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El tema de las piedras itinerantes no es tanto misterio

2010/01/10 Lakar Iraizoz, Oihane - Elhuyar Zientzia

En Estados Unidos, entre los estados de California y Nevada, se encuentra Death Valley, el Valle de la Muerte, en el corazón del desierto de Mojave. Como su propio nombre indica, las condiciones son extremadamente duras para los vivos. Y parece que las piedras también quieren salir corriendo de allí. En la región conocida como Racetrack Playa, se encuentran piedras que se mueven sin contacto. Las piedras andan por su cuenta en el Valle de la Muerte
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Las piedras que se mueven no son sólo pequeñas bolas, sino que también se mueven trozos de piedras de hasta 320 kilogramos. Y lo más curioso es que nadie les ha visto moverse nunca. Sin embargo, varios geólogos han estudiado y han demostrado que con las piedras colocadas herramientas como GPS, se mueven de un lugar a otro.

Sin embargo, hay pruebas más evidentes que demuestran que se mueven: durante el trayecto hacen indicios de ello. Es fácil ver el recorrido que han hecho y, en realidad, son muy curiosos: algunos se mueven directamente, otros hacen zigzag más grandes, algunos incluso cambian de dirección, etc.

Y todo ello en una zona sin fuertes pendientes. De hecho, el Racetrack Playa fue una antigua laguna y, en la actualidad, el fondo plano de la laguna es una llanura árida. Las piedras son las únicas que dan vida a esta zona... y, por supuesto, las piedras no son vivas.

Cuando llueve se forma una capa de agua de unos pocos centímetros. En invierno, cuando se congela, el hielo facilita el movimiento de las piedras (Foto: USGS).

Un misterio, una explicación clara

Puede parecer que esta cuestión de las piedras andantes es un misterio sin explicación, pero en realidad no tiene ese misterio. El Departamento de Geología de los Estados Unidos estudió en profundidad el movimiento de las piedras y, de una vez por todas, aclaró cómo y por qué se mueven. Son movilizadas por determinadas condiciones geológicas y meteorológicas que confluyen en la zona en momentos puntuales.

Los restos que dejan en su recorrido sugieren que sólo se mueven cuando el suelo está mojado. Por lo tanto, tenemos un primer "componente" necesario en este fenómeno: la lluvia. Pero, claro, no basta con estar mojado, sino que se necesita una fuerza motriz.

Al parecer, el motor es el viento. A pesar de que realizan retrocesos y parece que se mueven sin rumbo, los investigadores han podido comprobar que las piedras se desplazan hacia el norte o hacia el noreste aproximadamente. Y es en esa dirección donde se mueve el viento dominante de la zona.

Las pistas que dejan en movimiento dejan claro que se mueven, aunque nadie las haya visto (Foto: Tetraktys).

Sin embargo, las piedras no se mueven siempre que llueve y el viento estén a la vez; se mueven cada dos años y siempre en invierno. ¿Por qué? Pues porque sólo en invierno se forma el hielo, el tercer "componente" necesario para mover las piedras.

En esta zona llueve muy poco, pero cuando lo hace se forma una lámina de agua de tres o cuatro centímetros en la zona de fondo de la laguna. En invierno esta agua se congela rápidamente, ya que, como suele ser habitual en los desiertos, las temperaturas suelen ser muy extremas: en verano hace mucho calor y en invierno hace mucho frío.

Así, en invierno, las piedras quedan rodeadas de hielo. Cuando el hielo comienza a derretirse, la capa de hielo se rompe y el viento empuja las planchas de hielo y las piedras "embebidas" en ellas. Al tener debajo una capa de agua y arcillas resbaladizas se deslizan. Y en el camino dejan claras huellas que luego, una vez más seca, provocan varios quebraderos de cabeza.

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