estrés. Así, vivir en las ciudades aumenta el riesgo de enfermedades mentales, ya que la respuesta al estrés social en el cerebro es menos adecuada que si vivimos en zonas rurales.

El estudio ha servido para demostrar lo que decían los epidemiólogos, pero los investigadores esperan que sea útil para el futuro, ya que tienen la esperanza de que contribuya a diseñar ciudades más saludables.

Publicado en el Anexo GAUR8.

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