Más enfermedades en el planeta más caliente
2000/11/12 Carton Virto, Eider - Elhuyar Zientzia
modelos de las computadoras anuncian que el calentamiento global y las perturbaciones climáticas provocadas por el mismo nos traerán problemas de salud. Algunas enfermedades mortales como la malaria o el dengue se extienden y se vuelven más agresivas.
Temperaturas más altas pueden afectar a la salud por diversos medios, a veces directamente y a veces indirectamente. Los golpes de calor más fuertes pertenecen al grupo de efectos directos, aunque a veces al anochecer traen germen y no siempre son evidentes. Sin embargo, a la vista de los resultados de los modelos de las computadoras, parece que a partir de ahora tampoco está demasiado refrescada por la tarde. Se estima que para el año 2020 se duplicará el número de víctimas directas de calor en algunos lugares. Por otro lado, si el calentamiento es prolongado, es posible multiplicar el contaminante smog urbano y dispersar los compuestos alergénicos. Ambos factores están relacionados con las afecciones respiratorias.
Sequías más violentas
El calentamiento global puede alterar el tiempo y amenazar el bienestar humano aumentando la frecuencia e intensidad de sequías e inundaciones. XX. A lo largo del siglo XX se ha observado que a medida que la atmósfera se hace más caliente, las sequías en las regiones áridas han persistido más y las lluvias intensas son más frecuentes. No se puede asegurar que uno haya provocado el otro, pero los hechos están ahí. Además de acabar con el hambre y el ahogamiento, estos desastres tienen una segunda consecuencia grave que aparece a más largo plazo, ya que por su culpa pueden reforzarse y difundir enfermedades infecciosas.
La conclusión final es muy preocupante, ya que es difícil volver a controlar la infección que se ha extendido. En el primer ataque puede matar a menos personas que las inundaciones o la sequía, pero una vez que se ha arraigado en una comunidad, se enfrenta con frecuencia a la radicalización. De este modo, puede abrirse al entorno y provocar una epidemia.
El control de enfermedades infecciosas es aún más difícil en países en vías de desarrollo, donde los recursos para la prevención y el tratamiento son escasos. Pero el primer mundo no está a salvo de las plagas. Precisamente el año pasado, el Virus del Nilo Oriental apareció por primera vez en Norteamérica y mató a 7 personas en la ciudad de Nueva York. Ha transcurrido un año, pero todavía no se ha conseguido controlar el virus. El comercio y los viajes internacionales se han convertido en algo habitual en la sociedad moderna y la infección que ha aparecido en un extremo del mundo puede convertirse rápidamente en otro problema extremo si se descubre un entorno favorable para la proliferación de patógenos.
Sin embargo, los países pobres del tercer mundo son, en general, las víctimas más frecuentes de estas calamidades. Las sequías e inundaciones asociadas al cambio climático, por ejemplo, además de destruir las cosechas, pueden hacer de los cultivos más sensibles a las enfermedades o someterlos a hierbas invasoras. En consecuencia, los alimentos serán más reducidos para los cultivos y se puede alimentar el fantasma de la malnutrición. Al mismo tiempo, la gente puede exiliarse de sus casas de forma provisional o definitiva, lo que siempre supone una masificación en otro lugar. Es imposible evitar la aparición de enfermedades como la tuberculosis en la sucesión de la masificación.
El paraíso de los mosquitos
A medida que el planeta se calienta, las enfermedades contaminadas por los mosquitos serán, a priori, las más difusas. Por ejemplo, malaria, dengue, fiebre amarilla y algunos tipos de encefalitis. Esto se debe a que los mosquitos son muy sensibles a las características meteorológicas. De cara a las enfermedades infecciosas, el frío intenso es beneficioso para el ser humano ya que reduce los mosquitos a determinadas estaciones y regiones, limitando la temperatura a las que están por encima de un límite. Las heladas, por ejemplo, destruyen huevos, larvas y mosquitos. Del mismo modo, el exceso de calor es tan frío como eficaz contra los mosquitos, a pesar de que en el aire más caliente se produce más rápido y se punciona más a menudo.
El calentamiento global puede venir acompañado de afecciones relacionadas con el agua como el cólera. Las sequías pueden desecar fuentes de agua potable por un lado y concentrar contaminantes que de otro modo podrían estar diluidos por otro. Además, debido a la escasez de agua limpia en épocas de sequía, diarreas y fiebre, la hidratación e higiene adecuadas de los pacientes que pierden gran cantidad de líquido se hace inviable, lo que aumenta el riesgo.
Las inundaciones benefician a las enfermedades de otra manera: transportan las aguas residuales hasta las aguas potables y los patógenos que allí habitan y pueden llevar fertilizantes. Existen algas que se reproducen al abrigo de la suciedad, los fertilizantes y el calor. Algunos liberan vapor tóxico para el ser humano y otros nos contaminan con peces y agitación. Estudios recientes han descubierto una tercera forma de enfermar: las algas, a medida que aumentan, se convierten en soporte para ciertos patógenos, como el que produce el cólera.
Prevención y responsabilidad
Las medidas que ahora se adoptan frente a los riesgos potenciales condicionarán en gran medida el impacto sobre la salud del calentamiento global. Una de las medidas de defensa propuestas es la puesta en marcha de vigilantes que te detecten en cuanto se recuperen las enfermedades infecciosas. Sin embargo, la implantación de este tipo de planes de bigilancia real es imposible en la mayor parte del mundo y especialmente en los más pobres, los más vulnerables. Por otro lado, a pesar de la existencia de vacunas y tratamientos eficaces para algunas enfermedades, las regiones más necesitadas no disponen de recursos para su acceso y distribución. En este punto, los fabricantes de medicamentos no ayudan mucho.
Otra alternativa es la realización de predicciones, es decir, la forma de precalcular tanto en qué condiciones climáticas como en qué riesgo de propagación de la enfermedad. De esta forma se podrá potenciar la prevención. Por último, es imprescindible trabajar contra el propio calentamiento, es decir, actuar responsablemente para evitar un cambio que además de la salud dañe el planeta.
Malaria y dengue
Según van aumentando las temperaturas, la malaria y el dengue, ambas contaminadas por mosquitos, serán las enfermedades que más se van a extender. Malaria mata cada día a mil personas, la mayoría de los niños y, según algunos modelos, el XXI. A finales del siglo XX habrá el 60% del mundo en la zona de contaminación. Un futuro negro si tenemos en cuenta que no hay vacuna contra la malaria y que el patógeno se está convirtiendo en resistente a las drogas convencionales. Malaria reaparece al norte y al sur de los trópicos: Vuelve a Corea, al sur de Europa y la antigua Unión Soviética, a la costa sudafricana.
El dengue tampoco se ha quedado atrás. En la actualidad hay entre 50 y 100 millones de personas en territorios próximos a los enfermos trópicos, América se ha expandido mucho en los últimos diez años y ha aparecido también en el norte de Australia. Tampoco en este caso se dispone de vacunas ni de tratamientos eficaces. Sin embargo, el cambio climático no se puede culpar de todo, incluso hay investigaciones que se oponen a esta predicción. En una publicación de la revista Science, por ejemplo, se afirma que las enfermedades contagiadas por los mosquitos persistirán. Han anunciado que la región de Malaria en 2050 será muy similar a la actual y que el número de afectados sólo variará un 1%, lo que supone aproximadamente el 45% de la población mundial. Dicen que la temperatura es sólo una de las variables que condicionan la evolución de las enfermedades y que no se pueden considerar como verdades completas predicciones basadas en una sola variable.
Publicado en el suplemento Natura de Gara
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