Cada enfermedad tiene su remedio
1995/09/01 Agirre, Jabier - Medikua eta OEEko kidea Iturria: Elhuyar aldizkaria
El hipo, la resaca y el vómitos son trastornos comunes, sobre todo en la infancia, que a menudo dan lugar a una cierta gravedad, ya que no es fácil encontrar sus causas para poner remedio. Veamos, pues, cada una de estas tres situaciones: cómo interpretar estas molestias, qué deben hacer los padres, etc.
Hipo
La zotina es una reacción muy frecuente, especialmente en los lactantes. ¿Y qué es lo que provoca el hipo? Hoy en día se asume que se debe a la contracción del diafragma, que es la contracción del gran músculo horizontal que separa los órganos abdominales y pectorales. Este músculo tiene mucho que ver en los dos niños que forman la respiración (inspiración o inspiración, espiración o espiración), y cuando aparece la hipo, puede prolongarse (hasta la hora) sin causar molestias excesivas al niño.
¿Por qué aparece el zotin?
Puede ocurrir que el niño suba un poco de leche del estómago al esófago después de tomar el pecho, leche sin digerir completamente, leche ligeramente dorada o ligeramente amarga. Esta leche estimula algunas terminaciones nerviosas que se encuentran en la mucosa del esófago, poniendo en marcha el reflejo de la misma. En los niños que resuenan más de lo normal este hecho es muy frecuente, pero también en el resto de los niños “normales”.
¿Y qué hacer para solucionar esta situación?
En este punto recomendarán un montón de “remedios” a un padre más nervioso que nerviosos: para dar unas gotas de limón al niño, otros le dirán que vuelva a dar agua tibia en pequeñas arquetas o que ponga algo caliente sobre el estómago. Pero todos tendremos que estar de acuerdo en que nunca hay que tomar procedimientos duros como:
- mantener la nariz cerrada al niño durante unos segundos
- ¡Asustar al niño hasta que se detiene la respiración!
Recordad que el hipo es un acontecimiento efímero que desaparece tras la primera angustia y que casi nunca molesta demasiado al niño. Como última sugerencia o sugerencia, Hipócrates recomendaba la relajación del diafragma contra la hipo a través del corso o del estornudo. Pero, ¿cómo conseguir que el niño se “atxis”? Haciendo cosquillas en su nariz, por ejemplo con una pluma.
Regurgitación
A pesar de que el nombre es bastante desconocido para muchos lectores, el concepto mismo es más conocido: ¿quién no ha visto a un niño, ni al niño más sano, que tras amamantarse tiene una pequeña fuga de leche entre los labios? Pues eso es la regurgitación: inmediatamente después de tomar el pecho, o entre dos tomas, o incluso que un poco antes de la siguiente toma el niño arroje pequeñas cantidades de leche por la boca.
En función del momento en que se produzca la segmentación y regurgitación, la leche que se expulsa por la boca tendrá unas características u otras: cuanto más tarde se produzca el berramurallamiento (de cara a la referencia de la toma, por supuesto), la leche estará más digerida, es decir, la leche tendrá una consistencia parecida al queso y más ácido.
¿Cuáles son las razones de esta recuperación?
Si durante los primeros meses la puerta o paso entre el esófago y el estómago no está suficientemente maduro, la leche puede retroceder por el paso de la “puerta” llamada cardía y provocando resurgidos. Si éstas son muy numerosas y se dan muchas veces al día, conviene informar al pediatra. Puede tratarse de una situación conocida como “reflujo gastro-erofágico” debido a que la cardía está demasiado abierta, por lo que el contenido ácido del estómago llegará a través del esófago hasta la boca.
Cuando el niño ha cumplido unos meses, la causa principal de la recuperación es la ingestión de aire por parte del bebé durante la lactancia. El aire será expulsado mediante una corrosión y con ella la leche.
¿Qué medidas podemos tomar como prevención?
- Cuando inclinamos el biberón hacia abajo, que las gotas de leche no caigan en forma de grifo, es fácil pero no demasiado.
- Cuando el niño está tomando el biberón, hay que doblarlo correctamente: así, la tetina estará siempre llena de leche. Si no, el niño ingeriría el aire y una vez mezclado en el estómago con la leche, ambos se expulsarían al mismo tiempo en el momento de correr.
- A la hora de amamantar al niño (y también si le damos el biberón), si es posible, mantener al niño sentado o bastante levantado y no tumbado: de esta manera, la leche, más pesada que el aire, irá a la parte inferior del estómago.
- Por último, que cuando el niño esté tomando (tanto por el pecho como por el biberón) no se agite demasiado, ni se ponga nervioso, para evitar que entre más aire en el estómago que al chupar normalmente.
Vómitos
El vómito consistiría en echar leche (u otro líquido, pero en esta ocasión solo hablaremos de leche) por la boca en grandes cantidades. Se produce cuando los músculos abdominales y el diafragma se contraen bruscamente.
* ¿Cuáles son los motivos de la subida?
Pueden ser muchos. Normalmente, cuando los vómitos son aislados no hay motivos para agravarse. Los vómitos serán provocados por otro trastorno (por ejemplo, una otitis media o una infección de las vías respiratorias superiores) y los vómitos se irán acabando a medida que desaparezca la causa.
En otras ocasiones, sin embargo, el vómito suele ser violento y abundante en forma de chorro, como es el caso de la gastroenteritis. En este caso, al cabo de unos días y con la recuperación de la causa, los vómitos desaparecerán.
En los recién nacidos, afortunadamente en casos muy raros, pueden ser síntomas de la piloroesfenosis, es decir, de la estrechez de la “puerta de paso” estomacal. En este caso, la leche apenas fluye por el estómago y a la larga tiende a extender los estómagos. Y como los músculos del estómago no pueden superar el obstáculo del estrangulamiento pilórico, se contraen empujando con fuerza la leche hacia la boca. En este caso la cirugía es la única solución y el pediatra será la persona más adecuada para aconsejar y aconsejar.
* ¿Qué puedes hacer?
Una vez conocida la causa del vómito, el pediatra nos indicará el tratamiento más adecuado. Como norma general, hay que recordar a nuestros lectores (y más ahora, cuando tenemos los calores del verano encima) que ahí está el “riesgo de deshidratación”. Y este riesgo es aún más grave en los niños pequeños, cuando los vómitos también acompañan a diarreas. Por lo tanto, que el niño tenga siempre líquidos a mano (en este caso la boca).
Gai honi buruzko eduki gehiago
Elhuyarrek garatutako teknologia