“Es importante hacer las cosas rápido, pero es más importante hacerlo bien”

“Es importante hacer las cosas rápido, pero es más importante hacerlo bien”
La verdad es que sí. En un año es científico y en el siguiente es de letras, así que cada dos años es de ciencias, por lo que no es fácil. Además, dentro de las ciencias, la nuestra no es una disciplina convencional, no es química, física o biología, pero quizás por eso la han premiado por ser interdisciplinar.
Sin embargo, para mí ha sido una sorpresa. Al parecer, para recibir el premio, alguien tiene que nombrarte antes y yo no sabía que estaba nombrado. Así que al principio me sorprendió. Ahora, sin embargo, estoy contento porque gracias a la repercusión que ha tenido el premio, mucha gente ha conocido nuestro trabajo, sobre todo ahí [Euskal Herria].
No, no creo. Es sobre todo un reconocimiento personal y a mí me afecta en mi motivación. Es un impulso, te indica que estás haciendo las cosas bien, pero no creo que tenga otra consecuencia. Es un paso más en mi trayectoria investigadora que espero que sea larga.
En Alemania llevo nueve años, pero fuera unos doce. Estudiando Ingeniería Industrial fui a Austria con una beca Erasmus, de allí a Munich y cursé el máster de Ingeniería Médica en Munich. Entonces no era un máster, era una titulación de tres años: tenía que haber pasado un año y medio estudiando asignaturas, pero si era muy rápido lo podía haber hecho en un año. Eso es lo que hice yo. Y luego había que hacer la práctica, por lo menos durante tres meses, pero yo hice dos prácticas, de seis meses, porque de lo contrario no se puede aprender nada. Y yo fui a estudiar.
Así, hice el primer curso de medicina casi en su totalidad y luego hice las prácticas en una clínica de estimulación eléctrica funcional. Consiste en estimular los músculos mediante descarga eléctrica, como lo hacen los aparatos que anuncian en la televisión. Pues bien, esta estimulación también se utiliza en parapléjicos, ya que también favorece las articulaciones. Y allí estaba un doctor húngaro, un ingeniero y un médico, y yo empecé a ayudarle. Conseguíamos que los parapléjicos andaran en bicicleta y recuerdo que un paciente tenía una visera de Euskaltel. Era también una carrera internacional de pacientes que usaban esta tecnología, sacad las cuentas.
También trabajé en prácticas en quirófano con prótesis, tests fisiológicos y en industria en la Agencia Espacial Alemana. Allí hice un modelo robótico de movimiento cardíaco. Y me di cuenta de que me gustaban las neuroprótesis. Pensé que debía poder controlar de alguna manera la estimulación eléctrica de los músculos, y me di cuenta de que en la presentación de investigadores procedentes de Estados Unidos estaban trabajando en ello. Así que decidí ir allí.
Sí, fui al Hospital Johns Hopkins, al Baltimore, laboratorio de interfaces cerebro-ordenadores. Allí estudié un montón de investigadores muy buenos. Tuve que trabajar duro para trabajar a su nivel y me di cuenta de que dominaba la parte técnica, pero tenía lagunas en neurociencia. Así que decidí doctorarme en neurociencia.
Empecé a buscar sitio para el doctorado y en Alemania encontré a Niels Birbaumer. Es el padre de las interfaces cerebro-máquina y cuando le conté qué quería hacer, me dijo: “Estás un poco loco, pero me gusta tu idea y me gusta la gente que está loca como yo. Sin embargo, no podrás hacerlo solo tú”. Y tenía razón, no podía hacerlo solo, así que busqué becas y financiación, recogí investigadores y alumnos y pusimos en marcha el proyecto. Y en parte por este proyecto me han concedido el premio.
Nuestro objetivo es ayudar a los pacientes con infarto cerebral a recuperar el movimiento. Una vez conocido el infarto cerebral, es muy importante acudir cuanto antes al centro de salud. En este sentido, en Biodonostia, por ejemplo, se está haciendo un trabajo muy bueno, gracias al cual cada vez más gente sabe que, en caso de pérdida de alguna función, es muy importante acudir al hospital cuanto antes, ya que la pérdida puede deberse a un infarto cerebral o ictus. Por ejemplo, si no puedes hablar de repente y tienes mucho dolor de cabeza, es recomendable ir al hospital de inmediato sin esperar que desaparezca por sí mismo. Si no, para cuando vas, el daño es mucho mayor.
Durante los seis primeros meses tras acudir al hospital, puede ocurrir que se recupere sin más, ya que el cerebro es muy plástico. Nosotros esperamos hasta ese momento y abordamos los peores casos, es decir, aquellos que, pasados seis meses, siguen con problemas de movilidad y, sobre todo, con la movilidad total o casi perdida. Estos pacientes no pueden realizar rehabilitaciones convencionales, por lo que hasta ahora no podían recibir tratamiento.
Nosotros hemos demostrado que la electromiografía puede utilizarse en el 40% de los pacientes. Con ello aprovechamos la actividad residual muscular para conseguir movimiento. Y en el resto de los casos utilizamos interfaces cerebro-máquina para regenerar las conexiones cerebro-musculares.
Sí, somos los primeros en demostrar que algunos de los pacientes crónicos con gran parálisis conservan una pequeña actividad residual muscular. La detección de esta actividad residual no es fácil y hasta ahora nadie pensó que podía ser utilizada. Pero nosotros hemos demostrado que sí, que es posible, en el 40% de los casos. Hemos desarrollado unos algoritmos para ver qué movimiento está intentando hacer. No es muy preciso de momento, pero estamos avanzando.
Por un lado es más simple y por otro es más fácil. En las interfaces debemos descodificar la señal generada por el cerebro, mientras que en la electromiografía partimos de la señal del músculo.
Sin embargo, en algunos casos tenemos dificultades. Hay pacientes que controlan muy poco los músculos, pero los controlan mal. Por ejemplo, quieren mover el brazo y saben cuál es la señal para mover el brazo, pero la señal llega equivocada porque el camino se ha cortado y se ha equivocado. A esto se le llama sinergia muscular defectuosa. Esto puede provocar que, por ejemplo, se quiera estirar el brazo para coger una manzana, pero en lugar de estirarla, se pliegue y se acerque al cuerpo.

En estos casos, si colocas los electrodos en el músculo para recibir la señal, estarás equivocado, ya que la actividad muscular no se corresponde con la orden del cerebro. Por tanto, debemos tener cuidado y tener en cuenta las dos cosas: la orden del cerebro y la actividad muscular.
Al final lo que hacemos es ofrecer a estos pacientes la oportunidad de probar nuevas terapias y ver cuál es la más adecuada para cada persona.
Bueno, en eso intentamos. El movimiento que obtenemos es muy pequeño, milimétrico. Pero el paso, de la parálisis a mover algo, es muy grande. Pero todavía no tenemos la recuperación de la función.
Con este objetivo, hemos iniciado una colaboración entre Biodonostia, el hospital de Donostia, Tecnalia, la UPV y la Universidad de Tübingen. Entre otras cosas, queremos mejorar el sistema de recogida de señales cerebrales. Ahora utilizamos electrodos colocados en el cráneo, como grabar sonidos del interior de la casa con un micrófono situado en el exterior. Oiremos mucho mejor si colocamos el micrófono dentro de la casa, por lo que con cirugía casi no invasiva se pretende colocar unos electrodos diminutos en la superficie del cerebro.
Ya se han realizado pruebas en los primates y en algunas personas, y se ha comprobado que estos electrodos registran la actividad del cerebro con total precisión. Esto nos permite recibir más grados de movimiento, moverse o no era lo que recibíamos antes, y ahora mover más o menos, en dos o tres dimensiones, el brazo o la mano...
El proyecto está muy avanzado, hemos trabajado mucho para llegar hasta aquí, y ahora queremos seguir avanzando y hacer pruebas. Para ello, estamos reuniendo a especialistas e investigadores de San Sebastián, que cuenta con una gran afluencia de gente, que a su vez consigue patrocinadores y financiación.
No sé cuándo será porque no empezamos a asegurar que todos los aspectos están bien relacionados y que tenemos toda la garantía. En estas cuentas conviene ser prudente. Es importante hacer las cosas rápido, pero es más importante hacerlo bien.
Esta forma de trabajo requiere tiempo, paciencia, y en ese sentido tengo que agradecer a Tecnalia, porque he estado acompañando desde el principio y a lo largo de toda mi trayectoria y todavía me ayuda.
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